Primera exposición del Museo Reina Sofía en la desescalada; una invitación a formar parte de la naturaleza y a reflexionar sobre las emociones y fragilidad de los seres humanos
Ciudad de México (N22/Redacción).- Un universo construido a partir de flores gigantes, nidos y aves germinó dentro del Palacio de Cristal de Madrid, luego que éste estuviera cerrado debido a la contingencia causada por el Covid-19; se trata de la primera exposición individual en España del artista Petrit Halilaj (Kostërrc, Skenderaj, República de Kosovo, 1986) y, al mismo tiempo, de la primera exposición de arte contemporáneo que presenta el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
En la exposición titulada A un cuervo y los huracanes que, desde lugares desconocidos, traen de vuelta olores de humanos enamorados, el artista conectó la instalación temporal con parte del retiro de la ciudad; abrió ventanas, creó estructuras y colocó áreas de alimentación para que aves y otros animales puedan acercarse a comer dentro del espacio construído por flores.
La exposición está estrechamente ligada a la vida del artista, quien vivió en carne propia los conflictos bélicos de la ahora antigua Yugoslavia: guerra, exilios forzados, conflictos étnicos y desarraigo. Además, huyó con su familia a un campo de refugiados durante el conflicto de Kosovo. Por todo ello, la obra de Petrit, siempre está cargada de temas como el hogar, la nación y la identidad cultural.
Aquellas vivencias que construyen su pasado se manifiestan a través de la exposición con formas que buscan expresar lo contrario: un refugio idóneo en donde la tranquilidad y la paz permean todo el espacio, así como la esperanza y la posibilidad de un futuro distinto. En palabras del propio Museo, se le invitó al artista a realizar la «pieza de su vida» a lo que él respondió con una propuesta «casi literal […] haciendo de su experiencia biográfica material artístico».
La exposición está inspirada en el ritual de apareamiento de los bowerbirds, o pergoleros pardos de Nueva Guinea, en donde las aves, a falta de coloridos plumajes, construyen elaboradas estructuras decoradas con objetos coloridos que obtienen de la naturaleza (flores, frutos o insectos) para, de esa manera, atraer a su pareja. Los pájaros, un elemento constante de su trabajo «simbolizan la transgresión de los límites que el pensamiento moderno establece entre sujeto y objeto, cultura y naturaleza».
El artista formula tensiones y traspasa los límites entre aquello que se hace público, y aquello que se considera aceptable o susceptible de atención. La pieza History of a Hug (Historia de un abrazo), la cual cuenta con un cuervo blanco que sostiene un trozo de madera, alude directamente a un momento personal de su vida: «era la herramienta de trabajo de su abuelo en el campo y el objeto que sostenía cuando su esposa había dado a luz a su primer hijo. Incapaz de expresar en público su inmensa alegría, que podría haber sido interpretada como un signo de debilidad en una sociedad patriarcal, abrazó el poste con tanta fuerza que pensó que lo rompería». Asimismo, el cuervo blanco sugiere la diversidad y la resistencia al cambio para ser aceptado en una sociedad.
A un cuervo y los huracanes que, desde lugares desconocidos, traen de vuelta olores de humanos enamorados, es una invitación para que el hombre forme parte de la naturaleza misma, y encuentre un punto de reflexión sobre la presente crisis que evidenció las debilidades y fortalezas de la humanidad, luego de estar en cuarentena por un largo tiempo.