Primera antología sobre el tema, editada por Dieci7iete Editorial, desde donde se convocaron a trece voces que narran su experiencia desde la escritura o las imágenes
Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Magaly Pinal, directora del joven sello independiente Dieci7iete Editorial, del estado de Nuevo León, se preguntó qué hacer durante la pandemia. La situación del libro en México es difícil y plantea riesgos enormes en el futuro inmediato, pero ¿eso debía detener el trabajo y la reflexión? Después de varios ajustes decidió, junto con el escritor y editor Jaime Mesa, convocar a diversas personalidades para que compartieran sus escritos detonados por el aislamiento durante la pandemia de Covid-19. Así nació La imposibilidad del encierro. Crónicas de una pandemia. Magaly Pinal comenta sus motivaciones para publicar esta antología de descarga gratuita.
«Creo que todos hemos vivido momentos de depresión, desesperación, de crisis, por no saber qué es lo que va a pasar con nosotros y nuestros trabajos. Teníamos, como todas las editoriales, muchos planes para este año que se han detenido. Tuvimos que replantearnos todo nuestro plan editorial que había comenzado en diciembre de 2019. Por eso se me ocurrió que era mejor juntar nuestras ansiedades. Platiqué con Jaime Mesa, nuestro editor, y revisamos mucho de lo que habíamos leído sobre el tema, como cuentos, publicaciones en revistas, en blogs, en páginas. Todo a nivel individual. Después de una hora de conversación se decidió por los autores que están en ésta, la primera antología que se lanza en formato ebook. Quisimos obsequiarlo no sólo por el orgullo que nos da el resultado, también para que se pueda leer por todos cómo estamos viviendo la pandemia en México. ¿Qué es lo que pasa en nuestro interior? ¿Cómo fue nuestra visión de la pandemia en México? Yo creo que este libro será referente en el futuro.»
Para Jaime Mesa, mucho de lo que había leído sobre el tema, en términos literarios, escrito en México, carecían de un diálogo, le parecían más «llamadas de auxilio”.
«La curaduría de los trece autores fue inmediata, porque eran autores que estaban en redes, trabajando sus miedos, sus dudas, sus certezas, como todos. Les escribí y casi inmediatamente me respondieron. Pensé que sería más difícil, que tal vez me dirían: “No tengo nada qué decir” o “No puedo reflexionar ahora, tengo más dudas”. Pero yo insistía que esta antología era prematura, simplemente porque ahora no sabemos muchas cosas y hace dos meses, sabíamos menos. Entonces, se trataba de hacer la primera pregunta, un primer puente para unir las incertidumbres. Y con esas voces extender puentes comunitarios entre todos. Lo que nos hacía falta eran los lectores. Por eso la idea de Magaly de ofrecerlo de manera gratuita es muy importante.»
Las personas convocadas, quienes escribieron desde la reclusión de sus casas son: Patricia Villegas, Isaí Moreno, Víctor Zadig, Jesús Ramón Ibarra, Valeria Villalobos-Guízar, Héctor Iván González, Alejandro Vázquez Ortiz, Yussel Dardón, Alejandro Badillo, Iván Ballesteros Rojo, Pamela Salinas Parra, Karina Almaraz y Erick Muñiz. Para Valeria Villalobos-Guízar, gestora cultural y articulista, la experiencia del encierro era algo muy íntimo vinculado con el dolor y el luto, pero la escritura y la publicación de su texto está más cercano a la tranquilidad que da la comunidad.
-A finales de marzo Jaime me convocó y yo no quería, me costó trabajo. Y tiene que ver con lo que cuento en mi texto que se llama: “La eternidad por fin comienza un lunes”, que es sobre la pérdida de mi abuela durante la pandemia. Ella murió en una situación muy complicada quince días antes de que me convocaran.
Después, decidí que la escritura más que un receptáculo de memoria, podría ser un receptáculo de olvido. Necesitaba darle forma. Primero pensé en una ficción y después me dije, no, aquí las cosas son muy claras. Así que hice una especie de diario, de crónica, no sé cómo llamarlo. Finalmente, para mí fue un proceso emocional muy importante, porque me permitió darle forma a ese caos que me estaba apabullando muy fuerte.
Al compartir el libro con mi texto, vino un proceso muy lindo, recibo una respuesta que me permitió salir del texto como salir mí misma, y comenzó el diálogo con los lectores. Después del duelo en soledad y en el encierro, tuve cercanías afectivas que no estaban en mi marco de lo posible. De ser un texto íntimo, ahora es un texto que me ha otorgado una comunidad en este momento de distanciamiento físico. Y, por supuesto, también es importante porque el libro me ha permitido leer sin predisposición a amigos y escritores nuevos para mí.
Alejandro Vázquez Ortiz, es escritor y editor, y desde hace tiempo un apasionado de la fotografía. Su participación en el libro es con las imágenes que acompañan a la publicación, lo que le interesaba era retratar el “encierro exterior”.
-Llevaba mucho tiempo haciendo fotografía de calle cuando irrumpe esta situación. De hecho, estaba con Jaime Mesa en la Feria del Libro de Monterrey, la UANLeer, cuando empieza todo esto del encierro. Ese mismo sábado salía a la calle y me asombró que mientras había un llamado a “Quedarse en casa” para evitar la pandemia, todo el encierro se veía lento. Empecé a tomar fotografías y en las primeras semanas no se nota que es una pandemia porque la gente seguía afuera. El paso a usar el cubrebocas y a salir menos fue gradual. Documentaba eso cuando me buscó Jaime para invitarme a participar. Me dijo: -En una antología del encierro. Yo le contesté que, por las características de mi trabajo y mi situación económica, tengo que salir, no puedo hablar del encierro, no tengo ese privilegio. Le dije que hay un encierro afuera, hay gente afuera que es la que me interesa documentar y aceptó mi propuesta. En realidad, el ensayo fotográfico es lo contrario al encierro, es sobre los que están afuera porque no pueden estar adentro, no pueden vivir de otra manera. Y ahora que la pandemia nos confronta con nuestras realidades, la calle más que nunca se muestra en una encrucijada. Eso ha determinado mi visión fotográfica como narrativa. Por eso quería documentar y dejar constancia de que la situación no es igual para todos.
¿Cómo fue darle forma a algo que en su diversidad podría acercarse a un caos? Para Jaime Mesa la idea vino desde la pluralidad.
-Hay fotógrafos, hay escritores, hay gestores culturales, hay periodistas. Una de las decisiones editoriales que tomamos fue quitar o borrar la frontera de los géneros, un asunto muy discutido en el siglo XXI. Entonces en la editorial hay fragmentos de diarios reales, hay cuentos, reportajes, crónicas. Cuando el lector asume la lectura de La imposibilidad del encierro. Crónicas de una pandemia, básicamente no sabe a qué se está enfrentando. Ese desbalague de géneros me parecía un esfuerzo bastante interesante para apelar a que importan las historias, importa que alguien cuente algo. Y si en eso hay algo verdadero sobre la condición humana, ¿qué importa el género? Queríamos que fuera como un gol de primera intensión, que la gente se enfrente a voces y no a tratamientos literarios. Por ejemplo, el tratamiento del texto de Iván Ballesteros, autor de Sonora, rastrea como el FBI las publicaciones en Facebook de una persona que crea una teoría de la conspiración. Eso frente al diario de Valeria Villalobos, confronta la percepción del lector y el resultado puede ser bastante interesante.
El libro está disponible de manera gratuita desde la página de Dieci7iete Editorial, aunque en el futuro se buscará editarlo en físico. Hoy, sus creadores consideraron que era oportuno generar comunidad con los lectores, pues todos estamos en el encierro.