Catorce esculturas sacras del siglo XVIII regresarán a localidades de Yucatán

Distrito Federal, 20/08/12 (N22).-
Luego de cuatro meses de trabajos de restauración, un conjunto de 14 esculturas de arte sacro de principios del siglo XVIII, volverán a partir de este fin de semana a sus comunidades de origen en el estado de Yucatán, ante el beneplácito de los pobladores que se acercaron a especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) para solicitar la atención de las imágenes que veneran.

El conjunto de tallas policromadas, que pertenecen a las localidades de Chichimilá, Tixcacalcupul, Izamal, Motul y Sacalum, incluye ensambles escultóricos, entre los que destaca el dedicado a Santiago Matamoros o Santiago Apóstol, que se compone de una base, un caballo, la figura del santo y de un moro rendido debajo del equino (de 1.75 m de alto por 1.40 de ancho).

También hay un Santo Sepulcro y dos cristos (un Nazareno y otro resucitado), estos tres de tamaño natural; además tres crucifijos, una Virgen con el Niño Jesús, y otras figuras de San Pedro, San Francisco y la Virgen de los Remedios, piezas cuyas dimensiones van de los 60 cm hasta 1.80 m de altura.

La restauradora Giovana Jaspersen, coordinadora del equipo de restauración del Centro INAH Yucatán, expresó que en torno a estas piezas existe una gran devoción, pues algunas de ellas representan al santo patrono de varias comunidades.

“Es el caso de Chichimilá, donde se rinde culto a la imagen de San Francisco, mientras que en Tixcacalcupul existe gran devoción por Santiago Apóstol, y en Izamal se venera a la Virgen de los Remedios.

A partir del próximo sábado y durante este mes, las esculturas volverán paulatinamente a las poblaciones a las que pertenecen, luego de que se concluyó un acucioso proceso de restauración, efectuado por un equipo de 20 personas, 12 de ellas estudiantes de la licenciatura en Restauración de Bienes Muebles de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente.

Respecto al trabajo técnico, la restauradora detalló que los deterioros de las obras están estrechamente relacionados con su función social y religiosa, además de otros causados por malas intervenciones hechas con anterioridad.

Entre éstas comentó los múltiples repintes de algunas piezas, pues encontraron hasta ocho capas sucesivas de policromía, como fue el caso del caballo de Santiago Apóstol.

También se identificó la aplicación de pastas de resane, la deficiente unión de fragmentos, la reposición de elementos con materiales de mala calidad, fracturas asociadas al movimiento continuo y manejo durante fiestas y procesiones, y se encontraron huellas de policromías originales totalmente lijadas.

La restauradora Giovana Jaspersen destacó el caso de la escultura del Santo Sepulcro, de tipo articulado, llamada “del Descendimiento”, porque se trata de obras que permanecen clavadas en la cruz durante todo el año y en Semana Santa se bajan para llevarlas en procesión.

“Esta imagen tiene articulaciones de piel en el cuello, hombros, codos, rodillas y tobillos, para dotarla de movimiento y que pueda representar los distintos pasajes de la Pasión de Cristo. Este tipo de cuestiones causaron un severo daño a la figura, debido a que las articulaciones se rasgaron y los mecanismos de madera se rompieron, por lo que fue necesario reponerlos, a fin de que la pieza recuperara su función”.

La especialista del INAH señaló que los procesos de restauración se enfocaron a resolver todos estos problemas y, a la par, se impartieron talleres de conservación a las comunidades, con el fin de orientarlas sobre el cuidado de las esculturas y cómo utilizarlas durante las procesiones, para evitar futuros daños y garantizar su preservación.

“Mediante el establecimiento de programas de conservación preventiva para cada una de las imágenes, se podrá dar continuidad al culto sin imponer restricciones. Además, se hicieron trípticos y carteles en los que se ofrece información a los pobladores sobre el mejor cuidado de las tallas”.

Algunas de las piezas se restauraron in situ, como fue el caso de las obras procedentes de Tixcacalcupul, debido a que la comunidad pidió que los trabajos se realizaran allá, mientras que otras se atendieron en los talleres del Centro INAH-Yucatán, con apoyo del Programa de Desarrollo Cultural Municipal del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán. y los ayuntamientos de cada municipio. Asimismo, en ocasiones, la sociedad civil se organizó para reunir fondos y completar el presupuesto.
 

Para celebrar el regreso de las piezas a las comunidades, se preparó una obra de teatro en lengua maya y español, como una herramienta de difusión para su conservación, en tanto que las poblaciones han organizado diversas actividades que comenzarán este sábado 18 de agosto en la comunidad de Izamal, con la realización de una procesión, una misa y una kermés que les permita reunir recursos para poder restaurar otra imagen.

En el resto de las poblaciones se realizarán exposiciones fotográficas sobre los procesos de restauración y se exhibirán las piezas atendidas, además de ofrecer pláticas sobre el trabajo realizado.

De igual manera, Giovana Jaspersen dictará una conferencia el 31 de agosto, a las 20:00 horas, en la Ermita de Santa Isabel, en el centro de Mérida, titulada Conservación y restauración de escultura yucateca en culto: materia, símbolo y función.

“El proyecto resulta un parteaguas para el Centro INAH-Yucatán, pues es la primera vez que trabaja en un proyecto de participación social, marcando una nueva línea de trabajo que pueda traducirse en una responsabilidad compartida, orientada a la autogestión patrimonial por parte de las comunidades”, concluyó la especialista.

12MAG

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