Tlatelolco, semillero de sabios y preámbulo de la Universidad Nacional

  • Bernardino de Sahagún hizo lo que muchos antropólogos no hacen en la actualidad: acercarse a los indígenas, hablarles en su lengua, y sobre todo, preguntar

Por Rafael Cervantes

CIUDAD DE MÉXICO, México, (N22).- 

Con
la presencia del doctor Miguel León-Portilla, ayer se inauguró el ciclo de
conferencias Tlatelolco en el siglo XVI:
Lugar de historias y saberes
, en el Centro Cultural Universitario
Tlatelolco, cuyo tema central es el Colegio Imperial de Santa Cruz de
Tlatelolco y la labor de franciscanos y nativos como pilar de la cultura en el
naciente virreinato de la Nueva España.

“Tlatelolco:
escenario de grandes realizaciones culturales” fue el tema que León-Portilla
expuso a manera de presentación general sobre lo que significó este lugar dentro
del contexto novohispano. El Colegio, fundado el 6 de enero de 1536, fue un
centro de investigación, docencia y difusión de la cultura –similar a lo que
representa hoy la UNAM–, que entre sus personajes más destacados tuvo al fray
Andrés de Olmos, fray Bernardino de Sahagún, sus alumnos Antonio Valeriano y
Martín Jacobita, y fray Juan de Torquemada, entre otros.
“Aquí
estuvo el Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, foco de alta cultura; y
ahora aquí, nuestra alma mater,
nuestra universidad, vuelve a irradiar cultura. Hay un tonalli (destino) en esto. A la máxima casa de estudios de nuestro
país le ha cabido en suerte como un destino heredar este sitio tan cargado de
historia”, manifestó el también investigador.
Ante
el auditorio lleno pasaban imágenes de un mapa de la naciente Ciudad de México
hacia 1550 –en el cual destacaba la ubicación del Colegio– y fragmentos de los huehuetlahtolli (antigua palabra)
recabados por los frailes, en lo que por aquellos años se trató de una
investigación que osciló entre lo antropológico y lo periodístico. 
Las palabras
del historiador reflejaban pasión por el tema, y la gracia con que lo contaba
convirtió el lugar en un salón de clases donde los alumnos se emocionaban con cada
anécdota. León-Portilla
habló primero de Olmos, quien por órdenes del presidente de la Real Audiencia
de México, Sebastián Ramírez de Fuenreal, se encargó de investigar todo lo
posible acerca de las antigüedades de los indios, aunque tuvo que desechar las
“idolatrías” y quedarse sólo con lo “bueno”. 
De ahí surgieron los huehuetlahtolli, que recopilaban los
consejos de los padres a sus hijos, los remedios que usaban los tepahtianimeh (médicos) para combatir
cualquier cocoliztli(enfermedad) y
las oraciones, e incluso blasfemias, para pedir a dioses como Tezcatlipoca que
cesara alguna peste.
Posteriormente
hizo acto de presencia Sahagún, autor del Códice
Florentino
. El franciscano viajó a Tepeapulco, en el actual estado de
Hidalgo, y apoyado por Valeriano, realizó una exhaustiva investigación para
escribir esta magna obra, dividida en doce libros. Los textos relacionados con
las fiestas prehispánicas fueron su primer trabajo, que a finales del siglo
XIX, Francisco del Paso y Troncoso bautizó como los Primeros Memoriales.

El
historiador no podía ocultar su admiración por Sahagún, algo lógico debido a la
titánica tarea que realizó, pues hizo lo que para él, muchos antropólogos no
hacen en la actualidad: acercarse a los indígenas, hablarles en su lengua, y
sobre todo, preguntar. 

Realizó tres tipos de cuestionamientos: aquellos relacionados
a los huehuetlahtolli, preguntas
sobre un tema en específico y lo que el entrevistado quisiera decir. De esta
manera fue como siguieron realizándose códices en Tlatelolco, entre ellos uno
que narra la Guerra del Mizton, en 1540. Además recordó que su obra, Visión de los Vencidos, se basó
principalmente en testimonios tlatelolcas recopilados por el fraile.

“‘Nosotros
lo vimos, nosotros lo contemplamos con terrible suerte y desgracia; descanso la
flecha, descanso el escudo, y fue nuestra herencia una red hecha de agujeros.
Ni con nuestras flechas pudimos sostener y defender nuestra soledad’. Es un
poema épico”, recordó tras citar un fragmento de su libro.

El
último en aparecer, pero no menos importante fue Torquemada, autor de La Monarquía Indiana, que tambiénfungió
como arquitecto e ingeniero que realizó la Iglesia de Santa Cruz de Tlatelolco
y su retablo barroco –del cual se conserva el caballo de Santiago Apóstol–, así
como la calzada de los Misterios. 

La labor de estos personajes fuevaliosa para descubrir la vida de los pueblos indígenas
previo a la llegada de los españoles, y sirvió de base para investigaciones
posteriores como las del padre Ángel María Garibay y el propio León-Portilla.

Imagen: http://bit.ly/13tcJOz
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