Un «León de las Montañas» de Almoloya de Juárez

Por Rafael Cervantes
DISTRITO FEDERAL, México, 29/08/12,(N22).- Almoloya de Juárez es algo más
que una extensión de la zona metropolitana de la capital mexiquense, Toluca. Al
salir de esa parte de la ciudad, tomando la carretera que va a Zitácuaro, se
abre ante los ojos uno de los paisajes más hermosos del estado, que bien puede competir
con cualquier otro del país.
En el ambiente lúgubre de la
época de lluvias se abre un panorama verde, primero con los campos de cultivo
que producen la semilla con que los dioses hicieron al hombre: el maíz. Luego,
el contraste de verdes comienza gracias a cedros, pinos, ocotes, capulines y
sauces, testigos eternos de muchas batallas, unas por la ideología, otras por
la patria, unas más por la libertad; y
las más importantes, aquellas que son por la supervivencia.
Éstas últimas se reflejan en la
evolución de una parte de este municipio, pero también del estancamiento de
otra, donde se sigue viviendo de la agricultura y la ganadería, y donde muy
poco se sabe del mundo occidental.
Su nombre proviene, como otros
tantos de regiones conquistadas por los mexicas, del náhuatl. Significa “lugar
donde mana la fuente de agua”, debido al manantial en cuya orilla se asentó la
parroquia de San Mateo Tlalchichilpa –famosa por su pirotecnia–, en el año
1600. Ya en el México independiente, con Melchor Múzquiz como gobernador del estado,
recibió el nombre de Almoloya el Grande; sin embargo, en 1874 uno de sus
sucesores, Silvano García, nombró al municipio “de Juárez”, convirtiéndose en
la primera población del país en llevar el apellido del Benemérito de las Américas.
No obstante, Almoloya se hizo
célebre durante la Guerra de Reforma, por ser el centro de aprovisionamiento de
los jinetes del ejército liberal, gracias a sus famosos talabarteros. Inclusive
el León de las Montañas, Nicolás
Romero, se refugiaba en esta población, de donde eran originarios varios de sus
compañeros, como alguna vez “dio fe” el propio García, que por aquellos años
era notario público de la ciudad de Toluca y conoció en persona al guerrillero.
Actualmente aun existen hay regiones
aisladas, que están a kilómetros de la cabecera municipal. A la manera del
general Romero en su guerra de guerrillas contra los invasores franceses, hay
que subir y descender por veredas, unas arcillosas, otras llenas de filosas
piedras, embarrarse de lodo, caminar de una hora y media a dos hacia lo más
alto de los montes para llegar a las comunidades más apartadas, tan alto que
las nubes se ven para abajo. Las lluvias torrenciales del
verano tornan peligroso el camino para los principiantes, camino que ya es
rutina para los habitantes del lugar, ya sea a pie, a caballo o en burro.
El acceso a comunidades como El
Jacal o Cerro de la Luna ponen a prueba la resistencia de quien las visita; por
muy colectivos que sean los taxis no llegan hasta allá, por lo tanto, hay que
hacer méritos para ganarse también el mote de León de las Montañas. Aunque ya en éstas, nada como disfrutar del
“manjar de la montaña”, unos quelites, ya sean fritos o crudos, acompañados de
cebolla y jitomate picados, con un poco de limón y una salsa de chile pasilla.
Imagen: http://bit.ly/Rn2cKb
12MAG 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *