Amedeo Modigliani. Hasta el último aliento

En esta entrevista, el curador Marc Restellini, uno de los mayores peritos en la obra de Modigliani, hace a un lado la leyenda negra para mirar con luz directa al artista

Laura Barrera / Ciudad de México

Es su primer día en el la capital indiscutible de las vanguardias, ha superado la enfermedad, o eso cree. Y se irá a hospedar a un buen hotel cercano a la Plaza de la Madeleine, en el octavo distrito de París. Le vendrá bien la visión de la Iglesia neoclásica con pórtico de ocho columnas que superó las turbulencias políticas de la Francia del siglo XVIII y principios del XIX. Una centuria después ahí está él. Una nueva era frente a sus ojos. El mundo naturalista que retrató Émile Zola se desvanece frente a la era de transformación tecnológica e industrial que ya inició. Pronto quedarán atrás las carretas tiradas por caballos. Ha llegado el cine, y el metro, y la aviación, y las radiocomunicaciones. El arte también rompe con el pasado. Hay una nueva présence d’esprit: originales búsquedas plásticas, manifiestos libertarios, provocaciones conceptuales. Y él, en el centro de la revuelta. Terno de pana negra, botines de lazo, bufanda roja, sombrero de fieltro ala ancha, mirada altiva. “Un bel italien” se dirá en Montmartre y en Montparnasse.

Metro de París:

«Cuando Modigliani llega a París, es un joven que se balancea entre dos sentimientos. El primer sentimiento es haber estado gravemente enfermo de tuberculosis. Antes del invento de la penicilina, de los antibióticos, uno moría de tuberculosis. Entonces, el hecho de haberse curado, lo hacía sentirse, como decimos en francés “sobre las nubes”. Es un joven que retoma la vida, que será artista, o que ya es artista. Su madre le ha dado la autorización de ser lo que quiera ser. Está en un periodo de euforia. Tiene un poco de dinero que le ha dado un tío que lo apoya. Así que todo va bien cuando llega a París. Está lleno de entusiasmo. Es joven, es guapo, es seductor. Se siente fuerte, invulnerable, poderoso.»

Habla Marc Restellini, uno de los mayores peritos en la obra de Modigliani, con quien tiene un vínculo que le viene de familia: «Es una vieja historia. Mi abuelo es un pintor de esa época. Fue el último pintor de Léopold Zborowski, el marchante. Como mi abuelo trabajó con Zborowski también estuvo cerca del mecenas y coleccionista Jonas Netter. Mi abuelo y él desarrollaron lazos de amistad y de respeto que se perpetuaron hasta nuestros días. En la colección Netter hay unas 150 obras de mi abuelo. En mi familia no tenemos esa cantidad de piezas debido a que fueron hechas por encargo de Zborowski. ¡Yo sólo tengo una decena!” 

Marc Restellini

El abuelo de Marc Restellini es el pintor moldavo Isaac Antcher. La primera vez que Restellini tuvo en sus manos un Modigliani tendría entre cinco y siete años, según recuerda.«Es mi mundo. Es la razón por la que me interesé por Modigliani de manera muy temprana.» Historiador del arte y fundador de la Pinacoteca de París, Restellini es autor del catálogo razonado de la obra de Modigliani y curador de la exposición El París de Modigliani y sus contemporáneos que inauguró el Museo del Palacio de Bellas Artes en 2020, y de la que recién se presentó un libro de colección.

Monsieur Restellini no oculta su pasión por Modigliani. Su relato nos permite ponderar la visión del arte y el artista que tenía Modigliani: «Es extremadamente exigente y elitista. Su idea del artista es de un ser superior. Evidentemente, siendo artista él mismo, viéndose así y habiendo vencido la enfermedad, lo podemos imaginar un poco pretensioso. Lo que va a ser formidable, y es lo que lo disculpa de ello, es que uno perdona a un pretencioso cuando tiene genio. Lo que uno no perdona es a un pretensioso que no es tan bueno. Él desarrollará una pintura que inmediatamente lo hará ser considerado por su entorno y sus mecenas como un joven lleno de talento.»

Elvira con cuello blanco

Joven en vestido amarillo

Modigliani se integra de inmediato al medio cultural parisino. Se rodeará de poetas, actrices, modelos. Sin embargo, no es la vida bohemia lo que le atrae. Sus relaciones son desafiantes y enriquecedoras: «Las mujeres con las que se va a relacionar serán mujeres fuera de lo común. Por ejemplo Anna Ajmátova, una gran poeta rusa con la que establecerá una relación íntima. No sabemos con certeza si son amantes, pero sabemos que  los une su pasión por diferentes formas del arte, por el primitivismo, por la literatura. Juntos tendrán la confrontación con Picasso de 1914.»

La llegada de Modigliani a París coincide con la creación de Las señoritas de Aviñón por Picasso. En el Bateau-Lavoir, la célebre residencia de artistas en Montmartre, el malagueño urde la obra que revolucionará la pintura del siglo XX. Por entonces el nombre de Picasso ya era ampliamente conocido y respetado. 

«En lugar de mostrar humildad frente a Picasso, Modigliani se considerará un igual. Y no podemos decir que estuviese equivocado pues finalmente hoy día Modigliani es tan conocido como Picasso. Cada vez más se le valora como un pintor de vanguardia. Es un artista que estará en la misma corriente de Picasso, Derain, Matisse o Brancusi en cuanto a su aproximación al primitivismo, sumamente importante a inicios del siglo XX. Esa aproximación va a devenir en cubismo con Picasso, fauvismo con Matisse. Y con Modigliani se convertirá en, justamente Modigliani

Una época no tan bella

Para Restellini el mundo en el que vivirá Modigliani no es precisamente el de la Belle Époque, romantizada e idílicamente recordada. La Belle Époque es un acrónimo que designa un periodo de paz, tras la guerra franco prusiana que había afectado, además de a Francia, a Reino Unido, Bélgica, Alemania, Italia, y al Imperio austrohúngaro. El pensamiento científico y las teorías del positivismo parecen generar un estado de confianza en el progreso social y técnico. La pequeña y la mediana burguesías logran cierto ascenso social. La creencia en el progreso de la humanidad anima a las élites francesas. Las manifestaciones artísticas encuentran nuevas vías. Con su Ubu rey, Alfred Jarry ofrece una visión satírica del delirio de las dictaduras, al tiempo que anuncia el surrealismo y da el primer paso hacia el teatro del absurdo. Mientras, Victor Lejal cantante de café-concert triunfa en el Ba-Ta-Clan, el Folies Bergère y el Moulin-Rouge.

He aquí una posible banda sonora de aquella época:

¿Por qué la cultura y el arte viven una suerte de florecimiento? Quizá pueda explicarse por el hecho de que el prestigio del mundo intelectual que ya se venía gestando a lo largo del siglo XIX alcanza un cenit. A ello contribuirán acontecimientos particulares, como el Affaire Dreyfus, el prominente caso judicial contra el capitán Alfred Dreyfus que mantuvo en vilo a la Francia de la Tercera República durante una docena de años. Émile Zola pasó los últimos años de su vida comprometido con este caso. Publicó en 1898, en pleno proceso judicial, J’accuse…! que desencadenó su proceso por difamación y posterior exilio en Londres. El drama será llevado al cine en 1919 en versión silente por Abel Gance, quien en 1938 dirigió una nueva versión, esta vez sonora.

Este es el cartel de la versión de 1939 producida por Gaumont.

Y este es el tráiler de la propuesta de 1919 de Roman Polanski.

¿Cómo vivió Modigliani la Bella época? Restellini es escéptico ante el término Belle Époque

«¡No. No fue una época bella para todo el mundo! Es una apelación que hay que revisar históricamente porque solo fue bella en apariencia. Los beneficios económicos y tecnológicos no fueron para todos. En el caso de Modigliani, hay que considerar que es un pintor de guerra. Llega a París en 1906 y la guerra inicia en 1914. Va a perder a sus amigos, a su principal mecenas, Paul Alexandre, a causa de la guerra. Y a otros amigos que partirán a la guerra. Él es italiano, está en París, está enfermo. No puede ser reclutado. Y si lo fuera ¿de qué lado pelearía? Recordemos que Italia forma parte de la Triple Alianza, al lado de Alemania y el Imperio austrohúngaro. Italia no cambiará al bando francés sino hasta diez meses más tarde. Son diez meses en los que Modigliani está en París, donde solo hay mujeres y niños porque los hombres están en el frente, y donde el extranjero es el enemigo. Así que la situación para Modigliani no será nada fácil. Pero no sabemos en realidad cómo lo vive. Sus obras no dicen nada. En ellas no vemos nada. Sus retratos no tienen ninguna referencia de lo que pasa en el exterior.

Amedeo y Diego

Siempre se habla de la relación entre Modigliani y Picasso, o entre Modigliani y Soutine, o con Kissling, o con Jeanne Hébuterne, Anna Ajmátova o Beatrice Hastings. Muy raramente se habla de su relación con Diego Rivera. A Marc Restellini se le ilumina la mirada al abordar este tema.

«Es del mayor interés para mí. Modigliani no era alguien fácil y vivió seis meses con Diego Rivera. Compartieron un estudio. No soy especialista de arte moderno mexicano, pero sé que las relaciones de Modigliani con artistas, son relaciones de exigencia, de reflexión elitista, de pensamiento, de intercambio, de igualdad. Así que, evidentemente, encontrarse en el mismo taller con un artista igualmente importante, un artista mayor, respondía a su admiración infinita por Diego. Estuvo con él, como lo hizo con Constantin Brancusi y con Chaïme Soutine. Podemos imaginar que hubo intercambios, diálogo. Seguramente discutían sobre su estatus de artistas, sobre religión y filosofía. Rivera era un interlocutor al que Modigliani respetaba. De otro modo no hubiese estado tanto tiempo con Diego en el mismo techo, en el mismo cuarto. No creo que Diego fuera una persona fácil para vivir con él. Hay suficientes testimonios de ello. Así que para que estos dos personajes compartieran taller durante seis meses, forzosamente es porque esa relación estuvo basada en una emulación, en la capacidad de ambos para hacer evolucionar su arte a partir de lo que uno aprendía del otro.»

Así retrató Amedeo a Diego en 1914

Continua Restellini: «Creo que tanto el arte de Modigliani como el de Diego se impregnaron mutuamente de las reflexiones que tuvieron juntos. Exactamente como pasó entre Brancusi y Modigliani. Una relación que con frecuencia se califica como de maestro y alumno por que Brancusi tenía un gran dominio técnico en la escultura. Pero después hemos descubierto por ejemplo que el tema de la Columna sin fin que es una obra que Brancusi comenzó a crear en 1914, ya figura en una pintura de Modigliani de 1909. ¿Es Modigliani quien la creó La Columna sin fin? Porque aparece en forma discreta, pero claramente se ve que es la Columna sin fin. Ahí está un ejemplo de lo que yo imagino que pudo ser la relación entre Modigliani y Diego.»

Retrato de Paul Alexandre donde se aprecia el tema de la Columna sin fin:

Columna sin fin de Brancusi

Botticelli moderno

Modigliani está vinculado a la Escuela de París. ¿Cuál fue su rol en el arte moderno? ¿Cuál es su contribución artística?

«Su contribución al arte es probablemente haber sido el único pintor que mantuvo su interés en la investigación del primitivismo desde el inicio y hasta el final de su vida. Desde ese punto de vista es extremadamente interesante y es uno de los más importantes del siglo XX. En Picasso el interés por el primitivismo sirvió para inventar el cubismo y después salir de ahí. Matisse, de igual modo, no se quedó en el primitivismo. Derain también deja el primitivismo completamente, regresa a lo que se llama “la vuelta al orden”. El primitivismo en Derain dura unos meses, en Picasso también unos meses. Modigliani va a considerar que el primitivismo está en el corazón de todo. Y creo que tiene razón. No hay que olvidar que Modigliani hereda una tradición italiana. Muchas referencias en las obras de Modigliani son referencias al Renacimiento italiano. A veces se le ha calificado como el Botticelli moderno. Hay obras de Modigliani que presentan la posición del desnudo de la Venus de Botticelli. Hay retratos en los que la mujer está en la posición de La Fornarina de Rafael Sanzio. Hay otros desnudos recostados que están claramente en la posición del desnudo de Tiziano. Son claras las referencias al Renacimiento italiano. Tomemos en cuenta que Renacimiento es en sí mismo un movimiento primitivista cuya referencia es la Antigua Grecia. Es la vuelta al origen, la vuelta a la naturaleza. De hecho el regreso a la naturaleza ya lo habiamos visto con los impresionistas, que empezaron a salir del taller para sentir la luz, las vibraciones del exterior, el movimiento de la vida natural que no se podía reproducir al interior de un taller. El inicio del siglo XX es la continuación del impresionismo, de Gauguin y Cézanne. Y vienen Picasso y Modigliani. Estamos frente a una historia que está escrita y que es muy clara.”

André Derain, Las grandes bañistas, 1908

Escándalo en la galería Berthe Weill

En noviembre de 2015 la casa de subastas Christie’s vende el Desnudo recostado de 1917 de Amedeo Modigliani en 170 millones de dólares. El fabuloso monto de la venta es difundido por los más diversos medios de comunicación, pero muchas cadenas de los Estados Unidos deciden censurar el desnudo en sus transmisiones. Tal como ocurrió hace 100 años, la obra de Modigliani es anatema. 

¿Qué ocurrió en 1917? La galería Berthe Weill inauguró una exposición con obras de Modigliani entre las que había varios desnudos. Poco después de abrir sus puertas, la policía clausuró la exposición y prohibió la venta de las piezas. 

«El escándalo se debió a que las pinturas presentaban vello púbico. Estamos entonces en la etapa siguiente de la Olympia de Manet, que a su vez retoma a la Venus de Tiziano. La Venus de Tiziano era sólo una alegoría, una representación no de una mujer sino de una divinidad. Con Manet salimos de la alegoría y encontramos una verdadera mujer que mira directo a los ojos lo cual era muy impactante. Modigliani va más allá. Representa a la mujer en toda su feminidad y erotismo, y hace su famoso desnudo en el que hay vello púbico. En la época era un escándalo enorme. La exposición fue cerrada, las obras, requisadas. Hay que pensar que debió ser traumático para un artista que tiene una idea de representación artística y que en ningún momento imagina que la policía va a llegar y tomará sus obras, que las va a prohibir. Él se ve como continuador de Manet e igualmente continuador de Tiziano. Debió ser muy traumático. Si esto le dio notoriedad, no era algo que é deseaba. Modigliani no es un provocador. Él tiene una idea muy clara de lo quiere ser, sabe a dónde va.»

Cartel que anuncia la exposición de Modigliani

Desnudo recostado, censurado:

Ni alcohólico, ni mujeriego, ni maldito

La leyenda negra de Modigliani molesta a Marc Restellini. El especialista refuta cada uno de los argumentos que le atribuyen conductas y actitudes autodestructivas al artista de Livorno.

«La leyenda dice que Modigliani es bohemio, atormentado, drogadicto, seductor, que murió en la miseria. El Modigliani maldito, el pintor maldito. Yo no lo veo como un pintor maldito. Un pintor maldito sería aquel que nunca vivió de su arte, que nunca vendió un cuadro. Pintores malditos los hay. Pintores locos los hay. Desde Hugo van der Goes hasta Van Gogh. ¿Alcohólico? Modigliani bebía un litro de vino al día. El vino en esa época no era como el de hoy, tenia menos alcohol. Así que es una cantidad en ese momento razonable. ¿Drogas? Hizo algunas pruebas con Paul Alexandre: hachís y opio en busca de visiones, de una forma puramente experimental. ¿Un seductor? En el sentido de ser mujeriego, no parece que Modigliani lo fuera. Un mujeriego es un macho, un hombre que no respeta a las mujeres. Las mujeres con las que Modigliani va a vivir y a amar no son el prototipo de lo que le gusta a un mujeriego. Estamos hablando de Anna Ajmátova, Beatrice Hastings. Ajmátova es una de las grandes poetas rusas de todos los tiempos. Beatrice Hastings es una poeta, ademas feminista. Y la última es Jeanne Hébuterne, una artista de calidad, cuya obra conozco bien pues yo hice el catalogo razonado. Es una artista extremadamente sensible.¿Muerto en la miseria? No es así. Vendía obras, tenía un contrato, hacia exposiciones. ¿Muerte por drogas o alcohol? ¡No! Murió a causa de la tuberculosis que había atrapado hacia veinte años. Tuvo una recuperación que le permitió que crear, pero finalmente la enfermedad lo mató. Ningún cliché es verdad.»

Pintor de síntesis

En un lapso relativamente breve, Amedeo Modigliani logró encontrar su propio lenguaje. Como si supiera que la vida se le escaparía en forma temprana, pintó de manera vertiginosa y dejó centenares de obras.

«Es un pintor de vanguardia. Se dice: es bonito, es decorativo. Eso lo escucho con frecuencia. Pero comparado con Picasso que es un verdadero creador… ¡No. No es así! Él trabaja como Picasso, en torno a los mismos temas. Pero a diferencia de Picasso, Modigliani es un pintor de síntesis. Picasso es un pintor de la emoción y de la fuerza. Es como comparar entre Leonardo y Miguel Ángel. Miguel Ángel es un artista, un escultor de fuerza, de poder. Leonardo es lo contrario, es un intelectual. Es un poco esa relación, toda proporción guardada.»

«Picasso va al Museo del Hombre, ve el arte negro, la estatuaria africana. Recibe un gran impacto. Quiere hacer lo mismo. Es inmediato, es espontáneo es brutal, es fuerte, y da un resultado magnifico y poderoso. Modigliani no está en esa lógica. Él investiga sobre la figura antigua, africana, egipcia, oceánica, y lo integra al esoterismo, a la religión y al misticismo. Así va crear su escritura pictórica, llena de símbolos. Es un erudito, habla bien francés, tiene una cultura judaica, cabalística, esotérica. Su relación con Diego Rivera reposa también ahí, en la búsqueda del sincretismo, en una búsqueda humanista. Ese es el criterio. Diego también es resultado de un sincretismo. De lo vivido en México a la llegada de los españoles, y la mezcla con la tradición maya y azteca. Seguramente las charlas entre ellos tomarán esos rumbos.»

Restellini no escatima reconocimiento a Modigliani, Por décadas ha desplegado una labor de investigación y difusión de su obra sin precedentes. No le tiembla la mano para señalar falsos Modigliani que con no poca frecuencia aparecen en medio de historias inverosímiles. Para Restellini, el lenguaje de Modigliani es irreproducible.

«Se concentró en una visión que desarrolló por cerca de 20 años, y que poco a poco evolucionó. Parte de una forma escultural de cariátides, para transformarse en retratos y llegar a esta expresión que es extremadamente característica de Modigliani: grandes figuras totémicas, con los ojos vacíos, hieráticas, sin referencias al mundo exterior, ni a la modernidad ni a la guerra, ni a la industria ni a nada que haya en el entorno, nada del mundo exterior.»

Modigliani creará un lenguaje a partir del retrato. «Para crear necesito tener a un ser vivo frente a mi», dice. Retratos en los que la mirada casi siempre está vacía ¿por qué?

«Tomemos esta pintura, Niña vestida de azul. Es una de las mayores obras maestras de Modigliani, la más bella que hizo. Es excepcional por distintas razones. Primero es una obra de pie, que representa integralmente un personaje, eso es raro. La medida del cuadro también es grande en relación a los formatos de Modigliani. Luego hay una característica escencial, es una niña que tiene los ojos abiertos, la mirada en ambos ojos. Hay que hablar de la simbología de Modigliani en relación a la mirada. Con frecuencia en sus obras hay una ausencia de mirada. La pregunta es ¿por qué hay una ausencia de mirada?, ¿por qué los personajes no tienen ojos? Esa ausencia se debe a que se trata de adultos que portan una máscara. Hay una dimensión mística, religiosa, en las obras de Modigliani en relación al primitivismo. Los retratos de Modigliani se relacionan a la tradición africana de las máscaras. Significa que un individuo que es adulto no tiene ojos porque porta una máscara, una máscara social, económica, que quiere tener una imagen, una representación. Todos tenemos una máscara. Yo frente a ustedes tengo la máscara del historiador del arte, de curador de la exposición, que no es lo que soy en realidad. Pero la niña tiene ojos, quiere decir que ella no tiene una máscara, quiere decir que es aún pura, que no ha sido aún manchada, corrompida por el mundo de los adultos.»

Niña vestida de azul, 1918

Italo Calvino, otro italiano que también veneró el arte del pasado y fue un renovador, aseguraba que una obra de arte es aquella que nunca termina de decir lo que tiene que decir. Tal vez Amedeo tiene aún más secretos que revelarnos, sin clichés, sin máscaras. Tal vez sólo se necesite una mirada nueva.