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Las palabras «corazón», «lágrimas», «suspiros», «sonrisas» y «espíritus”, según el algoritmo, se asocian a lo femenino en el siglo XIX
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Imagen: Paola durmiente, 1937. Carlo Levi.
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Ciudad de México (N22/Redacción).- Académicos de las Universidades de Illinois y California en Berkeley analizaron, por medio de un algoritmo, mil 400 obras de ficción escritas ente 1780 y 2007 para averiguar el papel de las mujeres en la literatura.
Los investigadores encontraron que en las novelas de principios del siglo XIX los hombres tenían más probabilidades de tener «casas» y «países», mientras que las mujeres tenían «cámaras privadas», «apartamentos» o «habitaciones». Sin embargo, a fines del siglo XX, la «casa» se había vuelto más asociada con personajes femeninos.
El algoritmo identificó los géneros del autor y de los personajes. Los académicos esperaban ver un aumento en la prominencia de los personajes femeninos en la literatura a través de los dos siglos, la tendencia fue regresiva. «Desde el siglo XIX hasta principios de la década de 1960 vemos una historia de declive constante», escribieron Ted Underwood, David Bamman y Sabrina Lee en su artículo The Transformation of Gender in English-Language Fiction, publicado en el Journal of Cultural Analytics.
En este sentido, los académicos aseguran que «la proporción de ficción en realidad escrito por mujeres cayó la mitad (de aproximadamente el 50% de los títulos a aproximadamente el 25%) a medida que avanzamos de 1850 a 1950».
Los académicos especulan que una razón para la caída de las autoras es que a mediados del siglo XIX, la escritura de novelas no era una «carrera de alto estatus», pero a medida que se fue haciendo cada vez más, se volvió más deseable para los escritores masculinos.
El declive en la escritura de mujeres es parte del motivo de la caída en los personajes femeninos. De acuerdo con el análisis de los académicos, en libros escritos por hombres, las mujeres ocupan en promedio entre un cuarto y un tercio del espacio de caracteres. En libros de mujeres, «la división está mucho más cerca de ser igual». El análisis concluye que «esta brecha entre los géneros es deprimentemente estable a lo largo de 200 años».
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