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En La Ley del monte, Mauricio Palos redimensiona las cartografías generadas por la «guerra contra el narco» en un ensayo visual crudo que transita entre el documental y la ficción
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Ciudad de México (N22/Ana León).- Nadie quiere que las salas de los museos estén vacías, en especial aquellos que están encargados de planear su agenda y proyectar su presupuesto. Algunos lo hacen con base en lo que las masas querrán ver y otros se aventuran por caminos menos halagüeños y, por ende, menos condescendientes con el espectador. Así, han llegado al país exposiciones de artistas como Yayoi Kusama y Anish Kapoor que abarrotaron los espacios de exhibición que los alojaron; así también, se cancelaron exposiciones como la de Hermann Nitsch en el Museo Jumex.
En este segundo nicho, el de los que optan por caminos sinuosos, se inserta la actual exposición del Centro de la Imagen, La ley del monte, de Mauricio Palos (San Luis Potosí, 1981), un ensayo visual, que transita entre la realidad y la ficción, sobre la violencia en México.
El trabajo de Palos no se queda sólo en el inventario o el recuento de las consecuencias y el actual estado de la ola de violencia extrema desencadenada por la llamada “guerra contra el narco”, declarada en 2006 por Felipe Calderón. No, el ejercicio de Palos es aún más complejo. El fotógrafo documental construye un puente entre, como señala el curador de la exposición, Iván Ruiz, “una violencia reciente y una violencia histórica”, esta última referida a aquellos lugares en los que “los conflictos históricos de larga data —como la Conquista y la Revolución mexicana— aún persistían como detonadores de la discriminación racial, la riqueza ilícita y los procesos de desterritorialización.”
Palos nos lleva por esos saltos en el tiempo con una narración de la realidad de ese México (del que sabemos y al que sólo algunos se enfrentan diariamente) que de tan real se vuelve absurda y, a veces, irrisoria. A través de las imágenes, el fotógrafo se apropia del tiempo al que refiere y de los espacios donde fueron capturadas las imágenes que componen la muestra: Ciudad de México, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Quintana Roo, San Luis Potosí, Yucatán y Texas).
En 2015, Diego Enrique Osorno escribió en Con/dolerse (2015): “En México no hay una guerra contra el narcotráfico. La violencia actual es resultado de una crisis de la élite política que se profundizó en 2006 y que fue encubierta con retórica de guerra y con la militarización de amplias y claves regiones nacionales. La crisis política está ahí, detrás de ese país herido”, el ojo de Palos encuentra y redimensiona las cartografías surgidas de ese país herido que refiere Osorno.
Ese nuevo paisaje, el del poco pudor con el que se conduce la élite política mexicana, el del espacio de lo cotidiano del entorno rural, el de la toma de poder por parte de las autodefensas, el del “espectáculo de los cuerpos desentrañados tanto en las ciudades como en el campo” y el de los escenarios creados en un país que se gobierna con “ayuda de la sangre” es lo que presenta La ley del monte, un crudo retrato del país que habitamos y que no teme herir la susceptibilidad de quien lo observa, pues como señala Graciela Speranza: «El arte que de veras cuenta exige la participación activa del espectador, sin mengua de los placeres sensibles o la emoción estética. Pone el pensamiento en marcha».
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La ley del monte, Mauricio Palos
Centro de la Imagen
Del 20 de julio al 24 de septiembre
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