El museo conserva más de 200 mil planos y una colección de 90 unidades, conformada por trenes, carros de pasajeros y de carga
Karen Rivera / Ciudad de México
Inaugurado el 5 de mayo de 1988, el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos es un sitito privilegiado habitado por la historia, la nostalgia y el movimiento. Prueba de lo anterior es su acervo documental considerado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad por su carácter de Memoria del Mundo, en el que se encuentran archivos, imágenes y libros que datan de la segunda mitad del Siglo XIX y dan cuenta de los orígenes de las conexiones ferroviarias y de los testimonios de sus trabajadores.
«Hemos reflexionado sobre toda la experiencia que se ha generado a partir de que se inauguró. La experiencia en la investigación, la experiencia en la conservación, la experiencia en la difusión y en el acercamiento con nuestro público», afirmo en entrevista Teresa Márquez directora del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos.
El museo también conserva más de 200 mil planos y una colección conformada por 90 unidades rodantes, es decir trenes, carros de pasajeros y de carga. Como la locomotora de vapor Coahuila y Zacatecas fabricada en 1908 y que es acompañada por dos coches de madera que transportaban personas a bajo costo.
«Nos podemos subir, las podemos tocar, podemos darnos cuenta de todo lo que significaba el viajar y al mismo tiempo el trabajar en el ferrocarril».
Además de las unidades rodantes, este recinto cuenta con un almacén que resguarda 24 mil 500 objetos, que nos permiten conocer la cultura de las vías y comprender también la historia, el paso de la tecnología en este país.
En el almacén se podrán encontrar herramientas como las lámparas que usaban los garroteros para realizar alrededor de 225 señales y garantizar el funcionamiento de las máquinas, así como un teléfono móvil, considerado uno de los abuelos del celular, construido aproximadamente en 1932.
«De alguna manera la gente se va sintiendo coparticipe de este rescate, de este trabajo y se involucra cada vez más en él, de manera que eso es para mí un gran avance, porque el patrimonio tiene sentido hasta que la gente tiene una idea de apropiación de él», concluyó Teresa Márquez.