Mayas, que eran hábiles astrónomos, no predijeron el fin del mundo

Distrito Federal, 15/06/12 (N22).-Aunque los mayas eran observadores muy cuidadosos del cielo y maestros en el arte de registrar el tiempo, nunca predijeron el fin del mundo. Es decir, la fecha de cuenta larga 13 0.0.0.0. no representa la llegada de un cataclismo, o el término de los tiempos proveniente del cielo, explicó Jesús Galindo Trejo, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.
Por el contrario, esa cultura pudo haber escogido el inicio de su cuenta larga, de tal forma que esta fecha maravillosa, el treceavo baktun (el baktun es la unidad de mayor duración del sistema calendárico maya conocido como cuenta larga. Equivale a 144 mil días, aproximadamente unos 394 años), coincidiera con el tránsito de Venus de 2012.
El arqueoastrónomo planteó la posibilidad de que el pretendido fin del mundo, que se ha divulgado para finales de este año, bien pudo relacionarse con este fenómeno astronómico. Aún así, hay propuestas diferentes para el inicio de la cuenta larga, lo que demuestra la falta de información para que aclarar esa duda.
Galindo Trejo explicó que las observaciones del planeta fueron sumamente significativas para los mayas. “En toda la época prehispánica, sólo ellos pudieron proporcionar este tipo de información, los periodos de observación, o la relación de aquél con el astro rey. De hecho, ninguna región mesoamericana puede negar la importancia que tenía el Sol”.
Para los mayas, Venus era muy importante. Ellos pudieron haber observado a simple vista su movimiento, porque en el norte de Yucatán el horizonte es tan plano que una salida o puesta de Sol se puede ver directamente, sin filtro, pues la atmósfera baja filtra la intensidad luminosa, explicó.
El universitario mencionó que ese planeta está ampliamente representado en la cultura prehispánica. Su glifo está plasmado en la torre del Palacio de Palenque, Chiapas, y en una banca en la ciudad de Copán, Honduras, donde se representa abrazado por un guerrero maya.
También, en el edificio conocido como El Palacio del Gobernador en Uxmal, Quintana Roo, se observa gran cantidad de mascarones con el mismo glifo, al igual que en una calabaza de cerámica del museo regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en Mérida. Además, en varias páginas del Códice Dresde, se registra la observación con notable meticulosidad.
“Hace más de 15 años fuimos a Mayapán, Yucatán, a fotografiar un fragmento de pintura roja sin mayor interés, para el proyecto de La Pintura Mural Prehispánica en México. Unos años después regresamos, y los arqueólogos del INAH habían descubierto una pintura mural sumamente astronómica”, recordó.
Está sobre un muro que va de Este a Oeste, que se encuentra adosado a la pirámide. Se trata de unos paneles rectangulares, como de tres metros de largo y uno de alto; en el centro aparece un disco solar amarillo, con rayos rojos, a los lados, dos personajes con espadas o lanzas, que aparentemente custodian al astro rey, y dentro de cada sol, aparece un personaje armado que desciende al interior.
“De un lado el mural ve al norte, y del otro al sur; el Sol nunca aparece por ahí, porque lo hace por el oriente y se oculta por el poniente. Bajo estas circunstancias, el astro ilumina, lateralmente y en forma rasante, su propia representación en el mural en abril 9 y septiembre 2. Aparentemente, estas fechas se habrían escogido porque dividen al año solar en cuentas de días expresables por medio de los números que definen al sistema calendárico mesoamericano”, explicó.
Los mayas fueron maestros en el registro de periodos de observación de planetas, como Venus; “lo que ocurrió hace unos días está bien calibrado en las tablas del Códice Dresde. Si uno observa el planeta (que es el cuerpo que más brilla por las noches en el cielo después de la Luna) a lo largo de algún tiempo, a veces no es posible apreciarlo porque se interpone entre nosotros y el Sol, y poco después será momento en que pase de ser estrella de la tarde, a estrella de la mañana”.
Con todos esos estudios, reveló el investigador del IIE, “para 2004 ya teníamos planteada nuestra hipótesis de trabajo: probablemente lo que está adentro de los soles de Mayapán podría representar a una deidad venusina, y ello se podría explicar con un tránsito de Venus”.
Así, refirió, se buscó la época en que se pintó el mural, para saber si entonces hubo algún movimiento que pudiera haber servido de musa para la pintura. Entre los siglos XII y XIV sucedieron cuatro, y dos de ellos pudieron haber sido la inspiración, pues acontecieron en el ocaso del planeta en el horizonte.
“En 2004 intentamos registrar el Tránsito de Venus, pero el mal tiempo lo impidió; pero el 5 de junio de 2012, desde Mayapán pudimos observarlo a simple vista dentro del Sol, en el momento de tocar el horizonte”.
Galindo mencionó que la astronomía altamente especializada se realizaba con esmero en el México prehispánico, y en muchos casos fue fundamental para que una sociedad funcionara.
Los astrónomos en el pasado, y en la actualidad, no miraban simplemente por curiosidad, o para apreciar la belleza del cielo. Por lo general, esa actividad genera información que fue útil para desarrollar aspectos fundamentales para una civilización, como el calendario, un producto social, cultural, que registra el tiempo a partir de la observación sistemática de algún objeto en el cielo, concluyó.

Imagen: http://bit.ly/KHcrb1

12MAG 

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