- Según con el cineasta, es muy difícil interferir en la política, pero especialmente en el cine se hace a través de la mente de la gente
De hecho es un concepto europeo del héroe, el héroe en Europa no es realmente exitoso; sí es un héroe pero la mayor parte del tiempo es un mártir. El héroe estadounidense es el héroe-héroe. Nunca pierde. Así es, el héroe europeo siempre está muy cerca de la muerte, lo que resulta también muy mexicano, en cierta medida.
¡Oh, no! Aunque todo ha sido muy serio está sin ninguna responsabilidad con la sociedad en principio. Primero me enamoré del cine al mirar las películas, pero también de la idea de formar parte de un equipo de rodaje que se mueve alrededor del mundo, pienso que es más interesante que ser un abogado. Y 50, 55 años después sigo recorriendo el mundo haciendo películas y sigo disfrutándolo. Ser cineasta es una forma maravillosa de participar en el mundo, no para cambiarlo. Claro que miras las responsabilidades, tratas de mirar lo que está bien, lo que está mal, lo que es justo, lo que es injusto… No puedo ayudar a un extraño a indignarse frente a cada injusticia, no tengo más moral que nadie. Lo que puedo ofrecer no es consiente, estrictamente es temperamento.
Es muy difícil interferir en la política a menos que te conviertas en político. En el arte, especialmente en el cine, la forma de interferir no es en las estructuras sociales, pero interfieres en la mente de la gente. Tú tratas de encontrar un espacio común con otras personas donde puedas decir: ¿No crees que esto está mal? ¿No piensas que está mal? ¡Entonces hagamos algo contra ello! Pero lo que hacemos es una película, es mucho más fácil que hacer un partido político.
No digo que ninguna película cambie el mundo, pero incluso las famosas como el Acorazado Potiemkin de Einseinstein, fue hecha 10 años después de la Revolución, no creó la Revolución. Necesitamos películas para las almas, necesitamos películas como necesitamos música, como necesitamos escuchar las historias de otras personas, ése es el impacto político de las películas. Cada emoción que sientes en una película, te enriquece. Sólo una persona que por sí misma se ha enriquecido en su interior, puede también llegar a ser un buen ciudadano… Esa es la mente política del cineasta.
Cuando miras tu vida hacia atrás ves que hay ciertos momentos que te han cambiado, el primero que me cambió fue cuando a los 16 años dejé casa y fui a Francia para aprender francés; me quedé 10 meses en lugar de dos meses. Ese cambio de civilización, sí, maduré, fue lo más importante. Regresar fue otro momento importante, cuando la muerte de mi madre… Fue un largo camino antes de que aceptara la vida. Creo que mi cambio más importante fue casarme con Marguereta Von Trotta, mi primera esposa, ella hizo recientemente la película Hanna Arendt (2012) y nos enriquecimos de alguna manera, ella me hizo entender lo que es una mujer, me hizo entender lo que es una actriz, tal vez yo le hice entender algo de la dirección. Ése era el momento. Esencialmente, todos los días son el momento preciso.
¿Y su amistad con Jean-Claude Carriére? Vive en el edificio frente al suyo, son vecinos. Una vez que Carriére estuvo en México, me contó historias graciosas y adorables sobre usted, Louis Malle y él mismo aquí en México.
Yo conocí a Louis Malle el día que él conoció a Jean-Claude Carriére, trabajábamos juntos en Italia, él tenía la idea de escribir esa película, yo era el asistente de Louis. Después fui a buscar locaciones para una posible película en México y Jean-Calude Carriére fue parte de eso. Por esos años él empezó a trabajar con Luis Buñuel. Así dio inicio una amistad que sobrevive hasta hoy. En el libro hay una fotografía cuando empezamos a trabajar juntos, ahora somos un par de hombres mayores, él tiene más de 80 años pero seguimos sintiéndonos como niños descubriendo el mundo.
Cuando vine a México la primera vez y conocí al hijo de Luis Buñuel, Juan Luis, porque conocía muy bien el país y Louis Malle le pidió que se sumara al grupo. Lo primero que hicimos fue comprar un Citroën usado y Juan Luis y yo manejamos 4 mil kilómetros a través de México; aunque él conocía bien el país, la mayor parte del viaje lo descubrimos juntos. Y fuimos al norte, fuimos a Veracruz donde hacía mucho frío por el invierno, así que compramos unos suéteres en una prisión de Veracruz, porque los presos hacían estos suéteres… Sí, México se convirtió en algo muy importante para todo el equipo de rodaje. Louis Malle se casó aquí, él llamó a su primer hijo, de hecho lo bautizó como Cuauhtémoc, no es un nombre muy fácil para él que es de Munich, ahora se mudó a Nueva York. El jefe de producción abrió un restaurante francés en México. Aquí yo tuve mi primera novia a la que me llevé a Alemania, a la que presioné para que se hiciera cineasta. Fue un tiempo maravilloso para todos nosotros ese año en México. Y, afortunadamente, pienso que los mexicanos no han cambiado. El país ha cambiado, la población se ha duplicado pero a cualquier lado que he ido sigo encontrando la misma calidez maravillosa, la actitud generosa hacia los extraños. Es un buen lugar para estar.
Al volver de México, en el verano de 1964, fui a Munich para comenzar la preparación de mi primera película, y una de las primeras personas a las que conocí fue a Werner Herzog. Él trabajaba en un cuarto de edición de la cineasta Leni Reiffenstal (Olympia, 1938). Ella tenía una mesa de edición que la rentaba y Werner era uno de sus clientes, en alguna ocasión vimos a la dama en las escaleras del lugar. Él hacía su primer cortometraje, él me indicaba las locaciones de mi primera película El joven Törlles en Austria, y fuimos amigos muy cercanos en todos los sentidos. Y Win Wenders vino un poco después y de alguna manera fuimos el trío restante de ese período que aún está activo.
Cada uno de nosotros sólo quería hacer su primera película, sólo una vez logramos que nos identificaran como un grupo, teníamos algunas coincidencias que nos permitían llamarnos a nosotros mismos, como sea, una escuela, una corriente, como si la gente creara una categoría para el joven cine alemán, pero nunca funcionó en lo colectivo. Cada artista es muy egoísta, a veces ególatra y sólo quiere hacer sus ideas, especialmente Werner.
Esta es la segunda película después de Mar en calma, los franceses me han pedido hacer otra película sobre la liberación de París, como ustedes saben París no fue destruida en la Segunda Guerra Mundial, pero Hitler había ordenado borrar a París, quemar París. Todos los puentes, 32 de ellos ya tenían las cargas de dinamita, así como los monumentos importantes como la Torre Eiffel, incluso la catedral de Notre-Dame, y otros así. Y fue un diplomático sueco que convenció a los generales alemanes de no destruir la ciudad. Mi película va sobre eso, cómo lograron que París no tuviera la misma suerte devastadora que vivieron ciudades de los Países Bajos, Polonia, Ucrania, y todos los lugares por donde pasó la barbarie, porque esos generales nazis no eran nada amistosos. Por eso hice esta película, creo que es muy fácil comenzar una guerra, pero difícil es pararla. Y después de eso vendrá otro proyecto, y otro, como ocurre con la vida, entonces espero poder volver pronto a México.