Ciudad de México, México, 02/10/12, (N22).- Apostar por la energía nuclear en México como una opción para enfrentar la disminución de las fuentes tradicionales (combustibles fósiles), conlleva la cancelación del desarrollo de las renovables o, por lo menos, el aplazamiento de su uso, con las consecuencias económicas, sociales y ambientales que eso significa.
Así lo consideró Fabio Manzini, del Centro de Investigación en Energía (CIE) de la UNAM, quien tras años de estudio elaboró –a partir de un ejercicio científico conocido como prospectiva– escenarios futuros basados en la premisa de la sustentabilidad, que indica que se debe proporcionar la energía necesaria a las generaciones presentes y futuras.
Los requerimientos primarios en México se satisfacen actualmente con una oferta interna bruta distribuida de la siguiente manera: 88 por ciento con combustibles fósiles (petróleo, gas natural, carbón), 10.5 por ciento con energías renovables (hidroeléctrica, geotérmica, eoloeléctrica y otras generadas con bagazo de caña y leña) y 1.5 por ciento con nuclear. No obstante, el país cuenta con enormes recursos para desarrollar las renovables.
“Nuestro territorio se ubica dentro de las cinco mejores zonas de insolación del mundo para aprovechar la solar. De igual manera, se podría explotar la eólica del Istmo de Tehuantepec, y la geotérmica”, aseguró.
Asimismo, la oferta en el sector se podría diversificar con el empleo de la minihidráulica y oceánica, de los litorales y del Golfo de Cortés, en Baja California, y sólo con el potencial de la biomasa, se cubrirían dos terceras partes de la energía primaria que demanda el país.
Tres escenarios
Ante un panorama basado en la quema de combustibles fósiles, y si se consideran las cifras oficiales de las reservas probadas de petróleo, Manzini ha formulado tres escenarios: tendencial, de bloques y sustentable.
En 2009, México reportó reservas probadas de petróleo por 14 mil 308 millones de barriles (un barril tiene 169 litros), probables por 14 mil 516 millones, y posibles por 14 mil 738 millones. Esto suma 43 mil 562 millones de barriles.
“El problema es que las únicas que pueden satisfacer la demanda son las probadas, que desde el 2000 han disminuido a una tasa anual de seis por ciento”, informó.
El primer escenario sugiere que, al verse reducidas las probadas, se impulse la tendencia a emplear la energía nuclear y otros combustibles fósiles en la generación de electricidad, toda vez que aquélla aparece en el escenario como la única que pudiera sustituir al petróleo.
“Los responsables de las decisiones energéticas del país saben que el petróleo se acaba, pero apuestan por la variable nuclear, en vez de hacerlo por las renovables. Caen en la trampa de la industria nuclear que se publicita como ‘limpia’, pese a que todavía no tiene resuelto el problema de sus desechos”, dijo Manzini.
Respecto del escenario de bloques, refirió que guarda la misma proporción que imprimen los bloques comerciales en el plano mundial. Es decir, las necesidades energéticas de los países hegemónicos imprimen cierta dinámica a las tendencias de tecnología, producción y consumo energéticos.
“Antes, el país hegemónico era Estados Unidos, pero ahora Asia (China, Japón, Corea) adquiere primacía. Otros bloques son Europa y Rusia. Se espera que, en términos económicos, América Latina, sin México, que aún no forma parte del Mercosur, logre ese rango.”
Desde la perspectiva de Manzini, el escenario sustentable da prioridad a la producción de energía mediante la explotación de fuentes renovables bajo cuatro premisas: aprovechar las locales, preservar los sistemas naturales para evitar los efectos del cambio climático (las renovables son las que menos gases de efecto invernadero emiten por unidad de energía generada a lo largo de su ciclo de vida), lograr abastecer a grandes núcleos de población, y reducir los riesgos en seguridad del abasto.
Adicionalmente, este esquema contribuiría a evitar conflictos geopolíticos entre países con una desigual distribución geográfica de los recursos energéticos.
El país que queremos
La estrategia nacional de energía plantea que 35 por ciento de la generación de electricidad para 2024 deberá llevarse a cabo con fuentes realmente limpias, las renovables: eólica, solar térmica de concentración y solar fotovoltaica, entre otras.
Además, el hecho de que la demanda de electricidad en México haya sido por debajo de las expectativas y, en cambio, la oferta haya crecido, trajo como consecuencia un exceso de capacidad instalada.
Esto recibe el nombre de margen de reserva ocioso. En un país con un sistema eléctrico nacional bien planeado, ese margen no supera 15 por ciento; en el caso de México alcanza casi 50 por ciento, apuntó Manzini.
Un beneficio inesperado de este amplio margen de reserva es la oportunidad de disminuirlo mediante la construcción de plantas de generación de electricidad con fuentes renovables de energía, varias de las que, debido a la naturaleza intermitente del recurso, necesitan un respaldo adicional mediante capacidad firme (que provendría de la capacidad ociosa hoy existente)
Según el investigador, los tomadores de decisiones y sus equipos deberían visualizar cómo será el país a largo plazo, por ejemplo, en el 2050.
“El petróleo no se acabará en ocho o nueve años, como indica la ecuación de reservas entre la producción, porque se descubrirán más yacimientos o se usará menos el crudo; lo que se acabará es el petróleo barato. De manera que habrá una gran oportunidad de hacer más asequibles las fuentes renovables para que se empleen en mayor medida”.
Fuentes alternas de energía
Una gran planta solar fotovoltaica en el desierto de Sonora, con una superficie de 33 por 33 kilómetros, podría tener toda la potencia eléctrica con que cuenta hoy el país.
Hace seis años, se empezó a explotar efectivamente la energía eólica del Istmo de Tehuantepec, y ahora ya se tienen 519 megawatts instalados, el cuatro por ciento de los que tiene la India. En cuanto a la geotérmica, ya se generan 965 megawatts.
Una forma de cumplir con la meta impuesta para 2024 y tender hacia la sustentabilidad del sector, es construir plantas de generación de electricidad con fuentes realmente limpias, las renovables. Algunas, incluso, desarrolladas a partir de tecnología nacional.
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