Distrito Federal, 24/06/13, (N22).- Falleció Laura
Bonaparte, madre y fundadora del movimiento Madres de Plaza de Mayo y quien durante la
dictadura militar argentina (entre 1976 y 1983) sufrió el asesinato de su
esposo, el doctor Santiago Bruschtein, quien fue llevado después de un brutal
allanamiento en su casa por los militares y asesinado. Así como la desaparición
de tres de sus cuatro hijos, que fueron secuestrados y desaparecidos: Aída
Irene y Víctor Bruschstein Bonaparte.
Bonaparte, madre y fundadora del movimiento Madres de Plaza de Mayo y quien durante la
dictadura militar argentina (entre 1976 y 1983) sufrió el asesinato de su
esposo, el doctor Santiago Bruschtein, quien fue llevado después de un brutal
allanamiento en su casa por los militares y asesinado. Así como la desaparición
de tres de sus cuatro hijos, que fueron secuestrados y desaparecidos: Aída
Irene y Víctor Bruschstein Bonaparte.
Lo mismo sucedió con sus yernos
Adrián Saidón, esposo de Aída; Mario Ginzberg, de Irene, y Jacinta Levi, de
Víctor Bruschtein Bonaparte.
Sólo le sobrevivió su hijo Luis
Bruschstein, y su familia, salvados por el exilio forzoso, fue así como también
pudieron salvarse los nietos de Laura “milagrosamente”, como ella relataba.
Porque cada uno de los niños se salvó como «si hubieran manos o alas que los
protegieran, cada caso fue una historia desgarrante”.
Después de eso Laura nunca
pudo sobreponerse a esa tragedia, pues interrumpió una vida familiar, donde con
sus hijos tuvieron libertad de elegir lo que querían hacer.
Laura Bonaparte era psicoanalista, luchadora política desde muy joven, como
toda su familia que vivía en Paraná, Entre Ríos, y hace pocos años comentó que
“mi vida es una desmesura, no podría relatarla yo sola”.
Laura escribió un artículo titulado «Argentina: un silencio abrumador», en
el que narraba uno de los momentos emocionantes, al conocer una parte de la
historia de cómo se había salvado el hijo de Aída.
Hace tiempo comentó en una
entrevista que “han pasado ya 29 años, sin embargo, todo me pega como reciente.
A veces pienso que aunque no lo reconozca sigo esperando a mi hija, a su
compañero, con los brazos ocupados por su bebé. Han pasado ya 29 años de este
brutal episodio. El bebé al que su padre le salvó la vida ya es un joven
hombre. Es bello, generoso y muy inteligente. Es hijo de esa pareja de jóvenes,
ambos de un altruismo enorme. Para mí el pasado y en el futuro hubieran quedado
fuera del tiempo, suspendidos, en una mirada o en horribles estampidos”.
Y agregó que “es aquel
recuerdo terriblemente doloroso, con otro dolor, es también por la confirmación
que aquello, el acto infame de la matanza brutal, efectivamente existió. Seres
que existieron para vivir y para que otros vivan. No deja de asombrarme ese
énfasis casi fanático por conocer toda la verdad. Tal vez espero que alguien
con el mismo énfasis, me diga: Laura estás equivocada, tus hijos viven, nadie
murió, la gente no es tan cruel como crees, deja de pensar mal de la gente, los
militares no eran así como aparecen. El silencio es abrumador.”
Laura era una luchadora
incansable de la vida y los derechos humanos.
Fue una psicóloga brillante y una luchadora política desde muy joven.
Hasta hoy, hacía frente a su enfermedad que la alejó de
todos, pero nunca perdió la esperanza de encontrar algún día a sus seres
queridos.
todos, pero nunca perdió la esperanza de encontrar algún día a sus seres
queridos.
Fuente: La Jornada.
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