¿Qué tan bueno es rascarse?

Redacción/CDMX

Alguna vez, a lo largo de la infancia escuchamos a mamá decir “ya no te rasques que es peor”, sin duda alguna eso es verdad, pero que tan contraproducente llega a ser, y, para entenderlo mejor, qué se esconde dentro de esta pequeña sensación que se puede volver tan molesta.

Inicialmente, se debe a dos factores, uno externo y otro interno, el primero (externo) tomemos como ejemplo un mosquito se para en tu brazo y por reflejo automático lo espantas y te rascas, y, aquí entran en juego los “receptores nerviosos de la piel” que envían la señal al cerebro de picazón.

Por otro lado, cuando te acarician no te da comezón, en esta opción entran en juego las “interneuronas espinales inhibidoras” un tipo de células nerviosas que determina qué señal amerita rascarse y cuál no (una caricia), el segundo (interno) que nos produciría comezón ya sea que se deba a una alergia alimenticia o un proceso inflamatorio.

Las “interneuronas espinales inhibidoras” actúan en la médula espinal, y, junto con los “receptores nerviosos de la piel” determinan qué picor es necesario y cuál no merece ni la mínima atención.

Dicha premisa, ahora hablemos sobre ¿Por qué no debemos rascarnos demasiado?

Pues esto resulta contraproducente, ya que al rascarnos demasiado se eliminan células externas de la piel lo que se ve como enrojecimiento e irritación, los receptores de la piel lo sienten, la señal se envía al cerebro y se vuelve a traducir en picor.

En consecuencia, no disminuye el picor, más bien, aumenta consecutivamente.

Además, el rascarnos tan intensamente se traduce en el cerebro como dolor, para ello, el cerebro libera serotonina que es una neurotransmisor regulador del dolor, pero cuando se termina el efecto, el picor vuelve aparecer más intenso, te sigues rascando provocando dolor y el cerebro libera más y más serotonina y todo vuelve a empezar, dicho en otras palabras se vuelve un bucle interminable, es por esto que rascarnos deja de ser algo bueno.

(Con información de Hipertextual)