Bar cutre que desde la actualidad hace un guiño al pasado, ese pasado de abundancia cervantina en el que el músico estadounidense ofreció uno de los conciertos más recordados en la historia del festival
Guanajuato (N22/Huemanzin Rodríguez).- El bar El Incendio está frente al Teatro Principal, en la ciudad de Guanajuato. Su placa indica que existe desde 1917. La gente del lugar dice que antes estuvo en otra parte, en la Plaza del Baratillo, pero hace ya varias décadas que está aquí frente al Principal. En algún momento tuvo que cambiar de nombre y también se le conoce como se lee en su puerta de bisagra doble: F.B.I. Es un referente de la ciudad y del Festival Cervantino y se saben cualquier cantidad de historias, desde las más inocentes —si acaso un lugar como éste tiene historias inocentes—, hasta las más sórdidas.
De este bar asociado a la cultura y a lo cutre, que tiene un mingitorio junto a la barra y las paredes decoradas con un mural entre lo naif y lo grotesco donde se adivinan los rostros de figuras relevantes de la cultura nacional, sólo quedan las anécdotas. Ahora está lleno siempre, con música que sobrepasa los niveles de lo audible y cuyo repertorio está más asociado a la llamada narcocultura que a la bohemia de pueblo. Del otro lado de la acera se ve ese espacio junto al Principal donde se recuerda que Santo y Blue Demon estacionaron su auto convertible antes de subir las escaleras del callejón para enfrentarse a momias y salvar a Mil Máscaras, o algo parecido. El hecho es que si ahí, Santo y Blue Demon lucharon contra las momias, seguro salieron antes de El Incendio.
Una de las historias sobre este bar la sé desde hace años y me ha divertido escuchar las versiones entre las personas con más experiencia en el Cervantino. Este año me dieron más datos y he querido averiguar qué es lo que pasó verdaderamente, pero no me atrevo, me gustan más las construcciones que ha adquirido el rumor. Era 1982, en la llamada “época de oro” del Cervantino, cuando en la administración del presidente López Portillo no se escatimaba en gastos —se convirtió en el primer presidente de México que tenía el control sobre el excedente de Pemex, así, la riqueza del petróleo estuvo en manos de un solo hombre. En la teoría de Carlyle, el “héroe” tenía el don de saber por sí mismo dónde y cómo ayudar a su gobernados, y así lo prometió López Portillo: usar los recursos donde “más se necesitara”. Irónicamente, ese sexenio terminó con una crisis económica que se ha repetido como tradición de gobierno, claro está, sin empobrecer a las familias que pasan por el poder. Son esos años del festival que añoran los más viejos, sin reparar que la abundancia de entonces no hemos terminado de pagarla.
A esas ediciones llegaron B.B. King, Jean-Pierre Rampal, Martha Graham, Rudolf Nureyev, Ray Charles, Ella Fitzgerald o Leonard Bernstein. -La seguridad era mucha en ese entonces, me cuentan reporteros locales. -Cerraban calles porque venía gente “importante” y venían muchos políticos y la familia presidencial.
Leonard Bernstein, quien tenía fama de ser todo un Don Juan de efebos, vino en 1982 al frente de la Orquesta Filarmónica de Israel, era el décimo Festival Cervantino, entonces no se celebraba en octubre, sino en mayo. Pero recibir a invitados en época de sequía ponía en serios problemas la distribución del agua. Así que el festival se celebraba bajo el sol. Bernstein decidió beber algo que calmara esa sed que no se quita con agua. -¡Carlos Vidaurri estaba ahí!, me dice un veterano periodista guanajuatense. —Nomás que no sabía inglés y pues no le dijo nada, pero sí. Carlos el compositor estaba ahí cuando Bernstein entró al El Incendio.
El director de orquesta bebió alguna copas antes de su concierto, sorbió las últimas gotas de su vaso y dejó El Incendio, caminó unos metros antes de dar vuelta a la izquierda rumbo al Jardín Unión para llegar al Teatro Juárez. Bernstein se acercó para entrar al teatro dispuesto a dar su función y el encargado de la seguridad no lo reconoció, pero sí el tufillo etílico en su aliento y le negó la entrada. El director trató de demostrar que era quien decía ser, pero el encargado de la seguridad se volvió inflexible ante la insistencia.
Mientras hago este recorrido desde El Incendio, recuerdo lo que he platicado con algunas personas sobre Bernstein, es imposible no saber de él, parece haber hecho todo. A él le debemos un concierto para orquesta y cuarteto de jazz, cuya grabación hicieron él como director y el Dave Brubeck Quartet. Fragmentos del musical West side story resuenan con facilidad en la cabeza de mucha gente. Hace unos meses, ya con la idea de repetir este ritual de rumor de Bernstein, le pregunté a Juan Villoro, además de escritor, reconocido melómano, qué es lo que le parece destacable de la obra del compositor, pianista, director de orquesta y pedagogo.
“Ahora se cumple el centenario de Leonard Bernstein, y una de sus composiciones más interpretadas tiene que ver con su famosa comedia original, Amor sin barreras, que su nombre original es West Side Story, en donde combinó música nueva de orquesta con aires populares.”
Si con su Sinfonía del Nuevo Mundo (1893) el compositor checo Antonín Dvorak, le otorgó a Estados Unidos una identidad musical que condensaba buena parte de las sonoridades que se escuchaban en la llamada “The Gilded age”, como la nombró Mark Twain, Leonard Bernstein hizo lo mismo en su tiempo.
Al terminar su concierto con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, me acerco al camerino de José Areán y le pregunto sobre Bernstein:
“Es un hombre que es mucho más que un músico, es un provocador, es un luchador social, es un inventor de nuevas maneras de difundir la música, a través de la televisión en particular. Él fue el primero que tomó la tv y entendió la potencia enorme de los conciertos didácticos, explicados claramente por él, con una orquesta y con él al piano.”
-Además de la obviedad del centenario de Bernstein, ¿por qué escogiste interpretar esta noche la Sinfonía No. 2, La edad de la ansiedad basada en el poema del mismo nombre del escritor W. H. Auden, y que se cuenta, además de la clara referencia, Bernstein también tenía en mente la pintura Nighthawks de Edward Hopper, le pregunto a José. -En Bernstein compositor es en donde podemos encontrar su personalidad, su enorme preocupación por todas las artes, por toda la cultura. Por ejemplo, este poema de Auden salió por ahí de 1947, y un año después está componiendo sobre él una sinfonía. Es una descripción brillante, estupenda, del famoso poema de Auden. Con su música él está tratando de llevarnos de la mano por una serie de sensaciones y de sentimientos; y, por supuesto, por preguntas que tienen que ver con la existencia misma. Es un hombre muy culto, un hombre que lee, un hombre que está al tanto de todo lo que sucede en el mundo y se involucra, y eso es lo que lo convierte en un hombre universal.
También aquí en Guanajuato veo por segunda ocasión, en ocho meses, a la soprano estadounidense Nadine Sierra, joven cantante cuya fama crece al ovacionarse su talento en el mundo. Ella tiene herencia puertorriqueña y portuguesa, y después de su concierto en la Ciudad de México el pasado mes de mayo, presentó el 24 de agosto su primer disco con el título There’s a place for us (Deutsche Grammophon, 2018), frase extraída del tema “Somewhere” de West side story de Bernstein. Cuando le pregunto sobre él, a Nadine se le iluminan los ojos y dice:
“Leonard Bernstein fue, ciertamente, un compositor genial, director de orquesta, pianista, pero lo que realmente me gusta de él, y lo he dicho muchas veces, es que fue un activista social, un activista humanitario por los derechos de la gente. A pesar de la carrera y la reputación que tenía, en cierta manera se puso en riesgo por el bienestar de la gente. Realmente me gusta eso y me preocupo por eso especialmente ahora en mi país. Porque hay alguien, que estoy seguro conocen, que envía mensajes hirientes para mi gente y el resto del mundo, despreciando a la gente con la que estoy vinculada, mi herencia, todo. Así que celebrar a alguien como Leonard Bernstein es de hecho muy especial, porque fue un músico, un artista, pero también un estadounidense que uso esa plataforma, me parece, para hacer el bien. Y eso es lo que yo quiero hacer como artista también.”
En otra ocasión me contaron una anécdota en el marco del desaparecido festival Instrumenta en Oaxaca, filtrado por el encargado de la biblioteca de la Filarmónica de Berlín, Bernstein fue invitado para dirigir a esta orquesta en Alemania, se sabía que ambos directores no se toleraban, Bernstein mandó con antelación las partituras de las obras que interpretaría con la orquesta -en esa época no había nada más rápido y seguro que el correo certificado-, dichas partituras tenía apuntes personalizados que le daban el toque personal a las obras. Días después, al llegar a Berlín, alguien había desaparecido esas partituras. Aunque molesto, Bernstein era capaz de resolver eso y ofreció su concierto con esas anotaciones en la memoria, después de eso siguió sus viajes y sus conciertos. Varios meses después, Karajan dirigiría esas mismas obras con unas partituras que tenían apuntes muy parecidos a las notas de Bernstein. Al escuchar esta anécdota recordé lo que me dijo una vez la afamada soprano neozelandesa Kiri te Kanawa: “Si le quitas el glamour, vas a descubrir que el mundo de la música clásica y la ópera puede ser tan vulgar y superficial como el mundo del pop”.
Frente al Teatro Juárez imagino la escena que se cuenta en Guanajuato, ocurrió hace 36 años. Al final, alguien se dio cuenta de la discusión y el director fue rescatado, pudo dar su concierto y es, más allá de El Incendio, una de las más grandes memorias que se tiene de un concierto en Guanajuato. No importa si esto fue o no verdad, pues es real cada vez que alguien lo cuenta, y quedan pocas personas que cuentan eso.