Por Marcos Daniel Aguilar
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Ciudad de México, 19/ 02/14, (N22).- ¡Claro! Spike Jonze es el sujeto desalineado que recibe a Leonardo Di Caprio en la casa de bolsas pueblerina en El lobo de Wall Street. Bueno, esto lo leí en internet, pero ahora que me di cuenta quisiera hablar sobre la más reciente película de Jonze, cuyas imágenes citadinas filmadas con colores Instagram -me comentó un amigo- recuerdan mucho a Metrópolis de Fritz Lang. ¿Qué tendría que ver la película del alemán con la de Spike Jonze? Mucho.
En Metrópolis cuentan la historia de un autómata, un robot que adquiere la capacidad de amar en una sociedad ultra industrializada. En el siglo XXI que vivimos en la ultra modernidad, el sistema operativo que aparece en Her, llamado Samantha, podría ser ese autómata que las mentes de comienzos del cine y del siglo XX tanto imaginaban y temían, debido a que las máquinas podrían sustituir al ser humano. Pensándolo bien, ese temor sigue vigente pero ahora lo reflejamos por medio de la realidad virtual. Her es una de esas películas que ficcionan a través de la imaginación del futuro cercano. Demasiado cercano diría yo. La mayoría de los adelantos tecnológicos y de mass media que se presentan en este filme protagonizado por el actor Joaquin Phoenix están a la vuelta de la esquina.
De hecho, muchos de ellos ya los utilizamos en nuestra vida diaria. El uso permanente del smartphone como una apéndice más. Las pantallas touch y las órdenes a través de la voz. Una vida virtual en farm ville. O qué mejor, manifestar emociones a una persona que está al otro lado del mundo por medio de #FB o #Instagram. Tal vez lo único que falta es el desarrollo de ese Sistema Operativo tipo Siri que sea capaz de actualizarse a todo momento para poder entender las más finas fibras que componen la mente del hombre como especie.
Her es una buena película que muestra cómo estamos pensando el mundo ultra globalizado, pero es tan cercano aún que no nos damos cuenta que ya estamos ahí. Una vida frente a cualquier tipo de pantalla, cuyos valores sociales se transforman día a día, en donde todo es horizontal y todo parecería tener el mismo valor. ¿Qué apreciaremos más próximamente?, ¿a un Siri o a una mujer parada en frente de un hombre? La predicción de Lawrence Durrell en su novela Balthazar parece cobrar sentido cuando nos preguntó, ¿qué es más real, un sentimiento desarrollado en la ensoñación o uno que sucedió al contacto con una persona? Durrell afirma que los dos son reales, pues los dos se sintieron. Ya estamos viviendo en la Metrópolis.
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