«La Ouija del Diablo» crea una unión entre ciencia y derechos humanos

  • Con relatos y ensayos, Carlos Galindo demuestra en este libro cómo México ha desaprovechado las virtudes de la ciencia para temas fundamentales como la política y la seguridad

Por Antonio Hernández 
Ciudad de México, México, 14/04/14, (N22).-  Durante la administración del ex presidente Felipe Calderón y en medio de la guerra contra las drogas llegó a nuestro país, procedente de Inglaterra, un aparato de tecnología  avanzada que ayudaría a la detección de sustancias ilegales: el GT200.
Este milagroso invento realizaba detecciones a 500 metros a la redonda y sirvió para hacer detenciones, cateos y contó con una inversión multimillonaria por parte de gobiernos estatales y federal.
Todo parecía fluir, sin embargo, fue un fraude, eso es lo que nos relata Carlos Galindo en la primera parte de su libro La Ouija del Diablo, como se le bautizó a este aparato debido a que la aguja con la que trabaja se mueve supuestamente por sí sola cuando detecta la sustancia ilegal.
Este trabajo está apoyado por las investigaciones de colegas suyos en el campo de la divulgación científica, como Carlos Bonfil y Andrés Tonini, quienes revelaron las investigaciones periodísticas y científicas en otros países que provocaron que este aparato de “avanzada” dejara de formar parte de los insumos del ejército inglés debido a que se comprobó su falsedad.
A partir de ello se sumergen en una travesía a la que se unen investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México a fin de que este este aparato -elaborado a base de plástico y metal- dejara de ser usado en tareas de seguridad.
Hasta el momento la lucha no ha sido ganada, según datos recientes recopilados por Andres Tonini, en su blog El viaje de Lonjho, los gobiernos de Oaxaca, San Luis Potosí y Chiapas aún hacen uso de esta tecnología de punta.
Ante ello, el escritor Carlos Galindo tiene claro que dependerá de los ciudadanos de a pie ayudar a que hechos como éste dejen de ocurrir: “Existe una desconexión entre los medios, la divulgación de la ciencia y las organizaciones defensoras de derechos humanos, pocas veces la sociedad ata la ciencia a los problemas sociales”, dijo en entrevista.
Debido a que, asegura, sólo pocos políticos han comprendido que se trata de un fraude científico.
El caso de la “ouija del diablo” “es una muestra de la importancia de la investigación científica, porque cuando un país no cuenta con una cultura científica se presta el sistema político para cometer fraudes y violaciones a los derechos humanos”, asegura.
Y para evitar ello sirven los instrumentos, agrega, cuantificables de la ciencia “para motivar la reflexión, para que nos sentemos a ver cómo funciona nuestro sistema judicial y la protección de los derechos humanos, entre otros problemas”.
“Las personas creen que los científicos están en sus laboratorios, sin embargo, lo cierto es que sus conocimientos sirven para encontrar soluciones”, sentenció.


LA OTRA CARA DE LA MONEDA
La mitad de La Ouija del diablo está dedicada a este caso, los demás textos están enfocados a múltiples temas, como la sonda espacial Voyager y el anhelo del hombre por comunicarse con otro tipo de vida; las barras de futbol y su uso político; la vida de Albert Einstein antes de ser considerado como una de las mentes más brillantes y el poético origen de la vida, entre otros temas.
Carlos Galindo, actuario, demógrafo y filósofo, asegura que este libro tiene como fin mostrar que la ciencia no es necesariamente aburrida o pesada, “la ciencia es como la música, acércate a la parte de ella que te haga sentir bien, si te gustan los documentales sobre los hoyos negros o sobre animales entonces acércate ”, invitó el autor.
“Yo hice este libro con la intención de que la gente que no le guste ni leer, ni la ciencia se acercara, el libro es bastante accesible: el lenguaje es bastante ameno y son relatos cortos pensando en el poco tiempo que tienen las personas para leer.
“Nos corresponde a nosotros como sociedad civil acercar a la gente a este tipo de conocimiento, si bien la mayor parte corresponde al Estado, está en nuestras manos quitar la idea de que la ciencia es aburrida y solo para personas con una inteligencia superior, como a veces nos lo hace creer la escuela”, agregó. 
“Algo que es importante ver en este libro es que los protagonistas son científicos, son los héroes de las historias, creámoslo o no la ciencia puede ser divertida”, concluyó Carlos Galindo.
14MAG 

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