Un estudio que dio seguimiento a casos durante una década, da algunas respuestas entre el sexo asignado y el género
Redacción/CDMX
Cuando se habla acerca del sexo y el género, suelen ser 2 tipos de términos completamente diferentes, aunque la mayoría de las veces, solemos confundirlas.
Según investigadores, el sexo lo definen los médicos al momento en que se nace. Mientras que el género es la manera en cómo una persona, conforme a su crecimiento, puede denominarse hacia sí misma e irse identificando.
Aquí, los investigadores también definieron el género como la actitud, los sentimientos y los comportamientos de una persona, así como los roles construidos socialmente.
Tanto el sexo como el género, forman parte de la experiencia humana. Son clave para la forma en que las personas perciben a los demás y cómo se entienden a sí mismas.
El género de la persona no es igual al sexo de la persona. Teniendo separados estos dos términos, se puede entender cómo los investigadores en el Hospital Zucker Hillside en Glen Oaks, California, se prepararon a analizar cerca de 4,757 imágenes cerebrales de infantes (2.315 asignados al sexo femenino al nacer y 2.442 asignados al sexo masculino al nacer, que tenían entre 9 y 10 años).
Los menores, se sometieron a diversas pruebas de resonancias magnéticas y a análisis en su comportamiento, sentimientos y aptitudes.
En múltiples encuestas que los investigadores llevaron a cabo. Se les preguntó a los menores cómo expresaban su género y cómo se sentían al respecto. Mientras que a los padres se les preguntó sobre el comportamiento del menor, en relación con su sexo durante sus actividades cotidianas y si detectaban alguna distrofia de género, un término para definir si una persona siente conflicto entre el sexo asignado y su género.
En el mimo estudio, se menciona que lo que no puede hacer el propio estudio es predecir con que género pueda llegar (o no) a identificarse una persona al crecer.
Simplemente, se analizan los comportamientos infantiles y las conductas que los padres y menores han llevado a cabo durante su crecimiento infantil y social.
El estudio no analizó si el sexo o el género eran congruentes o incongruentes en ninguno de los participantes. En su lugar, se analizó el sexo y el género binarios del menor en medidas “autodeclaradas” y declaradas por los mismos padres.
Tampoco se pudo proporcionar ningún resultado específico si el sexo y el género eran incongruentes, ya que cada menor que formó parte del estudio realizó diferentes actividades a lo largo de su crecimiento. Y sus acciones, fueron completamente impredecibles.
Comprender mejor el funcionamiento del cerebro, en función del sexo y el género, también podría tener implicaciones prácticas y ayudar a los científicos a encontrar mejores formas de tratar a las personas con enfermedades cerebrales.
En un ejemplo, el estudio señala que las personas a las que se asigna un sexo masculino tienen más probabilidades de que se les diagnostiquen trastornos por consumo de sustancias y déficit de atención. Lo que ayudaría y apoyaría mucho a la comunidad científica respecto al pensamiento de los infantes al crecer.
(Con información de CNN)