Stanford señaló la manera en que la jarana yucateca sigue siendo un tipo de son, resultado de las luchas culturales y la Guerra de Castas.
Antes de escuchar una muestra de sus grabaciones de campo, declaradas Memoria del Mundo por la UNESCO y preservadas en la Fonoteca Nacional, el etnomusicólogo explicó el origen quechua que existe detrás de la palabra jarana y sus características, entre las que se encuentran sus tres secciones de música y ser el único género que se zapatea y es bailable.
“En Yucatán la palabra jarana hace referencia a una fiesta ya sea bodas, santos, bautizos y funerales, pero también a un género musical que suele interpretarse por una orquesta jaranera con saxofón, trombón, trompeta, timbal, clarinete, bongo y batería”.
El primer ejemplo musical fue un zapateo tabasqueño conocido como Mama Inés, proveniente del municipio de Nacajuca, el cual exhibió el resultado del contacto entre chontales y mayas.
Los asistentes también disfrutaron de sones mayas y se apreció la diferencia entre la música mayapax, conformada por sones antiguos utilizados en rituales mayas católicos, y las jaranas del resto de la Península, que son más bien festivas.
Producto de un recorrido por más de 50 comunidades mayas en busca de las particularidades de la jarana yucateca, Stanford presentó grabaciones realizadas entre la década de los ochenta y noventa en las que se identificaba el sonido ejecutado por pequeñas bandas y grandes orquestas.
Las grabaciones de jarana yucateca presentadas por Thomas Stanford pertenecen a una colección integrada por cerca de cinco mil registros sonoros documentados por el propio etnomusicólogo entre 1956 y 2002.
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