«Arte nazi» es un libro cartonero con vasto contenido analítico


Por Marcos Daniel Aguilar (@Alephcircular)

Distrito Federal, 26/10/12, (N22).-   

Hace seis años el escritor peruano Santiago Roncagliolo
publicó por primera vez su ensayo Arte nazi, un breve pero ameno análisis del
nacimiento, auge y decadencia del partido nacional socialista en Alemania y de
los emblemas que se convirtieron en los iconos de una de las etapas más
interesantes pero a la vez más atroces de la humanidad.

En este 2012 la editorial cartonera Meninas
reeditó este ensayo dividido en cinco capítulos en donde Rocangliolo se
pregunta ¿por qué es tan apasionante hablar y volver a hablar sobre Adolf
Hitler?, ¿sobre el nacismo? Resulta que para muchísimas personas es un tema muy
atractivo, y el ensayista peruano devela que esta fascinación se debe a que
todo fue una puesta en escena que el mismo Adolf Hitler construyó, no por medio
de una ideología razonada, sino por impulsos irracionales de un hombre que se
creyó el elegido para llevar a su nación a ser la más poderosa de occidente.
En
este libro Roncagliolo posiciona al miedo de los ciudadanos alemanes y de los
mismos miembros del partido Nacionasocialista como el motor que desembocó en la
dictadura de Hitler, en el Holocausto judío y en la Segunda Guerra Mundial,
pues los individuos tuvieron pavor de no ser considerados por el poder
protector del Fürher, pero también sintieron miedo al castigo de éste. El mismo
miedo a la muerte y a la aniquilación actuó en la mente del caudillo, pues al
ser él mismo un soldado derrotado en la Primera Gran Guerra, se forjó en él la idea de no ser oprimido, destruido, por otras potencias, culturas o
religiones diferentes, por lo que Hitler se volvió un ente ultra conservador
de las tradiciones y de la supuesta “raza alemana”.
Santiago Roncagliolo
asegura en su texto que esos más de diez años de gobierno nazi fueron sólo un
montaje teatral, una puesta en escena de unos niños que jugaron a ser soldados
y gobernantes. Hombres frustrados que exigieron sus caprichos sin inteligencia,
por lo que el odio y represión hacia los intelectuales, artista y escritores
era algo lógico. Fue un gobierno ignorante que montó discursos y
palacios sin bases sólidas para sostenerse. Según Roncagliolo el gobierno
nacional socialista inventó ese nombre para atraer no sólo a los conservadores orgullosos de su nacionalismo, sino para atraer a los comunistas y socialistas radicales;
además, estos políticos casi nunca construyeron insumos políticos, sino que
inventaron simuladores para hacer creer a sus ciudadanos y al mundo que eran un
Estado fuerte.
Entre estos simuladores apoyados por Hitler el peruano señala dos propuestas que sí lograron trascender, a pesar de tener como objetivo la
propaganda de este gobierno genocida. Se trató del ingenio de la directora de
cine Leni  Riefenstahl, quien dirigió con
maestría ese falso documental sobre el partido de la esvástica llamado El triunfo de la voluntad y otro más sobre
los juegos olímpicos bajo el título de Olympia.
Asimismo, las edificaciones arquitectónicas de Albert Speer lograron impresionar al mundo con
lo más vanguardista del momento, ya que lo fusionó con simbolismos de las culturas
clásicas, logrando construir gloriosos monumentos que evocaban todos los
tiempos. Sin embargo, los casos de Speer y Riefenstahl fueron granos de arena
en una playa en donde el arte visual de vanguardia fue satanizado y en el peor
de los casos destruido, y fue el tiempo en que las cursis escenas de alemanes
campiranos y de cuentos populares con paisajes montañosos ocuparon el ancho de
las expresiones que el nacional socialismo quiso explotar.
Obvio, estas
expresiones carentes de representación de lo verdaderamente alemán no
sobrevivieron después de la caída del gobierno nazi. Santiago Roncagliolo asegura que
este gobierno trató de aniquilar movimientos como el expresionismo. El autor
peruano dice que era exactamente el expresionismo lo que mejor reflejaba a la
sociedad germana, ese dolor, oscurantismo y tormento. Entonces ¿cuál era la
estética nazi? El arte nazi era una ética y una estética sólo de pose, un
esqueleto vacío, carente de expresión, de contenido y filosofía. Era un arte
que no mostraba las reales manifestaciones humanas, entonces era un arte
deshumanizado como su política y sus acciones. Un globo que con el primer
piquete simplemente reventó.
Santiago Roncagliolo, Arte nazi, Meninas cartoneras,
España-Chile, 2012.      

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