Proyecto Ruelas: “Yerba santa pa’ la garganta y abrecaminos pa’ tu destino”

¿Qué puede lograr el teatro en un lugar donde nadie había representado nunca antes una obra?, una pregunta que ronda este proyecto y cuyo objetivo ha sido generar comunidad

 

Guanajuato (N22/Huemanzin Rodríguez).- Temas como salud, cultura y enfermedad son discutidos en la escena. Las mujeres de Puerto de Valle, municipio de Salamanca, en Guanajuato, se acompañan de sus hijos y nietos, reconstruyen su pueblo, lo critican en la búsqueda de mejorarlo y reproducen en cartón las fachadas de todas sus casas. Esta puesta en escena se llama Yerba santa pa’ la garganta y abrecaminos pa´ tu destino, que dirige Juliana Faesler. Desde que el Proyecto Ruelas comenzó hace cinco años en el Festival Internacional Cervantino, ahora se ven mejores resultados. ¿Qué puede lograr el teatro en un lugar donde nadie había representado nunca antes una obra? ¿Cómo impacta la experiencia artística en la vida de quienes la viven? La obra fue escrita por las mujeres que participan y expresan sus emociones y su amor por el pueblo, pero también denuncian y cantan. En la Plaza Mexiamora, el resultado de este laboratorio de teatro comunitario demuestra más de lo que dice. Mayra García López se dedica a la familia y a desespinar nopales, su sonrisa es grande y franca como su mirada severa y firme:

“Lo que se dice en la obra es lo que uno vive, pero a veces no hay forma de expresarlo, ¿cómo expresarlo si el gobierno no te da oportunidad de decir de dónde eres, de dónde vienes, qué te hace falta? A mí se me hizo bueno este medio para dirigirme a mis autoridades para que me hagan caso, decirles que Puerto de Valle está en el olvido.”

 

¿Cómo empezó en esto del teatro?

Nos involucramos como no queriendo, como no queriendo se hizo una petición al DIF estatal de Guanajuato y del municipio para que nos ayudaran para hacer artesanías y todo esto. Y vino un señor de México que creo es de teatro. Nos invitó. Como yo no sé actuar, nomás desespino nopal, era un mundo que yo no conocía. Y yo me espanté, dije, ¡cómo voy a hacer eso!.Me dijo la señora que nos dirigía al principio que ellos nos iban a dar las herramientas, nos iban a enseñar para que no tuviéramos miedo. La ignorancia te limita, la ignorancia te detiene, es como el miedo. Cuando tú tienes miedo te paralizas, la ignorancia es eso.

¿Cómo han sido los ensayos, Mayra?

Empezamos desde julio hasta octubre, los ensayos eran de lunes a viernes de 5 de la tarde a 8 de la noche, para que quedara una cosa bien escrita, todo es platicado, es verdadero, no es como una novela.

En la obra denuncian que les faltan muchas cosas en Puerto de Valle.

Puerto necesita muchas cosas, y qué mejor que esto, decirlo y exigirlo con el teatro, sin violencia, todo con paz. Yo siento que el teatro está bien padre porque no es violencia, simplemente es exigir un derecho que como mexicano tienes.

 

 

Mayra es una de las mujeres destacadas en su comunidad, ha buscado incidir en la mejora de las condiciones de su pueblo y de sus niños. Se integró  al teatro y junto con otras mujeres, atrajeron a más participantes. Cuando Juliana Faesler se integró al Proyecto Ruelas, se deslumbró frente a las posibilidades que ofrecía el teatro a las mujeres de este pueblo.

Tengo una nostalgia espantosa porque quiero más. Yo creo que este proyecto no se acaba nunca en el corazón, en el alma, en las relaciones. En lo que se va construyendo como comunidad. Eso es lo importante del Proyecto Ruelas. Que tiene como objetivo crear comunidades. Y ahora que termina ya pienso en lo que sigue, en lo que extraño, en lo que les he visto crecer. He estado con todas muy cerca; he aprendido más en estos cuatro años que en toda mi vida.

 

 

¿Cómo creció el proyecto?

Yo llegué a un grupo de 16 mujeres, ahora somos 40, son 17 niños y el resto mujeres; y siempre fue un proyecto de mujeres, aquí particularmente en Puerto de Valle. Como que los hombres, están aquí, acompañan a sus esposas pero ya no se sintieron dentro. Y se volvió un proyecto de familia, como lo viste, muy de nido. Con todos los pollos alrededor, con mujeres que dialogan, que cantan. Se puede dialogar con una mujer de 60 años y entre más dialogan más se salvan entre ellas. Más se comprenden, se hacen pensar y se acompañan. Eso es lo más entrañable. Nos cuidamos.

Esto me ha llamado la atención, Juliana, en las obras anteriores de esta comunidad no cantaban. Ahora se les veía seguras, dueñas de sí mismas.

Sí. En mis primeras obras tenía muchas palabras y ahora sí hay palabras pero también hay mucho canto, querían visibilizarse y ahora quieren expresarse y salir. Es más allá del teatro, el arte teatral como una experiencia artística funciona muy bien aquí porque es un arte comunitario, se hace en conjunto y no se crea solo. Lo importante es la creación de la comunidad, del diálogo y del entendimiento. Y lo que yo creo que ellas siempre harán es estar juntas, creen en los objetivos comunes, algo que en este país no existe. Por ejemplo, el suegro de Mayra murió ayer, hoy estaba en la misa, fuimos por ella y llegó quince minutos antes de la función, nadie dudó que faltara. Cuando llegó, todas la recibieron y la arroparon.

¿Cómo nació la idea de recrear cada una de todas las casas de Puerto de Valle y colocarlas como una escenografía pequeña entre la cual, se cuenta y se recorre el pueblo?

Muchas veces ellas dicen: “Queremos sacar a Puerto de Valle de Puerto de Valle”. Y yo dije, “sí, vamos a llevar adonde sea, ¡pero el pueblo completo!” Entonces hicimos esta réplica exacta, esta idea conceptual de trasladar al pueblo adonde sea que tenga que ser visto. Quería un proyecto que se sintiera dentro de la casa y el performance fuera un diálogo en la comunidad, que la gente se pasee, que se meta entre las casas de Puerto de Valle, porque es una réplica exacta.

Antes de la obra, las casa fueran expuestas en la Casa de Cultura de Salamanca y ves cómo se han convertido en un espacio de valor cuando todos pueden ver estas réplicas. Es un proceso muy emocionante, ver el pueblo, reconocerse en la galería.

 

 

Las obras del Proyecto Ruelas se han presentado esta plaza, a unos pasos atrás del Teatro Principal, suelen llenarse de público local, rara vez se ve a un periodista que no sean aquellos que trabajan en el registro de las actividades del FIC. Es curioso cómo esto, lo más cercano al origen del festival y que permanece vivo desde hace casi 66 años, de tan cotidiano pareciera algo prescindible para la información. Pero lo que se ve aquí es algo mayor al teatro. En la primera fila está sentado Enrique Ruelas Barajas, hijo de enrique Ruelas quien el 20 de febrero de 1953 hizo la primera representación de los Entremeses Cervantinos en escenarios naturales y con gente de Guanajuato. Lo reconocen al final de la obra y le invitan a “recorrer” Puerto de Valle, es decir, caminar entre la reproducción de las casas. Con él pasa todo el público que lo desee. Se le ve feliz. Hace unos años me dijo que de joven estuvo un poco enojado, como su madre, con su padre. No entendían por qué dedicaba tanto trabajo en algo que no le dio dinero, que le exigía viajar cada fin de semana de la Ciudad de México a Guanajuato. Recuerdo que una vez, bajo una lluvia suave en la Plaza de San Roque, me dijo: “Fue hasta la muerte de mi padre que Edgar Ceballos me pidió ver el archivo de mi padre para estudiarlo, y con los apuntes y recortes de periódico entendí por fin sus motivos. Creo que empecé a conocerlo después de su muerte, a ese Ruelas del que todos hablaban.” Eso lo llevó a crear la Fundación Enrique Ruelas, desde donde ha promovido la investigación sobre el trabajo de su padre, él se ha convertido en una figura esencial en los últimos Cervantinos. Me acerco a él y le pregunto: ¿Qué evocaciones tiene después de ver actuar a las mujeres de Puerto de Valle?

“Este Proyecto Ruelas me evoca, dos cosas: Una frase que le dijo Alfonso Reyes a mi padre, al final de una de las primeras funciones de los Entremeses Cervantinos, esto lo repetía mi padre constantemente. Al término de la función le dijo Reyes: ‘Ruelas, envidio su experiencia humana’. Y esto es una experiencia humana. Y otra cosa que me ha recordado es haber evocado a mi padre en una entrevista que le hizo Miguel Sabido cuando hablaba Miguel de cómo había sido el origen del teatro universitario. Cómo se le había ocurrido a mi padre mi montar esta obra con gente del pueblo. Y la respuesta de mi padre fue: ‘Miguel, no fui yo. Es el teatro del pueblo, para el pueblo y son del pueblo.’ Y ahora que hemos visto esto, recuerdo a mi padre como si lo tuviera aquí presente, de alguna manera. Quiero decirle que yo estoy muy agradecido con Jorge Volpi por la idea original, y después a Marcela Diez, actual directora del Cervantino, que ha continuado esta obra y le ha dado un gran impulso. Yo creo que están tocando la raíz misma del Festival Cervantino.”

 

 

Estamos al final de un ciclo administrativo, ¿cree que esto continuará?

Tengo la convicción de que un proyecto con este arraigo, como es el Ruelas va a seguir vivo.  Porque es una manifestación del pueblo, no de ninguna autoridad. Y es el festival el que les abre los espacios. Seguramente tendremos Proyecto Ruelas para muchos años como hemos tenido Entremeses y Cervantino. El ver a estas mujeres y a estos niños, deberíamos escuchar no solamente sus denuncias, lo que deberíamos escuchar es su viva voz para corregirlo, vivir el orgullo que sienten por su pueblo y sus casas, por sus familias y su experiencia, es algo que nos debería de enriquecer muchísimo a todos los mexicanos.

Después de platicar con varias personas de la comunidad, todas dispuestas a entablar contacto con quienes se acercan, vuelvo con Juliana y le digo lo emocionante que resulta hablar con estas mujeres.

“Te han de haber dicho: ‘Me doy cuenta que puedo hacer cosas que no sabía’. Y eso de ver las posibilidades del cuerpo, de la voz, de la expresión, causar placer. Yo siento que lo ellas más disfrutan es causar placer en quien las ve. Esa cosa de dar placer, de dar algo, de regalar algo más que a tu familia, amigos o a tus hijos; es algo que han descubierto.  A partir de este proyecto teatral en Puerto de Valle, creo que ya puedes pensar en cualquier otro tipo de proyecto de desarrollo autosustentable, creo que a partir del teatro se puede trabajar para crear oportunidades como lo han pedido: ‘Queremos más aulas, queremos que los niños se eduquen’. Y entre más ven a su Puerto de Valle, más quieren a su pueblo.

Me acerco a Josefina Ramblá Ramírez, no se ve como una mujer mayor pero durante toda la obra estuvo acompañada de su nieta, de tres años de edad, parece.

Josefina, ¿por qué decidió actuar?

Primero curiosidad. Luego emoción de participar como mujeres que nada más nos dedicamos al hogar. Y ya que estuvimos dentro, me gustó. A veces es intenso y complicado porque tenemos muchas preocupaciones en el rancho, pero le echamos muchas ganas. Ahora que hicimos la obra, me siento bien contenta y bien feliz. Muy emocionada.

¿Qué significa que varias mujeres y niños participen en esta obra?

Significa que todo estamos unidos en el rancho y nos gusta participar en cosas. Más que nada en este proyecto que nunca pensamos estar.

¿Y va seguir haciendo teatro?

Sí, ya me gustó. Sí voy a seguir haciendo teatro.

Vuelvo con Mayra García López, quien perdió a su suegro una noche antes de la función.

¿Va continuar haciendo teatro?

Mientras Dios me preste vida, aquí seguiré, batallándole y dándoles lata.

Al final de la obra los niños corrían en toda la plaza, la gente se abraza, hay sonrisas y algarabías. Era una noche feliz.

 

 

**Este sábado 27 de octubre a las 19 horas, en la Plaza Mexiamora, se presentará la última función de este proyecto, Cómo llegar a Fuenteovejuna, dirección de Sara Pinedo, Comunidad San Juan de Abajo

Imágenes: Claudia Reyes Ruiz / © Festival Internacional Cervantino 2018