Redacción/CDMX
La primera llamada con un equipo de telefonía celular se realizó hace 50 años, desde entonces muchas tareas se le han añadido a tales equipos.
Actualmente, este dispositivo está presente en casi cada actividad del día, pagar una factura, organizar una cita, enviar un mensaje, verificar el clima o tomar una foto.
Un informe reciente encontró que los adultos en los Estados Unidos revisan sus celulares 344 veces al día en promedio, una vez cada cuatro minutos, y se utilizan por tres horas al día.
De pronto, una tarea breve relacionada con el teléfono conduce a una revisión rápida de nuestro correo electrónico o redes sociales, y de pronto estamos atrapados en un interminable scrolling (deslizando pantallas para ver contenido).
De tal forma que cuando más útiles se vuelven nuestros teléfonos, más los usamos y cuanto más los usamos, creamos más vías neuronales que nos conducen a levantar nuestros celulares para hacer cualquier tarea, y más necesidad sentimos de revisarlos incluso cuando no se requiere.
¿Qué le está haciendo a nuestro cerebro la dependencia de estos dispositivos?
Sabemos que la simple distracción de revisar un teléfono puede tener consecuencias negativas. Esto no es muy sorprendente: en general, sabemos que hacer muchas cosas a la vez perjudica la memoria y el rendimiento.
Uno de los ejemplos más peligrosos es utilizar el teléfono al conducir. Un estudio encontró que hablar por teléfono, sin enviar mensajes de texto, era suficiente para que los conductores reaccionaran más lentamente en la carretera.
También es cierto que para las tareas cotidianas que implican menos riesgos, simplemente escuchar un “ding” de notificación hizo que los participantes de un estudio se desempeñaran mucho peor en una tarea, casi tan mal como los participantes que hablaban o enviaban mensajes de texto por teléfono durante la tarea.
La sola proximidad de un teléfono, al parecer, contribuye a “drenar” nuestros cerebros, que pueden estar de manera subconsciente trabajando para inhibir el deseo de revisar estos dispositivos o monitorear constantemente el entorno para ver si debemos hacerlo (por ejemplo, esperando una notificación).
Esta atención desviada puede hacer que cualquier otra cosa sea más difícil.
(Con información de BBC Mundo)