Redacción/CDMX
La relación entretejida de una buena película y unas palomitas de maíz es tan excéntrica que tuvo su auge en Nueva Inglaterra, Estados Unidos en el siglo XIX, seguramente con marineros que regresaron de algún viaje de Latinoamérica, sin embargo, esta actividad recreativa se popularizó en 1840 en los días burlescos en calles de la ciudad con sus máquinas para hacer estallar, es decir, máquinas de hacer palomitas.
Esta actividad floreció con la llegada del “cine sonoro” a principios del siglo XX, 1930, con un costo de 5 a 10 centavos la bolsita de palomitas en Estados Unidos de América, ya que en ese tiempo se pensaba que “palomitas de maíz y una película puedes desaparecer de la ansiedad diaria”.
La fama de las palomitas se popularizó por su excelente aroma y su estallido típico, por otro lado, se extendió, gracias a la popularidad del cine Riverview en Minneapolis al añadir las máquinas en los vestíbulos.
En la actualidad las industrias culturales han encontrado el equipo perfecto entre una película llena de acción, emoción, afección, atención, los vasos de refresco personalizados y tazones palomiteros con diseños exclusivos de las películas, no menos importante, las palomitas de sabores y con combinaciones tán exóticas que en el pasado nunca se hubieran imaginado, sabores como “churro de canela”, de “takis blue heat” entre otros.
(Con información de CNN)