La Sala Nezahualcóyotl de Ciudad Universitaria fue el escenario donde la
tarde-noche de ayer se celebró una fiesta llena de flor y canto que unió la palabra sin distinción de raza,
pensamiento o color de piel.
El V Festival de Poesía Las Lenguas de América. Carlos Montemayor, congregó a doce
poetas provenientes de países como Brasil, Canadá, Colombia, Ecuador, Guatemala
y México, tanto en lenguas indígenas como europeas.
Ante una sala que poco a poco se llenaba con un público en su mayoría joven,
Miguel León-Portilla se encargó de la apertura del evento. El investigador emérito
de la UNAM recordó a los asistentes, que los antiguos mexicanos usaban la
metáfora in xochitl in cuicatl (flor
y canto) para referirse a las artes, especialmente a la poesía. Luego recitó su
poema Ihcuac tlahtolli ye miqui (Cuando muere una lengua), en náhuatl y
en castellano.
Las conductoras zapotecas Natalia Toledo e Irma Pineda, saludaron al narrador
y ensayista Carlos Montemayor, promotor de este encuentro fallecido en 2010,
“dondequiera que esté”.
Enseguida, flores por todos lados: decorando el
escenario, dejando escapar el aliento, flotando en el aire, pues tocó el turno a Mikeas Sánchez poeta
chiapaneca hablante de zoque, quien declamó Te’
kojamawirübajanatsame’iswyejkuy’omo (El alma
retorna al grito del silencio); para luego dejar su turno a Fredy
Chikangana, indígena quechua proveniente del Cauca, Colombia.
“Somos el fuego de estrellas que se desprenden de la bóveda azul,
anunciando el nuevo tiempo; aquí estamos tejiendo el círculo de la mariposa
amarilla, sembrando agua en los lugares desiertos…”, decía su poema Samaypisccok o Espíritu
de pájaro en español.
Agradeció al etnólogo José del Val–otro promotor del recital– su invitación.
Celerina Sánchez Santiago, hablante de ñuusavi (mixteco), participó con Kutuiniñatsikánùú(Saciar
la libertad). La pasión con que declamaba despertó la sensibilidad de la
concurrencia: “… mujer piel de cacao, mujer de roca profana, la barrera
conviértela en lluvia, en caricia para sacudir conciencias terrenales; mujer
nube, mujer viento, mujer lluvia agita tus alas y emprende tu vuelo hacia la
libertad”.
Con poemas como Ndakjuéna
(Llámame), otro poeta que tocó las fibras más sensibles fue Juan Gregorio
Regino, mazateco originario de Soyaltepec Oaxaca: “Llámame cuando sientas que
el susurro de la noche fría te desnuda o cuando el silencio bese tu boca llenándola
de inquietud…”, palabras que arrancaron suspiros y espontáneos “¡bravo!”
entre los asistentes, pues como el mismo Regino lo reconoció en otro de sus
poemas: “te lo digo en mazateco porque hay cosas que no se pueden decir en
castellano”.
Por su parte Humberto Ak’ Abal, maya quiché guatemalteco recitó versos
fuera de lo convencional, los cuales no tenían traducción, ya que eran “más
para sentir que para entender”. Tal fue el caso de Canto de pájaros, en el cual imitaba los sonidos de las aves, pues
“en maya quiché los nombres de los pájaros son dados por los sonidos que
emiten; por lo tanto, se canta con ellos”, explicó.
En lenguas indígenas también participaron Enriqueta Lunez, con el poema
en tzotzil Vaychiletik (Sueños), y las ecuatorianas Yana Lucila
Lema, de hablakichwa, con Kayshuk (Otra cosa); y María Clara SharupiJua,
hablante de shuarchicham y su poema Ayaenenteijaitayi
(Llegó UTOPÍA), quien ante la imagen
de Carlos Montemayor hizo una reverencia al concluir su participación.
El Festival, surgido en 2004 y celebrado cada dos años, además de ser un
espacio para la revalorización y reconocimiento de las lenguas originarias del
continente, también lo es para las cuatro lenguas europeas que tanto han
aportado a la literatura universal: francés, inglés, portugués y español, representadas en
esta edición por los canadienses Guy Cloutier y Hugh Hazelton, respectivamente;
el brasileño Antonio Carvalho de Miranda y el mexicano Eduardo Lizalde, quien
cerró el festival con poemas como Tercera
Tenochtitlan y La Caja Negra.
Imagen: http://bit.ly/RU3ujX
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