La propuesta escénica de los uruguayos Magdalena Leite y Aníbal Conde se presenta como parte del Ciclo otras corporalidades; reflexiona sobre “lo propio del ejercicio escénico”
Ciudad de México (N22/Ana León).- “Más que contar historias, estamos buscando formas de volver a contar las historias que no nos han gustado, esas realidades en las que no nos reconocemos”, dice Nadia Lartigue, curadora del ciclo de danza Otras corporalidades, que llega a su tercera edición y que este año reúne siete piezas escénicas que “toman el riesgo de apostarle a una idea, llevarla lejos; ver cuánto aguanta una imagen y una acción”.
Este ciclo que inició el 15 de febrero y que concluirá el próximo 25 del mismo mes, es producto de una invitación hecha por la Coordinación Nacional de Danza a Lartigue, tres años atrás, para pensar una programación para piezas de formato experimental que “cupieran” en dicho espacio escénico, uno institucional. Y es que “en la danza, como en todas las disciplinas y ámbitos de la sociedad, hay un sector dedicado a que las cosas sigan como están y hay otro que puja porque las cosas cambien”, estas palabras pertenecen a Magdalena Leite y a Aníbal Conde, que con Flicker, se insertan en este programa que aloja, también, el trabajo de Diego Espinosa (Aphasia), Emmanuel Pacheco (Esta pieza no es para mi madre), Compañía La Güera (La caverna me hizo creer en hadas), Colectivo Querido Venado (Happy Birthday Dear Napoleon), Laboratorio puntoD y mákinadT (Estado de emergencia) y Galia Eibenschutz (Sólo con batería).
Aunque bien vale la pena hablar de todos estos trabajos, es Flicker el que nos ocupa en esta ocasión. La propuesta de Leite y Conde que “es más un proceso de reflexión corporal en vivo que una coreografía aprendida” exporta la lógica del cine estructural y la hace cuerpo, esto en palabras de los uruguayos. Aquí, el cuerpo es “un archivo vivo, contenedor y productor de imágenes”. A diferencia del trabajo previo, Dance Dance Dance (2015), que también parte de las lógicas del cine y en la que “un cuerpo no puede salirse de las representaciones que lo formaron, un cuerpo archivo como lo nombramos, que evoca imágenes que provienen de un referente en común”, esta reflexión se interesa en generar imágenes (visuales y sonoras) “en el momento, sin evocar una memoria en común”. En este ejercicio escénico se “buscó responder preguntas que se hicieron los estructuralistas” respecto al cine y esbozar una respuesta a lo que “sería lo propio del ejercicio escénico, su unidad mínima por fuera del lenguaje y la interpretación”.
En Flicker “lo que sucede es lo que es y es el espectador el encargado de darle sentido a esas imágenes y de construir su propia narrativa de lo que ve”. En 1966, Tony Conrad postuló que lo propio del cine es el parpadeo de la cámara y la alternancia de la luz y la oscuridad a toda velocidad, buscando “lo propio del hecho escénico», Leite y Conde, exportaron la lógica de Conrad al cuerpo, es decir, el parpadeo de la pantalla de cine fue llevado al cuerpo. “Partimos con ejercicios de improvisación aprendidos de maestros como Los Torreznos, Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol y trabajamos con la acumulación de acciones del texto ‘Inquieto’ de Kenneth Goldsmith que es un referente que nos acompaña desde Dance Dance Dance. La investigación se hizo en residencia en La Casa Encendida y en el CA2M en Madrid por lo que tuvimos el tiempo y espacio necesarios para profundizar sobre los ejercicios y las acciones hasta que de pronto encontramos la llave de la pieza, que para nosotros es una mezcla de apropiaciones de muchas fuentes. Así como trabajan los DJ’s con muestras (samples) de otras cosas, nosotros ensamblamos muchas referencias y lo que resulta es algo muy nuestro, con ritmo de candombe que es algo específico de Montevideo, pero con reminiscencias de muchas otras cosas”.
En este parpadeo en dos dimensiones que es trasladado a uno en tres (el cuerpo) se precisa de mínimos recursos técnicos y escénicos, pues en escena (ya sea un museo, una galería o un teatro) “la base material en la que se asienta la danza es el cuerpo del performer (entendemos la voz como parte del cuerpo); el desafío es hacer que el puro cuerpo sostenga todo”. De ida y vuelta, un movimiento, un sonido gutural, un canto, una percusión, una acción es precedida por otra que hace eco del estímulo recibido o propone una variación al lenguaje que poco a poco van construyendo los uruguayos. Pero como se menciona, no hay una coreografía aprendida ni una representación sino “que los cuerpos están pensando en vivo, están resolviendo un problema en vivo. No hay un guion ni lugares a los que llegar. El marco lo da el tiempo, a los cincuenta minutos suena la alarma.”
Las exploraciones de Leite y Conde y de los demás performers que integran este ciclo buscan, mediante los procesos y el tipo de ejercicios que presentan, cuestionar lo establecido y detonar nuevas ideas e inquietudes, nuevos modos de ver y de acercarse a la danza contemporánea.
Flicker, de y con Magdalena Leite y Aníbal Conde, se presentará en el Teatro de la Danza el jueves 22 de febrero a las 20 horas, en función abierta; y el viernes 23 de febrero, a la misma hora, en función exclusiva para estudiantes. El ciclo Otras corporalidades concluye el 25 de febrero con funciones en diferentes sedes. Toda la información se puede consultar aquí.