Charlamos con una especialista en temas de resiliencia frente a violaciones graves de derechos humanos sobre la labor de acompañamiento con familiares de víctimas de desaparición forzada y la importancia de una ciencia de incidencia social
Ciuda de México (N22/Ana León).- Karla Salazar Serna es investigadora social, especialista en temas de resiliencia frente a violaciones graves de derechos humanos y miembro del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (UNAM). Ha trabajado con refugiados y buscadores de asilo en Noruega y en México se ha enfocado a las familias de personas desaparecidas. En México, la cifra más reciente dada a conocer de personas desaparecidas llega a 73 mil 201, desde 1964. La cifra aumentó drásticamente desde 2006.
Antes de la pandemia, durante el mes de febrero, trabajó con la Brigada Internacional de búsqueda en Veracruz, en La Gallera, sitio que el medio Pie de Página ha calificado como el «el rancho de los Zetas donde brotan huesos».
Parte también de su trabajo, es la impartición de talleres y cursos de resiliencia con las familias de personas desaparecidas sobre este tema.
¿Cómo es el trabajo con estas familias? ¿Cómo darles soporte? ¿Cómo ayudarlos a transitar por este limbo de incertidumbre frente a la desaparición forzada y violenta de sus familiares?
Nos acercamos a ella en un intercambio vía mail, para conocer un poco de lo que implica esta labor de acompañamiento a familiares de víctimas de desaparición forzada. Esto a seis años de que 43 familias de Guerrero fueron víctimas de la violencia del crimen organizado y del Estado: la desaparición de sus familiares, 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos.
¿Cuál es el objetivo del trabajo de acompañamiento?
Reconocernos como humanos, como seres vulnerables y saber que los vínculos promueven aspectos relacionales que fortalecen el proceso resiliente.
¿Cuándo y cómo inicias este trabajo de acompañamiento?
A partir del 2014, me solidarizo con las manifestaciones y actividades de divulgación sobre las personas desaparecidas. Un aspecto fundamental es saber acompañar sin interferir en sus propios procesos. El respeto es una prioridad.
¿En dónde y con qué grupos?
El acompañamiento surge en la zona noreste del país, puedo mencionar ciudades como Monterrey, Escobedo, Reynosa, Monclova y Castaños. El acompañamiento surge con personas y no propiamente con grupos. Si bien tuve acercamientos importantes con colectivos, eran tiempos muy difíciles y violentos, el caminar de los grupos era un constante construir sobre terrenos sinuosos y vulnerables. Sabía que tenía que tener tacto, cuidado e, insisto, mucho respeto sobre sus propios procesos; en este sentido, mi acompañamiento a los grupos fue a través de acciones solidarias. Hay muchos grupos que podría mencionar de los estados de Nuevo León, Tamaulipas, Guerrero, Morelos, Veracruz, Edo. De México, Tepic, entre otros. Ellos me conocen, me han permitido participar en diversas actividades y brigadas.
¿En qué consiste el trabajar la resiliencia enfocada a estos grupos?
Antes que nada, quiero decirte que esta pregunta no amerita respuestas sencillas, de ahí que llevo años en su estudio. La resiliencia bajo estos contextos es un proceso muy complejo. Desde mi experiencia de estudio, se comprende la resiliencia como un proceso que involucra factores internos (personales) y factores externos (familiares y sociales) para sobrellevar la adversidad hasta lograr una transformación que permita reconstruir un proyecto de vida. Si bien el estudio de la resiliencia se ha asociado a palabras como adaptación, superación y capacidad, en los casos de desaparición no podemos concebirla de esta manera. Un ser humano sometido a tales vejaciones no debe adaptarse, las desapariciones no se superan, y caminar a través de esta adversidad no siempre responde a capacidades individuales. La resiliencia en un proceso que se construye en gran parte de forma relacional.
El proceso de resiliencia dentro de los grupos consiste en reconocer y enfocarse más en sus fortalezas que en sus debilidades; en priorizar el análisis claro sobre lo que sí tienen control y en función de ello desarrollar acciones. La empatía, el respeto y la solidaridad son constantes en un grupo resiliente. Dimensionar los alcances del problema en su debida proporción les permite construir caminos para avanzar e impedir que la vulnerabilidad psíquica los paralice. El sentido del bien común permite construir una resiliencia grupal, donde fluyen sentimientos de pertenencia, identidad y unidad. Generar una resiliencia grupal requiere de flexibilidad, escucha, creatividad y el cuidado de quienes integran los colectivos.
Los procesos de resiliencia son dialécticos, responden incluso a nuevas vulnerabilidades, por ello se insiste sobre los pilares de la resiliencia: creatividad y flexibilidad. La resiliencia no es un estado estático, tampoco es sinónimo de bienestar, incluso una persona resiliente no necesariamente se encuentra feliz o sana, tampoco quiere decir que todos los días tenga la capacidad de levantarse y construir camino. Dentro de los procesos resilientes se reconoce que hay días muy oscuros que pueden incidir en que no tenga la fuerza para levantarse de la cama; no obstante, si bien existe una aceptación del dolor, se procura la no reproducción del sufrimiento. Y esto aplica también en la resiliencia grupal y familiar.
Un grupo resiliente, también se caracteriza por saber identificar y evitar los factores de riesgo que pueden afectar sus seguridad física, mental y emocional. Por reconocer y promover los factores protectores que pueden incidir también en detonantes para su empoderamiento.
¿Cómo y de qué forma te vinculas con los grupos con los que trabajas? ¿Cómo lograr establecer lazos de confianza?
No podría responder esta pregunta pensando que la vinculación o los lazos de confianza son una meta estratégica a alcanzar. La confianza y la vinculación son procesos humanos que ocurren cuando se comparten intereses en común orientados al bienestar. Mi principal interés al estudiar este tema es poder comprender cómo pueden, en primera instancia, resistir esta adversidad y en segunda instancia, cómo pueden sobrellevarla hasta el punto de reconfigurarse y reconstruir nuevos proyectos de vida.
El vínculo que se ha generado y la confianza que se ha construido responde más a un sentido de humanidad, de creer que tenemos el poder de generar transformaciones orientadas a la justicia restaurativa, al manejo del dolor, a construir comunidad, a crear caminos resilientes hasta encontrarlos.
Responde a un interés centrado en la empatía y en el respeto. A generar conocimiento bajo un cuidado ético. Donde se pondere la salvaguarda y no se provoque el desbordamiento emocional. Generar vínculo y confianza requiere del saber caminar con ellos bajos pasos firmes, prudentes y solidarios.
¿Cómo abordar la historia de sus desaparecidos? Es como pedirles que den un salto al vacío, ¿no?
Por ello hablo de ética, muchos errores pueden visualizarse en los procesos que profesionales, periodistas e investigadores cometen. Yo misma no estoy exenta de cometer errores. Sin embargo, debemos tener la capacidad de introspección y de saber situarnos en nuestro ejercicio profesional. De priorizar los aspectos éticos sobre cualquier objeto para obtener información.
Es una imprudencia absoluta, no pensar y repensar en los procesos que estas personas y familias viven frente a la desaparición. El abordaje de una historia tiene que responder a la necesidad o deseo de las mismas persona o familias por compartirla. Muchas veces la escucha funciona para ellos como parte del acompañamiento, desempeña una función catártica y liberadora, la expresión emocional y de sentimientos profundos es parte del proceso resiliente. Por ello, es importante que hablemos de resiliencia, reconocerla y promoverla. Saber que es un proceso complejo, heterogéneo y que no responde a configuraciones simplistas.
¿Cómo te tienes que preparar para ser una figura de apoyo?
Si una persona se plantea con rigidez esta pregunta, puede dedicar años de estudio a su preparación y aun así no sería suficiente. Dentro del contexto mexicano, el fenómeno de desaparición forzada ha representado diferentes retos y desafíos para los diversos ámbitos, su impresionante proliferación en menos de doce años ha colocado a las familias y a los colectivos conformados por éstas a ser quienes, además de empujar la agenda pública y los diferentes instrumentos jurídicos, instruyan sobre cómo prestar apoyo.
Sin desestimar ninguna disciplina, es importante que los profesionales tengamos la humildad de aprender de ellas, de caminar con ellas, de promover un engranaje de saberes que permita prestar apoyo. Estar dispuestos a no realizar determinismos lineales, ni pretender encerrar realidades bajo la estela de teorías que surgieron en otros contextos.
Una figura de apoyo se construye a través de la empatía, de la prudencia, de la disposición de aprender, de reconocerse también como un ser humano y por ende reconocer la propia vulnerabilidad. De entender los propios miedos en su debida proporción y procurar que éstos no se conviertan en pánico. Una figura de apoyo lo puede ser cualquier persona sin ninguna instrucción especializada, siempre y cuando esté dispuesta a compartir un pedazo de su vida y a generar un abrazo social.
¿Hasta qué punto llega tu trabajo y que sucede después?
Mi trabajo es una forma de vida. Yo no podría concebir un proceso de acompañamiento bajo el único interés de generar conocimiento. La ciencia siempre se ha caracterizado por su rigurosidad, y eso es correcto, pero existe una equivocada visión de distanciamiento respecto al objeto con la cual se produce. Somos humanos indagando sobre lo humano. En este sentido, procuro que las acciones que componen mi trabajo no me lleven a un agotamiento emocional, procuro mi autocuidado, aunque también cabría decir que experimento procesos de resiliencia, pues dedicar tu tiempo al estudio de estas situaciones, que jamás debieron ocurrir, no está exento de sentir dolor, tristeza, enojo, impotencia entre otros sentimientos. Por ello estudio, hablo y promuevo la resiliencia, porque estos actos de deshumanizados no deben arrebatar más de lo que ya han arrebatado.
También reconozco que generar conocimiento no debe responder solamente a procesos de recolección de información, procesamiento y análisis de datos, difusión entre pares. Yo confío en una ciencia de incidencia social, una ciencia que procure también hacer acciones propositivas de transformación, que se arriesgue y contribuya a un sentido comunitario donde el bien común es la prioridad.
Imagen de portada tomada de Revista Sic