El legado de Melchor Ocampo es tratado en «Relatos e Historias en México»

Por Alizbeth Mercado

Distrito Federal, 28/06/12 (N22).-

Melchor Ocampo alguna vez dijo: “México debe ser,
México puede ser, México será una nación grande”, con esta sentencia, la
revista Relatos e Historias de México  nos 
lleva a un recorrido por el siglo XIX, cuando el país alimentaba  su imaginario con la influencia de ideas,
arquitectura y creencias de otras partes del orbe, principalmente de Europa.

Ocampo,
llamado “el ideólogo del liberalismo”, nació en Michoacán en una pequeña
hacienda de Maravatío, entre bosques, aire fresco y sin un padre definido. La
guía en su vida fue Francisca Javiera Tapia, hacendada que le dio asilo y
cuidado.  Incertidumbre, libros y
disciplina en sus estudios, moldearon la mente de este personaje de conocimientos
enciclopédicos; su acervo intelectual albergaba desde los preceptos de Jean-Jacques
Rousseau hasta la taxonomía de los cactus.
Incursionó en
la vida política cuando fue electo gobernador de su estado en 1843, tiempo en
el que comenzó la intervención estadounidense. Ocampo propuso una guerrilla y
no firmar el tratado en el que México perdería la mitad del territorio. Pero
esta idea fue rechazada.
Tiempo después
planeó el tratado que lleva su nombre McLane-Ocampo, que  parte de la premisa de una acción integral más
allá de la secularización de los bienes de la iglesia. Para Ocampo el tratado
era una alianza política, económica y militar con Estados Unidos, que incluyera
la liberación comercial que permitiera el desarrollo de la economía nacional.
Ocampo tuvo
que confabular entre una admiración por las instituciones democráticas
estadounidenses y la avaricia de los gobernantes de los Estados Unidos. Por una
parte, el tratado de la Mesilla sería una alianza que serviría de motor para la
economía, pero el Senado estadounidense no lo aprobó, porque conservó la
política proteccionista  en contra del
libre comercio.
Se declaró
hereje y enemigo de la iglesia; creyó en una reforma completa, que eliminara los
bienes y privilegios de la iglesia y el ejército. La acumulación de propiedades
era una dificultad, su mayor preocupación fue la disparidad de bienes, la tierra
en pocas manos y que la población no tuviese educación política ya que esto se
traducía en carecer de convicciones. Ocampo murió en el silencio, ejecutado en
Michoacán.
A propósito de
la muerte y aunque parezca paradójico, todo parte del fin, o mejor dicho, la consumación
del ser corpóreo. Adorar a una calavera con vestido, significa una forma de
vida para muchos; para otros un referente kitch,
pero esa figura es el significante de un cuerpo que se desgatará y es la condición
inherente del ser humano, “Recuerda que todos morimos” de Katia Perdigón, es un
artículo que aparece en este número que habla sobre  el culto a la Santa Muerte.
Desde la Edad
Media, los esqueletos se vestían como reyes, sacerdotes y damas en alusión a
las epidemias que azotaron al mundo occidental. Esta práctica se llamó memento mori (recuerda que morirás). Durante
comienzos del siglo XX, se formaliza el culto en México. Se piensa que es la
semejanza de Oyá, diosa de las centellas, 
la cual es adorada en Cuba. Otros dicen que nace en Veracruz. 
Sin duda lo
único claro es que se trata de una especie de santería a la mexicana, la Santa
Muerte es ilegítima para la iglesia católica, pero la validez de este culto,  radica en el estilo de vida de los
practicantes.
Entre la
ficción, las convenciones sociales, la salud pública y una forma particular de
ver la vida, se encuentran los llamados locos o idiotas. En el artículo “Los
enajenados. La perspectiva de Manuel Rivera Cambas”, Óscar Flores Torres relata
que, durante el siglo XIX, el médico se interesó por estudiar las condiciones
en las que vivían éstos personajes. El positivismo influyó en los métodos para
tratar enfermedades, que por siglos, se creyeron efectos del alcohol.
Cambas era un
asiduo visitante en el Hospital de San Hipólito, se interesó en mejorar la vida
los “enajenados”, como les llamaban a los pacientes con locura. Mencionó que la
civilización es el objeto de las sociedades y se adquiere a costa de
sufrimientos, pues los débiles sucumben y fuertes sobreviven.
Para los
positivistas el delirio era para los de piel clara y  ser idiota sólo era para los de rasgos
toscos. Lo cual muestra que las clasificaciones de la locura se hicieron en una
época donde la sociedad buscaba entrar a la modernidad y eliminar a aquellos
que impedían dicho proceso. La locura resultó un mecanismo de segregación.
Otro de los
artículos de este número de Relatos e
historias en México
se pregunta ¿por qué se inunda la ciudad? El valle de
México es un lugar acuático, sus cimientos 
están rodeados de agua, que quizá pueda desestabilizar a la ciudad en
verano. Las inundaciones existen desde tiempos prehispánicos. 
En el año de
1605 los españoles controlaban el sistema hídrico, pero éste era deficiente.
Fue hasta la llegada de Porfirio Díaz que se pensó en realizar un proyecto que
impidiera estos desbordamientos y mezcla entre aguas negras con potables, así
se ideó El gran canal del Valle de México (nombre homónimo del artículo de
David Alfonso Figueroa), una obra inspirada en todo el adalid francés que
inundaba culturalmente al país.
 Este proyecto de desagüe general de la Ciudad
de México mejoró las condiciones ambientales y sanitarias de la ciudad, contó
con el apoyo de la compañía francesa Pearson. El desagüe eliminaría la
trasportación antigua de desechos y mejoraría el estado sanitario de la ciudad.
A 112 años de la inauguración el canal sigue funcionando a pesar del incremento
demográfico.
El relato de
Juan Escutia y su heroico lanzamiento al vacío para salvar al lábaro patrio se pone
en duda en el artículo “La bandera de Chapultepec”. Existen registros de que la
bandera fue capturada por el ejército estadounidense, por órdenes del general
Thomas Seymour. Al finalizar la guerra la bandera volvió a nuestro país, el
presidente James Polk ordenó que regresaran los artefactos que no pertenecían
al ejército estadounidense. Sin embargo, hasta el mandato de Walter Thurson las
banderas fueron devueltas al Castillo de Chapultepec, donde yacen junto al
misterio de los Niños Héroes.
El último
recorrido de la revista se da entre Acapulco y Asia. El puerto fue el único
lugar habilitado para el comercio y el lugar donde partían numerosas
expediciones españolas. Alexander Von Humboldt escribió sobre las dificultades
para llegar a la capital desde este puerto, que sirvió como puente para llegar
a la capital con productos o viajeros desde el pacífico.
Imagen: http://bit.ly/MVXxzZ

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