Luigi Amara y Trino crearon este microuniverso de ratas donde la corrupción, como en nuestro país, ha permeado todos los niveles. ¿Cómo explicarla a los niños?, la respuesta es este libro que si bien está enfocado a chicos y jóvenes, no es condescendiente
Ciudad de México (N22/Perla Velázquez).- ¿Cómo hablarle a los niños de la corrupción? ¿Hay una mejor manera para explicarles las desapariciones forzadas o las problemáticas sociales que vivimos actualmente? Sin menospreciar la inteligencia de los más pequeños, Luigi Amara y Trino publican El paraíso de las ratas (Sexto Piso, 2018).
Esquivel es la rata protagonista de esta historia. “Era un juego de palabras (su nombre) porque intenta esquivar el mundo en el que le tocó vivir”, explica Luigi Amara y es que la cloaca en la que vive está llena de injusticias: sus hermanas, unas ratas blancas, acaban de desaparecer y nadie sabe en dónde están. Para encontrarlas, Esquivel debe de sortear una serie de retos que lo llevan a pensar que la corrupción no sólo está en las grandes esferas sino en la vida cotidiana. Sobre esta novela platicamos con sus creadores el escritor Luigi Amara y el ilustrador Trino.
¿Cómo fue que trabajaron desde un inicio este libro?
Luigi Amara(LA): Desde el comienzo tenía el plan de que iba a ser un libro en colaboración, es decir ilustrado por Trino. Entonces, a la hora de escribirlo pensaba de algún modo que había que incluir diálogo que había que hacer ciertas divisiones para que tuviera ritmo con respecto a las páginas. La idea fue trabajar el texto, luego mandárselo a Trino y él que tuviera toda la libertad para interpretarlo y desarrollarlo con su propio lenguaje, si acaso hubo uno que otro señalamiento como muy específico de algún detalle que no cuajaba, pero básicamente desde la concepción la idea era que fuera ilustrado y que hubiera esta parte de colaboración.
Trino (T): En este libro me costó más trabajo a mí, porque el texto lo ameritaba. En ese sentido es más profundo y es más oscuro que el anterior de Los calcetines solitarios (Sexto Piso, 2011). Entonces, primero tuve una especie de bocetos con mis personajes, como son los que hago en el periódico, pero se me hacía que debía de tener otra línea porque era un tema diferente y para sentirme más libre de dibujar ratas que fueran agradables, en el sentido que fueran mucho más con una línea simple y que llevara el texto acompañado. Me costó más trabajo hacer este porque la historia es más larga, pero quería darle el tono con la ilustración. Me tardé, pero me gustó el resultado para encontrar hasta el tipo de plumilla con el que hice todo.
La rata es un animal que está en el imaginario colectivo para hablar de corrupción o injusticias. Para hacer más accesible el tema de la corrupción para los niños, ¿fue que se decidió continuar con ese pensamiento?
LA: En parte sí, porque me quedé sorprendido que hay muy pocas cosas que sean accesibles para los niños que tengan como temática esto. Vivimos en un sistema corrupto desde hace quién sabe cuántas décadas, ahí pensé que era necesario tocar esas problemáticas, como las desapariciones, de un modo que no fuera agresivo ni crudo para los niños, pero que sí se tocara.
Pero también la decisión de hacerlo con ratas fue un poco darle la vuelta al lugar común, porque está en nuestro lenguaje, nuestro imaginario esta asociación con las ratas. Entonces, era darle la vuelta a eso y hacerlo literalmente que las ratas se hablen entre ellas y se acusen de ser unas ratas de dos patas. Un poco era en lugar de esquivar esa carga que hay en un imaginario colectivo, más bien beneficiarse de ella y de todos los juegos del lenguaje que ya hay al respecto.
Es un libro para niños, sin embargo, el lenguaje no limita ni a grandes ni a chicos, es decir, las ilustraciones son un soporte para la historia que deja muy poco a la imaginación. ¿Cómo hacerlo accesible para cualquier persona?
T: Es un libro pensado para niños, así era la idea y las ilustraciones están hechas de esa manera. Obviamente está más oscurón que los otros y a diferencia del otro libro que era un tema muy de moda (el bullying), éstas son temáticas sociales arraigadas entre nosotros y señaladas así en un libro juvenil/infantil, pero tirándole a lo juvenil. Creo que los niños tienen la capacidad de leer esta fábula como una historia tenebrosa de una cloaca, pero ya cuando vas creciendo y los adultos lo leen ya tienes el contexto de que es México, que es el sistema al que nos estamos refiriendo. De alguna manera, es como una introducción a saber todo eso y esperamos que los niños cuando crezcan y vuelvan a abrir el libro, lo lean con otros ojos.
El libro no menosprecia la inteligencia de los niños y plantea los problemas tal y como son. Cuando se escribió la historia, ¿se pensó en ello?
LA: Sí, porque por un lado tienes que sintonizar con esa inteligencia, con esa imaginación, con esa curiosidad que tienen los niños, pero tampoco por el hecho de que está dirigidos a ellos vas a menospreciar la complejidad a la que pueden acceder, también confiar en que cada lector entra a un libro con su bagaje con su conocimiento con su imaginación y va a entrar de una manera distinta uno no sabe cómo van a entrar.
Para mí muchos de los libros favoritos que supuestamente son para niños, Alicia en el país de las maravillas, Harry Potter están pensados para niños, pero en realidad tienen lectores de todas las edades. Ese es el objetivo al menos al escribir un libro para niños que tenga esas capas de lectura.
Pero también corresponde al contexto que alberga la mente de los escritores, ilustradores, en su caso, porque el libro no es una historieta para comunicar las problemáticas, pero al final la imagen sigue siendo una manera de comunicación. ¿Qué hay detrás de la ilustración en esta historia?
T: Cuando me llegan este tipo de proyectos se me hacen interesantes porque sigues hablando un poquito de los problemas pero como de ladito, realmente no me vería ilustrando el libro de “El Che”, eso lo hace mejor Hernández y toda la implicación, es más social y tiene que ver con esta cuestión política, pero está adosada por una historia entre ratas y se me hace divertido y me saca de mi manera de hacer las cosas cotidianas.
Para este libro me puse a pensar qué hay debajo, en una cloaca. Por ello, está ilustrado con expresiones, más que poner escenarios, hay pocos pero los que hay están dentro de una parámetro que todos nos imaginamos: una cloaca, pero en general todo es con base en las expresiones y las caras de los personajes. Es en donde más me clavé. Es un libro con mucho texto, entonces pensé que podría verse muy sobrecargado.
Luigi, en la historia podemos ver que la corrupción no es un problema que esté solo en las altas esferas, sino que en ocasiones todos somos parte de este sistema y que es el difícil salirte de él.
LA: Ese era un poco el objetivo plantear que la corrupción no solo está haya en la clase política, lejos de ti, sino que es todo el sistema el que funciona a través de lazos corruptos que es la cloaca misma la que está corrompida en todos sus eslabones. Eso creo que sucede, no está dicho así evidentemente, pero creo que sucede cuando una sociedad como la nuestra empieza a considerar al otro como una forma de ganancia, de sacar provecho, cuando entendemos al otro como eso, creo que empieza a haber una corrosión en los lazos sociales y llegamos a este nivel, en donde una persona puede ser violada y luego asesinada simplemente después de que la usaste. Esa es según la lógica que está detrás de una sociedad como la nuestra y yo lo quería plasmar guardando las proporciones en las peripecias de las ratas.
En ese sentido, la manera de escribir, así como las ilustraciones, te llevan a pensar en las ratas como un ser sucio, algo que está debajo, en otro mundo, lejano al que nosotros vivimos.
T: Sí, pero es un mundo que está creado por nosotros, por la polución, por los desperdicios insalubres, la basura. Platicaba que yo vivo en Chapala, y vemos a las ratas como “las del campo” muy alejadas a las de la ciudad, las del campo no son sucias, porque aquí viven en el campo, como si eso les diera una limpieza total de que aquí se bañan todos los días.
LA: Justo es el contacto con el humano lo que vuelve a las ratas sucias, en el campo no tienen esta simbiosis con el mundo humano. Acá sí, entonces viven en los desperdicios en la cloaca precisamente beneficiándose de lo que les arrojamos. Yo quería reflejar en el libro, que cuando los humanos entran en contacto con las ratas crean en conjunto un sistema doblemente corrupto.
¿Es imaginar otro mundo a partir de nuestra sociedad, el mundo de las ratas?
LA: Es imaginarlo, pero también es continuar por un lado el comportamiento real de las ratas, ellas sí tienen en la cloaca un comportamiento que está ahí, obviamente sin el componente moral que le daríamos, pero al mismo tiempo era continuar este lugar común que está en el imaginario colectivo de las ratas. Era una especie de tomar estos elementos que ya están en el ambiente y armar con ellos una historia.