Un viaje al semidesierto en busca de los últimos cantantes y vestigios del canto cardenche, un melancólico canto de amor y desprecio, de lamento y tragedia.
Julio López / Ciudad de México
En la situación atípica en la que vivimos por la pandemia, es todo un logro que un documental mexicano llegue a la cartelera comercial. Este fin de semana se estrena A morir a los desiertos de la directora Marta Ferrer, que retrata a los últimos intérpretes del canto cardenche.
«Todo nació de una manera emocional y visceral. Un amigo me enseño un video en YouTube de los cardecheros y conecté muchísimo, me conmovió mucho el canto. […] No es un canto de medias tintas, yo conecté totalmente, me fui a dormir y esa misma noche soñé que me cantaban al oído tres bocas y me desperté con la idea de hacer una película», comentó en entrevista para Noticias 22, Marta Ferrer.
El canto cardenche toma su nombre de una cactácea, la cardencha, utilizada en la industria textil del algodón. Sus espinas causan mucho dolor al penetrar la piel y esa sensación aumenta al querer extraerlas. Lo mismo sucede con el canto cardenche. Tres voces interpretan a capella canciones sobre corazones rotos y el dolor de la vida. Los tragos de sotol avivan los sentimientos de melancolía y tristeza.
«Mi pregunta constante era de donde proviene este bello dolor, por eso me clave un poco en explorar esta historia que hay detrás de la tradición que es el contexto de las haciendas algodoneras y de las condiciones de dureza y casi esclavitud que vivían los peones y por eso el canto es así».
La directora nos muestra el crepúsculo de un mundo y la contrapone contra la modernidad. Los adultos mayores que buscan preservar una tradición mientras que sus nietos expresan su sentir a ritmo de rap.
«Me interesó mucho que ya los jóvenes ya no escuchan canto cardenche. Por eso también en la película sale estas nuevas músicas como la banda o el hip hop. Que son lo que escuchan los jóvenes de las comunidades. En el caso de los jóvenes de hoy, trabajan en las maquiladoras textiles y se desplazan a las ciudades. Entonces al final también es una realidad que no ha cambiado tanto la realidad laboral que tenían los cardencheros. Para mí, al final es la esclavitud moderna de ahora», concluyó la directora Marta Ferrer.
A morir a los desiertos es un documental que se desarrolla con parsimonia, que evoca melancolía y nostalgia y que te sumerge un mundo casi onírico por 90 minutos.