Redacción/CDMX
Las interfaces cerebro-computadora (BCI) representan una de las tecnologías más prometedoras para mejorar la calidad de vida de personas con discapacidades.
Durante años, estas herramientas han avanzado en permitir el control de prótesis y dispositivos mediante señales cerebrales.
Sin embargo, la posibilidad de experimentar sensaciones táctiles reales ha permanecido fuera de su alcance.
Un reciente estudio, liderado por el Grupo de Investigación de Biónicas Cortical, marca un importante hito al permitir que dos pacientes experimenten sensaciones táctiles complejas a través de un brazo biónico, lo que podría transformar radicalmente este campo.
El estudio se centró en dos pacientes con lesiones medulares que habían perdido la capacidad de controlar sus extremidades.
A través de implantes BCI colocados en regiones cerebrales responsables del movimiento y el tacto, los investigadores lograron decodificar las señales asociadas al control manual y desarrollar un método para codificar sensaciones táctiles.
Durante los experimentos, los pacientes pudieron distinguir bordes, formas 3D y movimientos en los dedos robóticos del brazo biónico.
Este avance demuestra que es posible replicar sensaciones específicas y complejas mediante tecnología BCI, superando los logros previos en este campo.
El proceso técnico implicó superar numerosos desafíos. A diferencia del control motor básico, que se basa en interpretar señales del cerebro, replicar sensaciones requiere enviar información precisa que el cerebro pueda interpretar de forma natural.
Un error en la codificación de estas señales puede generar confusión en el paciente. A pesar de esta complejidad, los resultados fueron sorprendentes, lo que refleja el potencial de estas tecnologías en su capacidad para reproducir experiencias táctiles naturales.
El impacto de este avance podría ser revolucionario. Restaurar completamente el sentido del tacto en prótesis robóticas requiere desarrollar una piel digital que capture información sensorial y la transmita instantáneamente al cerebro.
Aunque esta tecnología aún está en sus primeras etapas, el trabajo de equipos como este, junto con el apoyo de empresas como Neuralink, podría acelerar la aplicación práctica de estas innovaciones fuera del laboratorio.
Es importante reconocer el papel crucial de los pacientes en este desarrollo. Como “pioneros” en el uso de esta tecnología, dedicaron largas horas a sesiones experimentales, conscientes de que probablemente no llegarán a beneficiarse plenamente de los resultados.
Su esfuerzo no solo valida la efectividad de los BCIs, sino que también sienta las bases para futuros avances que podrían transformar vidas.
En conclusión, el estudio liderado por el equipo de Giacomo Valle demuestra que la integración de sensaciones táctiles en prótesis robóticas es posible, marcando un gran avance en la interacción entre cerebro y tecnología.
Aunque aún queda mucho camino por recorrer, estos logros acercan cada vez más a la humanidad a una nueva era de rehabilitación y mejora sensorial.
(Con Información de Popular Science)