Las imágenes creadas para dar a conocer marchas y mítines, y contrarrestar la campaña de desinformación fortalecieron las demandas del movimiento
Ciudad de México (N22/Ireli Vázquez).- El Movimiento estudiantil de 1968 produjo imágenes que acompañaron marchas y mítines, y que se mostraron en diferentes sitios del espacio público. La gráfica permitió fortalecer la voz de la protesta. Buscando contrarrestar la campaña de desinformación por parte del gobierno en los medios de comunicación masiva, los estudiantes de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) decidieron utilizarla como medio para comunicar y proporcionar información verídica sobre el movimiento.
Jorge Pérez Vega, artista plástico y egresado de la ENAP, fue uno de los principales participantes y diseñadores de los gráficos que se mostraron durante el movimiento estudiantil. En entrevista nos explica cómo fue que se desempeñó este medio de protesta que modificó la forma de informar a la sociedad mexicana, así como su vivencia la tarde del 2 de octubre.
¿Cómo comenzó la participación de la Escuela Nacional de Artes Plásticas en el Movimiento estudiantil?
La Escuela de Arte, en particular la de San Carlos, en ese entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas, tenía tradición de gente de lucha. El día del 29 de julio nos enteramos de inmediato de que había habido encuentros entre los estudiantes y la policía, hasta con el ejército, entonces a partir de ese momento dijimos, “¿con qué podemos colaborar con el movimiento?”, y dijimos, “ayudar con la propaganda que necesitan”.
El primer requerimiento importante era dar a conocer al pueblo el pliego petitorio, entonces las seis demandas las fuimos desarrollando con imagen. Después, obviamente se tenía que condenar la represión. Teníamos la posibilidad de manifestar nuestras propias ideas acerca del movimiento, entonces hay reflexiones, algunas políticas otras filosóficas.
En contra de la desinformación
Estábamos produciendo una obra que iba ser inmediatamente útil. Carteles medianos y grandes, grabados más chicos que podrían servir de volantes, también como pequeños carteles y se hacían periódicos murales, muy artesanales, pero eso era más de circulación interna y serigrafías, esas técnicas nos permitían atender las demandas del movimiento. De esa manera contrarrestábamos la campaña informativa y la gente recibía con agrado las imágenes, les parecían que eran buenas, verdaderas. Al grado que el gobierno se pronunció en contra de la propaganda porque ya le había calado, no le funcionó la mentira.
¿Cómo llegaba este trabajo a las manos de los ciudadanos?
Las brigadas eran el elemento primordial, miles de jóvenes se repartían entre los mercados, entre las oficinas, en la calle, les daban a los automovilistas sus volantes. Un ejemplo de la producción en serie que hacíamos es que en medio pliego de papel revolución poníamos tres placas de grabado en la plancha de la imprenta, ya que estaban entintados los grabados, se colocaba el papel y pasaba la máquina, como era una prensa plana era papel tras papel, los tomaba automáticamente la misma máquina.
El ataque
Hicimos una gran exposición en las galerías de la escuela de San Carlos, esas cuatro galerías las llenamos con estos grabados muy bien montados, con su cristal con su caja de madera. Un día un grupo paramilitar se metió a la escuela y destruyeron la imprenta, las mallas de serigrafía, las placas de grabado, se llevaron todas las copias que había y pintaron cosas.
La lucha continúa
La trascendencia no la buscamos nosotros, la fue dando el tiempo y la misma sociedad que se ha desarrollado democráticamente. Ahora, a 50 años de distancia vemos que tiene una implicación de tipo cultural, la cultura de los jóvenes en ese momento.
La tarde del 2 de octubre de 1968
La tarde del 2 de octubre estaba frente al edificio Chihuahua en la parte inferior derecha. Pude ver las bengalas que caían sobre la plaza de las tres culturas. Nos dio “mala espina”. Comenzó todo, la confusión de los oradores, la gente gritando y empezaron los tiros, empezó a venir todo un contingente de soldados con la bayoneta calada por el lado de la iglesia. Yo estaba con una amiga que tenía una niña de brazos y ella se fue a meter al edificio chihuahua, yo le dije “espérate”, pero aparecieron los tipos con el guante o una venda blanca con pistolas escuadra.
Cerca del edificio, hay un corredor que lleva hasta reforma pasando por donde está un mural de Siqueiros y unas ruinas prehispánicas. Por ahí salimos muchas personas, pasamos Reforma hasta la estatua de Cuitláhuac y en el talud llegó un disparo que pegó en el muro y ahí nos esperamos, empezó una llovizna en ese momento, se oían los balazos. Cuando di la vuelta por Flores Magón, del lado donde está ahora Relaciones Exteriores, veo que una tanqueta dispara hacia el edificio Chihuahua y se hizo un ahumadero y la lluvia empezó a acentuarse más.
Vi que ya no había nada que hacer. Seguí hacia la iglesia que está cerca del Salón Los Ángeles y ahí me esperé un momento, porque era imposible tratar de regresar, la confusión era total. Días después nos fuimos juntando, viendo quién faltaba, muchos amigos fueron aprehendidos, los mandaron al Campo Militar, creemos que allí habría fallecido algún compañero, pero eran días de confusión. El Consejo Nacional de Huelga siguió funcionando muy precariamente, yo seguí yendo a las juntas, pero ya no había mítines ni marchas, solo había reuniones de consejo en Zacatenco o en el Casco de Santo Tomás, después de la masacre del 2 de octubre era muy complicado y muy arriesgado hacer una movilización de ese tipo. Diez días después se inauguran las Olimpiadas.