En esta muestra que aloja el MACG, se reúne lo mejor del diseño intemporal italiano; se mira no sólo a los objetos sino a las relaciones y conductas que detonan
Ciudad de México (N22/Ana León).- ¿Se diseña para satisfacer necesidades o se crean necesidades a partir del diseño? Para hablar de la exposición ¿Dónde está el diseño italiano? Siempre y en todo lugar, que actualmente aloja en una de sus salas el Museo de Arte Carrillo Gil, me gustaría primero citar el decálogo del “buen diseño”, ese que nunca muere, de Dieter Rams, porque para hablar de diseño intemporal es necesario acudir a este diseñador industrial alemán que quizás, así de botepronto no les diga nada, pero si les digo que fue por muchos años la mente detrás de la marca Braun, tal vez sí. ¿Les suena el Audio 310 (1971), el radio Braun T3 (1958)? Bueno, pues para este creador no sólo de aparatos sino de la identidad y estilo de toda una marca, el buen diseño tenía que cumplir con lo siguiente:
- El buen diseño es innovador.
- El buen diseño vuelve útil un producto.
- El buen diseño es estético.
- El buen diseño hace entendible un producto.
- El buen diseño es discreto.
- El buen diseño es honesto.
- El buen diseño es duradero.
- El buen diseño es meticuloso hasta el último detalle.
- El buen diseño es amigable con el medioambiente.
- El buen diseño tiene tan poco diseño como sea posible.
T3 Radio
Es decir que menos es más. Así que si como Dieter Rams se preguntan: ¿es mi diseño un buen diseño? Habría que responder sí a cada uno de los enunciados anteriores. Y eso es lo que pasa con las piezas italianas exhibidas en el dicho museo. Parte de las colecciones de Italo Rota y Alessandro Pedretti. El primero curador de esta muestra, un arquitecto italiano nacido en Milán, para quien los objetos de diseño “están en todos lados, nos persiguen, nos hablan de nuestro pasado reciente, de nuestro presente y nos acompañan hacia el futuro”, pero eso sólo lo logra un objeto bien diseñado. Es por ello que los 170 objetos que se han reunido en esta exposición responden a dicho decálogo y acompañan el día a día de muchos, como es el caso de la cafetera Bialetti, creada por Alfonso Bialetti y que se sigue produciendo tal cual fue diseñada desde 1933.
Dentro de estos denominados por Rota, “animales domésticos”, también se encuentra la máquina Olivetti MP1, en la que autoras como Marguerite Duras han escrito. Cosa nada rara pues proyectamos en los objetos muchas de nuestras aspiraciones estéticas y de estilo de vida, aunque el buen diseño no aspira a crear estilos sino a dar soluciones, a “ser mejor, antes que nuevo” (Mark Adams). Bien decía uno de los diseñadores italianos, que justo fue una de las figuras relevantes en el diseño de equipo de oficina Olivetti, Ettore Sottsass, “el diseño es una oportunidad para explorar la naturaleza de la existencia humana.”
Aunque muchos de los productos del diseño industrial que se ha convertido en legendarios no son accesibles a las masas, el diseño sí está presente en la vida diaria. Desde los floreros de plástico blanco que se usan en los mercados mexicanos para las flores (diseño anónimo), y que luego fueron reapropiados por Cecilia León de la Barra y de alguna forma boutiquizados, hasta las sillas en las que nos sentamos a trabajar cada día. Todo, absolutamente todo lo que nos rodea está diseñado. Por eso es importante al ver una exposición como ésta hacernos la pregunta con la que abrí este texto: ¿Se diseña para satisfacer necesidades o se crean necesidades a partir del diseño? La realidad es que el buen diseño no tendría que responder a la novedad, ni crear necesidades, más bien solucionarlas. ¿Es necesario diseñar una mesa más, una silla más, una lámpara más?
Ponderar la estética junto con la función hace de estas piezas algo intemporal cuyo modelo ha sido imitado hasta nuestros días. ¿Por qué nos son familiares? ¿Por qué no nos cansamos de verlos? Simplemente porque nos satisfacen en forma y función. Y aunque en esta exposición se anuncia que “la principal preocupación de los italianos en la generación de objetos de consumo no radica en la funcionalidad, ni en la practicidad, sino en el disfrute”, el disfrute conoce la caducidad y el buen diseño no. ¿Cómo explicar que muchas de estas piezas sigan influenciando el diseño de nuestros días desde objetos hasta publicaciones?
También habría que ponderar que más allá de la función y de lo estético, están las relaciones, como antes mencioné, que establecemos con ellos. En ese sentido, “el diseño italiano ha reflejado los acontecimientos políticos, sociales o culturales de su país y el mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial, el diseño de su mueblería, por ejemplo, se adaptó a la carencia o escasez de materiales e innovaron la industria con el empleo de nuevos insumos, un ejemplo de esto son los muebles tubulares”.
Jean Baudrillard anota lo siguiente: “a qué otras necesidades a parte de las funcionales, dan satisfacción, cuáles son las estructuras mentales que se traslapan con las estructuras funcionales y las contradicen, en qué sistema cultural, infra o transcultural, se funda su cotidianidad vivida […] no se trata de objetos definidos según su función, o según las clases en las que podríamos subdividirlos para facilitar el análisis, sino de los procesos en virtud de los cuales las personas entran en relación con ellos y de la sistemática de las conductas y de las relaciones humanas que resultan de ello.»
Imágenes: © Ireli Vázquez