Redacción/CDMX
La domesticación de los caballos es uno de los logros más significativos que ha realizado el hombre, pues consigo, trajo grandes beneficios, entre estos, permitió realizar viajes más largos, contribuyó a la caza y el combate.
Por ello, algunos investigadores se dieron a la tarea de identificar cuándo y dónde se dio este suceso. En un estudio recientemente realizado por la revista Nature los arqueólogos utilizaron análisis de ADN para rastrear la domesticación de los caballos aproximadamente hasta el año 2,200 a.C.
En esta investigación se menciona que un linaje dio origen a los caballos domesticados, el cual surgió de la estepa del Póntico-Caspio, una región que se extiende a lo largo de Belarús, Ucrania y Rusia.
Por otra parte, los científicos descubrieron que anteriormente hace más de 5.500 años, los caballos salvajes fueron domesticados por el pueblo Botai, ya que, los utilizaban para conseguir su carne y leche, pues fueron conocidos por convertirse en los primeros cazadores-recolectores en lo que hoy es Kazajistán.
Sin embargo, se conoce muy poco acerca de esta civilización pues desapareció y no dejó ningún rastro, dejando a los caballos nuevamente libres, para así volverlos a domesticar hace 4,200 años.
Laurent Frantz , paleogenética animal de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich no participó en el estudio, sin embargo menciona que «Los humanos cambiaron el genoma del caballo sorprendentemente rápido, tal vez porque ya teníamos experiencia en el trato con animales».
Además, el antiguo ADN del caballo también reveló evidencia de control humano sobre la reproducción de los animales, pues los arqueólogos observaron el apareamiento entre caballos estrechamente relacionados y un período de tiempo reducido entre generaciones, de aproximadamente siete a cuatro años.
Es decir, con este estudio se puede percibir que las generaciones podrían haberse acortado porque los caballos tenían una mayor tasa de supervivencia bajo el cuidado humano.
Pues, los caballos se reproducían en entornos más seguros y estables; ya que anteriormente a diferencia de las llanuras abiertas, donde dar a luz a los potros era más peligroso y los dejaba expuestos a los depredadores.
(Con información de Smithsonian)