Guillermo Samperio se fumó a Francisco Tario

  • Lectorum reeditó una antología con los cuentos de Francisco Peláez, el misterioso autor cuyo apellido literario era Tario. A continuación presentamos una singular entrevista con uno de los conocedores de la obra de este escritor quien también fue dueño de una cadena de cines

Por Perla Velázquez
Distrito Federal, 14/05/14, (N22).- Mi encuentro con Francisco
Tario surgió de una manera rápida, pero a la vez lenta. Editorial Lectorum
acaba de publicar los cuentos completos que este autor mexicano escribió. Debo
confesar que nunca había leído nada sobre él. Pero debía de hacerlo porque
tendría una entrevista para ahondar más en su escritura fantástica. Guillermo
Samperio sería el indicado para hablar de la obra literaria de este personaje. Sospeché
que hasta ahí íbamos por buen camino.
  
Esto pasa con todos los
libros que llegan a mis manos: antes de empezar a leerlo, prefiero ahondar en
el escritor, conocerlo hasta donde el tiempo me deja, para saber con más precisión
los gustos temáticos, la forma de escritura y la crítica que hacen otros sobre
él. Este caso no era una excepción, por eso aunque el impreso ya estaba en mis
manos decidí buscar quién era Francisco Tario.
Primer golpe: Tario tiene
una vida misteriosa según Excélsior,
este adjetivo se cumple al conocer que su verdadero apellido era Peláez.
Segundo golpe: “un enigma”, no se sabe por qué sus cuentos han escapado de las antologías
y por qué rehuyó al prestigio como escritor, nunca obtuvo una beca del gobierno
para terminar sus escritos, por ejemplo. Tercer golpe: sus tertulias en la
calle Etla, en la colonia Condesa, Francisco Tario fue amigo de Octavio Paz y Elena Garro; eran
vecinos y con frecuencia organizaban reuniones.
Hasta este punto llevaba la
mitad del día y la entrevista con Samperio era a las 17:00 horas. Tenía el tiempo
justo para abrir el libro.
Tario
en el cigarrillo de Samperio
El departamento de Guillermo
Samperio se encuentra en el cuarto piso de un edificio en la colonia Narvarte. El primer cuarto al que ingreso tiene una mesa que ocupa casi todo el espacio,
sólo caben dos sillones más, una mesa de centro bastante pequeña y un mueble
que pareciera el santuario de los artistas favoritos del escritor, pues hay
fotografías de escritores por doquier. En las paredes hay fotografías y un gran
póster de una de las películas de Salma Hayek, pero lo que sobresale es una
manta, casi del tamaño de la mesa, en la cual se lee “Unión de trabajadores por
la cultura”.
“Es una literatura muy
particular, lo mismo un estupendo relato realista, pero lo que más me atrae de
él es lo que podríamos llamar lo fantástico, es un muy buen escritor de lo
fantástico, del horror”, comenta el escritor al iniciar, quien en un tono
bastante pausado recuerda la época en la que fue director de Literatura del
INBA. En esos años uno de los hijos de Francisco Peláez se acercó para mostrarle
la obra y proponerle que se reeditarán sus libros. Fue entonces cuando después
de muchos años salió la primera antología Tario.
Había formulado muchas
preguntas para Samperio, con lo poco que leí, sólo necesitaba un impulso más
para entrarle de lleno a la escritura de Tario, pero había largas pausas en las
respuestas de Samperio que me llevaron a acotar mi cuestionario. Hubo un
momento en que me quedé viendo cómo su cigarro se volvía ceniza, más de la
mitad de éste se estaba consumiendo en su mano; él no fumaba, no hablaba,
parecía que estaba recordando aquel momento que por primera vez tuvo los
escritos.
La ceniza de su cigarro se
cayó y Samperio se apresuró a contestar que sólo habían hecho mil ejemplares en
aquella ocasión. Además agregó: “escribe muy bien, pero ha despuntado mucho en
el cuento y sobre todo -en lo personal- me atraen mucho los cuentos fantásticos
de terror, además con una limpieza literaria estupenda, una estructura
narrativa muy propia”.
Así comenzaba una plática
que sólo tendría cuatro preguntas y más de media hora de grabación. Samperio
parecía cansado, sin ganas de hablar del autor, pero a la vez emocionado cuando
afirmaba que Tario equivaldría a Edgar Allan Poe o a esos grandes autores
fantásticos, siniestros, pero el escritor mexicano tenía un tinte de humor que
lo caracteriza.
“Es una literatura que yo
diría que es de lo fantástico, pero también del terror y sobre todo habría que
destacar que están los textos estupendamente escritos. Creo que es uno de los
escritores de muy alto nivel. Por lo que he leído me doy cuenta que era buen
lector de autores europeos y de ahí la aplicación de la técnica, que ya había
resultado efectiva en Europa”.
El autor de ¿Te acuerdas, Julia? hizo énfasis en la
conexión que tiene con Tario: me dedico a escribir y no a promover. Francisco
Tario vivió en Acapulco en su edad adulta, ahí se dedicó a administrar una
cadena de cines, con la cual logró vivir cómodamente el resto de su vida. Sus
escritos los realizó con el pensamiento de “cero promoción”. Samperio asegura
que quizá su actitud era verse como un escritor y no como promotor: el libro
tenía que hacerse camino solo sin que el autor estuviera ahí. “Actitud que a mí
me parece muy correcta, porque los responsables de que el libro se mueva son
las editoriales”.
Hubo una temporada en que
Francisco Tario sí logró publicar, de hecho en España editaron un libro que no
se consigue en ningún lado, aun así él no hizo nada porque saliera una segunda
edición, porque confiaba en el trabajo de su editorial. “Tuvo un cierto momento
de éxito”, confirmó Samperio, quien en un tono demasiado lento reiteraba que su
obra es una de las más importantes de México. Y el cigarrillo seguía
consumiéndose.
Muchos
años después, recuperan la obra del misterioso autor mexicano
No obstante, a 26 años de su
muerte, cuando se recopiló por primera vez la obra literaria, también fue el
momento para revalorar y descubrir la escritura del autor, porque además del
cuento incursionó en la novela, en los aforismos e incluso dejó tres piezas
teatrales que se publicaron después de su muerte. Pero Francisco Peláez era
hermético: no le gustaba la promoción, mucho menos el festejo.
En su casa, ubicada en la
calle Etla, llegaron a reunirse jóvenes como José Luis
Martínez, Octavio Paz, Elena Garro y muchos más que estaban empezando a crear
un trabajo literario. “Si uno no se mueve mucho en el medio literario es
difícil que te lleguen respuestas de apoyo del medio en el que estás”, expresó
Samperio. Sin embargo, esos encuentros se hicieron antes de su partida a
Acapulco; a su regreso esos vínculos se habían disuelto sobre todo porque
varios de esos autores ya habían logrado cierto éxito.
“Supongo que a Tario no le
gustaba andar lambisconeando apoyo para su obra”. Cuando Tario era amigo de
Octavio Paz, ellos no eran los escritores que ahora reconocemos, “eran jóvenes.
En los puestos de arriba había otros escritores”. Hasta el momento no se ha
encontrado una crítica del Premio Nobel de Literatura hacia la obra de Tario y
él los recibió muchas veces en su casa.

“Pienso que  tal vez sea más importante su prosa que la
del mismo Octavio Paz. Aquí se habla que Paz es el gran escritor mexicano,
escribió muy bien, pero Tario era mejor escritor. Entonces, si en poesía a Paz
se le reconoce como uno de los mejores poetas de la historia de México, yo
diría que Francisco Tario es uno de los mejores narradores”, finalizó Guillermo
Samperio, quien entre risas se levantó del sillón agradeciendo el tiempo para
hablar de uno de los autores menos conocido de la literatura. Y apagó su
cigarrillo, lentamente, dentro de su santuario. 
Imagen http://bit.ly/T3fTXJ
14MAG 

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