Bioy Casares: la multiplicación es la unidad

A 100 años de su nacimiento, Bioy vive aún bajo la sombra de su maestro. Su reflejo no es el de él, sino el de los protagonistas de su tiempo
Por Marcos Daniel Aguilar 

Distrito Federal, 15/09/14, (N22).- En 1999 murió la última persona de apellido Bioy, éste
significa “uno contra dos”. Parece que el destino del argentino Adolfo Bioy Casares
estaba marcado desde su nombre paterno. Nacido en Buenos Aires el 15 de
septiembre de 1914, Adolfo tuvo una biografía que parece una lucha de él mismo
contra sus fantasmas, entre ellos la obra de su maestro y mejor amigo, Jorge
Luis Borges.

Conoció a Borges en casa de la mecenas Victoria Ocampo,
hermana de la escritora Silvina, con quien Bioy se casó en 1940, mismo año en
el que al lado de Jorge Luis harían la famosa Antología de la Literatura Fantástica, que sentó un canon y sustento
teórico sobre el género de ficción.
Mi mente suministra historias fantásticas, yo sería feliz si siquiera una vez
me surgiera una historia que no fuera fantástica, fuera divertida y que gustara
al público, no me pasa esto, siempre ocurren historias fantásticas.


Argentino erudito que le gustaba disfrutar la vida,
Adolfo construyó una literatura fantástica a la par de Cortázar y de Borges en
donde lo cotidiano bonaerense sólo tenía una explicación a través de
situaciones inimaginables. Sus novelas y cuentos como La invención de Morel, Plan de evasión, La trama celeste o Guirnaldas con amores tratan situaciones
aparentemente normales, de matrimonios o personajes a quienes les suceden
hechos inexplicables que Bioy interpreta como un juego de seres fantasmales,
conjuros o maldiciones milenarias.


Puede ser la influencia del cine, donde se dice que el comienzo de un relato
tiene que haber una escena muy vivida, a la mitad del relato otra y al final
del relato otra, esa es la receta para el cine y la literatura de relatos.
La figura del Fausto enloqueció a este autor. Muchos de
sus protagonistas son hombres o mujeres que quieren escapar de esta realidad y
deciden inventar islas de utopía en donde crean a partir de sus conocimientos a
otros seres que nunca existieron, que nunca existirán.
El amor que nunca tocó la puerta de las letras de Borges,
sí lo hizo con Bioy. Los celos de parejas, el desamor o el amor imposible son
constantes en los mundos fragmentarios o realidades paralelas de este autor de
ficción.
Un vampiro que chupa la vida de otro para poder vivir, un
doctor Frankestein que crea a seres malditos e inhumanos, un amante arrepentido,
son las obsesiones de Adolfo. A pesar de su inmensa creatividad, este autor
siempre ha vivido bajo la sombra de Borges, pero ¿quién invento a quién?, ¿será
Borges invención de Bioy?, ¿será Bioy un personaje imaginado por Borges?

Borges y yo escribimos 5,6 libros a los cuales iventamos un seudónimo, porque
nos parecía que ninguno de esos libros justificaba que dos personas lo habían
escrito… inventamos el seudónimo de Bustos Domecq, Bustos por el abuelo de Borges
y Domecq por mi abuela paterna. 


Biorges existe. La dualidad que formó a un solo individuo
llamado H. Bustos Domecq o Benito Suárez Lynch, seudónimos que inventó este par
de genios. Hoy celebramos a uno de ellos, a Bioy, el hombre que pelea consigo
mismo, con su otro yo, su sombra, su espejo que lo anula y lo multiplica al
mismo tiempo y para siempre.     

  
14MAG 

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