Poemuralismo, forma de formas, una voz de todos. Charlamos con Roberto López sobre Lengüerio, libro que prologa y que aborda el poemuralismo, que exprime los límites del lenguaje
Ciudad de México (N22/Alizbeth Mercado).– Este texto es sobre un Lengüerio (Ediciones del Lirio, 2018) donde participan Roberto López Moreno, Temok Saucedo, Balam Rodrigo, Leticia Luna, Patricia Reyes, Ulises Córdova, Miguel Ángel Aguilar y Roberto Lizárraga.
Roberto López prologó el libro y ahí hace referencia a la vanguardia poética Poemuralismo, que es un leit motiv de todo el compendio que va en contra del canon y se atreve a exprimir los límites del lenguaje, de la concepción que tenemos de la métrica y la visualización poética.
¿Qué es el poemuralismo?
Una corriente literaria que surge de una suma de realidades y de hechos culturales que se han dado a través del mundo, es una consideración, un repaso por lo que se ha hecho en el planeta, pero visto desde nuestra América para convertirlo en una voz contemporánea nuestra, muy nuestra, muy latinoamericana.
En el prólogo dices que es “ir contra lo bienhechecito”. ¿Eso es revelarse al canon?
Sí claro, todo canon tiene que ser chiflado por nosotros, se trata de superar el canon de cualquier cosa. El poemural es una especie de forma de formas, de enriquecerte con todas las formas que se han dado, con las posibilidades que uno tenga, enriquecer el poema con todos esos elementos y volverlo una voz contemporánea. La impureza es vital, estamos en el tiempo de los mestizajes, del pecado, todo lo impuro es vida. Ese es nuestro punto de partida.
¿Qué se necesita para ser poemuralista? ¿Cómo seleccionaron a los participantes de este libro?
Se seleccionaron ellos. Con esto del poemuralismo hice un primer libro que se llama Morada del colibrí (IPN, 2004) y siempre he puesto los oídos en los medios literarios, y de repente a la vuelta de tantos años, sale un grupo de jóvenes, cada uno, por su cuenta, con sus poemurales y se comunican conmigo y los reúno. La coincidencia nos dice que había una necesidad por abordar ese tipo de lenguaje.
¿Este poemario es un pronunciamiento político dentro del quehacer poético?
Tiene que tener elementos políticos porque si no de nada sirve la lucha para dominar la palabra sino tiene un fin humano, social, pero no se creó el poemuralismo para eso, sino que va intrínseco.
Parece que están denunciando cierto clasismo del lenguaje, ¿está presente esta intención?
Lo que pasa es que sí hay que desdeñar a los desdeñosos. Partir de los diferentes métodos que se han creado para la comunicación. Tienes que estar atento a todo para que tu producto sea genuino y esté agarrado de la tierra y no volando. Es decir, en un poemural puedes tener un soneto, muy bien hechecito, pero enseguida el anti-soneto, romper con el verso libre y después caer en una fórmula algebraica y pasar después a la letra de un corrido mexicano. Toda esa gama de signos, tan diferentes y encontrados, se encuentran en el poemuralismo, se vuelve una voz de todos y de tu tiempo y espacio. Es una forma poética que sirva para los jóvenes poetas en América Latina.
¿Cómo utiliza el poemuralismo los medios? Por ejemplo, algunos versos juegan con la tipografía, el tamaño de los versos, hay ilustraciones.
La cuestión visual y sonora son muy importantes para el poemuralismo y entonces, la cuestión visual está más cerca de nosotros porque las capturas con la vista y lo musical son más abstractas.
Es una suma de visualidad y los elementos técnicos contemporáneos van a tener un papel muy importante que jugar.
Advierto una tensión (transversal) entre la voz poética y la palabra, entre las formas y lo que dicen (en lo general) todos los poetas.
Hay una parte, en lo que me corresponde a mí, que se llama Arnold Schönberg y es un esfuerzo porque la teoría musical, que es el serialismo, aplicarla en el devenir poético y lingüístico fue un gran trabajo y esfuerzo para algo que algunos dirán ‘qué esfuerzo tan importante’ y otros dirán ‘es una payasada’.
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Roberto fue parte del movimiento Tepito, arte acá junto con Daniel Castañeda, Bernal, Leticia Ocharán y Armando Ramírez el autor de la novela Chin, chin el teporocho, todos buscaron tratar al barrio de Tepito con una nueva forma.
“Siempre he estado en la lucha de la renovación de los lenguajes, esa poesía me costó como no tienes idea, no tiene puntuación a propósito para que unas líneas se conecten con las que siguen y están interconectadas con las originales es un cruzadero de ideas, de motivos tremendos que habría que leerlo con esa intención de darle a cada párrafo dos o tres lecturas porque interactúan los renglones entre ellos mismos.”
Publicó Décimas Lizámicas (UNAM, 1986) que es un homenaje a Lezama Lima, y hace unas décimas con ese lenguaje críptico, pero con el ritmo de la décima que es muy musical y medido. [Taca tata ca ta tan]
“Todo esto no ha sido tirado al bote de la basura, sino que, de alguna manera, queda incorporado al nuevo discurso que es el poemuralismo”.
Imágenes portada: © Ireli Vázquez