Redacción/CDMX
El olvido es una parte esencial de nuestras vidas, desde pequeños lapsos, como olvidar un nombre, hasta funciones complejas que nos permiten adaptarnos.
Pero ¿por qué se nos olvidan las cosas? La ciencia sugiere que, más allá de un simple deterioro de la memoria, el olvido cumple funciones importantes.
Estudios iniciales como la «curva del olvido» de Hermann Ebbinghaus mostraron que la memoria humana se desvanece con el tiempo, y esta idea ha sido reforzada por estudios neurocientíficos modernos.
Pero el olvido tiene también una razón funcional: nos protege de la sobrecarga de información, permitiendo que nuestra mente filtre lo irrelevante y conserve lo esencial.
Una serie de investigaciones demuestran que los recuerdos se forman cuando las conexiones sinápticas se fortalecen. Prestar atención a algo refuerza estas conexiones, mientras que la distracción facilita el olvido de detalles triviales.
De este modo, el cerebro se adapta de forma flexible: al cambiar nuestras rutas cotidianas.
Incluso los recuerdos aparentemente olvidados pueden reactivarse, como muestra la investigación en roedores.
Este fenómeno sugiere que el olvido no es siempre una pérdida, sino una accesibilidad temporal.
El “fenómeno de la punta de la lengua”, donde no recordamos una palabra específica pero sentimos que está «a punto de salir», ilustra este concepto.
El olvido es un mecanismo cerebral que nos permite funcionar de manera eficiente y adaptarnos a nuevos contextos. Aunque ciertos tipos de olvidos pueden ser preocupantes, como en el caso de enfermedades neurodegenerativas, el acto de olvidar es esencial para nuestra evolución y bienestar.
(Con información de The Conversation)