DISTRITO FEDERAL, México, (N22/Conaculta).-
En sesión pública solemne acontecida este jueves 22 de marzo, la Academia Mexicana de la Lengua rindió homenaje luctuoso al poeta nayarita Alí Chumacero, quien ocupara la silla 34 de esta institución, misma que será entregada al escritor Hugo Gutiérrez Vega.
Con la presencia de Jaime Labastida, Gonzalo Celorio, Vicente Quirarte, Adolfo Castañón, Miguel Capistrán, así como los hijos y nietos de Alí Chumacero, fueron recordadas anécdotas y andanzas de quien fuera considerado uno de los autores más importantes de la creación poética mexicana.
Gonzalo Celorio participó en la ceremonia leyendo un texto en representación del escritor Arturo Azuela, quien se encuentra delicado de salud, quien evocó cuando solía ver a mediados de los años cincuenta a Alí Chumacero en la Plaza México, disfrutando de una corrida de toros.
“Te encontraba también en los restaurantes rodeado de Octavio Paz, Joaquín Diez Canedo, Abel Quezada y Jaime García Terrés, desafiando la cabellera blanca de Renato Leduc”, mencionó en el texto Azuela.
Vicente Quirarte, aseguró que la verdad fue siempre una de las obsesiones y cortesías de Alí Chumacero. “Discreto más implacable, cuando alguien comenzaba a hacer uso de la palabra, miraba su reloj y apuntaba la hora en una tarjeta, al termino de la intervención mostraba que lo esencial puede y debe ser puesto en pocas palabras.”
Quirarte dijo que en ese apego a la brevedad y la contención reside uno de los secretos de Alí Chumacero, quien fue el más público de nuestros hombres de letras y paradójicamente el más secreto de nuestros poetas”.
“Supo separar los trabajos y los días del padre, del esposo y el amigo, de la inmersión solitaria en profundidades donde buscaba, no solución sino interrogantes al drama humano que le correspondió expresar y que lo llevó a consolidar una obra tan breve como imprescindible, tan dura como clara.”
Adolfo Castañón, leyó el texto titulado Alí Chumacero a Lápiz, en el que asegura que el nombre del poeta nacido en Acaponeta, tiene un resplandor como si hubiera salido de las páginas de Las mil y una noches.
“Descubrí por primera vez su nombre como firmante en numerosas publicaciones y después como devoto de San Prólogo, y responsable de ediciones de la Imprenta Universitaria y el Fondo de Cultura Económica.”
Castañón recordó cuando Chumacero, junto con Lepoldo Zea y José Luis Martínez, fundó la revista Tierra Nueva en 1944 y en cuyo primer número publicó su poema De amorosa raíz, a cuyo texto, sintomáticamente no le corrigió ni una sola coma a lo largo de las ediciones.
“Alí vivía la poesía y la literatura no como un deber sino como un descanso, una pausa, una diversión, un vagabundeo. Su pasión por las letras, en cuya cruz tipográfica supo clavarse jovialmente no le quitó nunca el buen gusto y el buen humor.”
Finalmente, Miguel Capistrán, recordó que Chumacero, en su faceta de bibliógrafo, era de la misma estirpe de quienes se dieron a la tarea interminable de preservar los testimonios impresos de quienes han ido creando al paso del tiempo el corpus de la literatura producida en estas tierras.
“Este Alí consagrado al oficio de editor y que era para él puro deleite, es al que más vivamente recuerdo como un hombre dadivoso con sus conocimientos, su tiempo y su impresionante y magnífica biblioteca que abría sin reparos a todo aquel que estuviera necesitado de consulta en libros raros escasamente conseguibles.”
“Alí Chumacero era después prácticamente parte del inventario de la editorial del Fondo de Cultura Económica, a la que le entregó su vida de total y apasionada manera hasta su final.”
Y agregó: “De su cabal conocimiento de las letras mexicanas del siglo pasado, Chumacero nos obsequió numerosas ediciones, destacamos esa vocación de amante de los libros que lo convertían en un obrero de las letras, como el mismo se auto designaba.”
Foto: http://bit.ly/GM6b1Y
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