La escritora y periodista argentina Mariana Enriquez en una charla sobre el género de terror, los personajes femeninos en la literatura y su novela, Éste es el mar
Ciudad de México (N22/Ana León).- Tras publicar su primera novela a los 21 años, el nombre de Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) no ha desaparecido del mapa. Sus relatos explotan lo extraño, lo absurdo y la maldad que emana de lo cotidiano o como ella misma dice «de situaciones o personajes reconocibles». Escritora ecléctica, suele aburrirse de sí misma y cambia de registros. Es capaz de escribir relatos extraños como los que integran Los peligros de fumar en la cama o Las cosas que perdimos en el fuego, o construir una novela acerca el fenómeno de las fans a quienes reinventa como seres míticos en su última novela Éste es el mar, publicada en México por Random House.
Has construido un universo completamente femenino, si bien en tus cuentos como en esta novela hay personajes masculinos que tienen un papel relevante, la voz cantante la llevan mujeres y no cualquiera. Tus protagonistas son mujeres con personalidades fuerte que tienen cierto grado de maldad, mentes inquietas y poco influenciables, mujeres que no están dispuestas a perderse en sentimientos fugaces como el amor. ¿Es ésta una especie de militancia feminista? ¿Es intencional que hayas dado forma a este universo de lo extraño liderado por mujeres?
Yo soy feminista y sé que mis cuentos admiten una lectura feminista pero no escribo desde el activismo; si se filtra lo que pienso es porque sucede eso con la ficción, pero personalmente no me propongo una literatura militante cuando me siento a escribir. Creo que todas las mujeres tienen mentes inquietas, cierto grado de maldad… Lo que ocurre es que en muchos casos, no todos, suelen ser representadas de formas unidimensionales. Está claro que la discusión sobre las mujeres está en nuestra conversación global ya hace bastante años y que eso, como le pasa a cualquier escritor, seguro se ha filtrado. Además, hay muchos temas de mujeres que me interesan; el universo de las mujeres en el rock, el cuerpo de las mujeres. Lo de lo extraño liderado por mujeres es un poco seguir la línea de escritoras clásicas como Angela Carter o Shirley Jackson que entendieron bien el rol de las mujeres en el relato extraño, desde los cuentos de hadas.
He leído que para ti el terror está en aquello que no pretende generarlo, en lo cotidiano, por decirlo de alguna manera, ¿crees que ahí es donde está su verdadera potencia, en no pretender serlo?
No siempre. Hay escritores que manejan el terror con elementos, escenarios y personajes tradicionales con gran habilidad. A mi me sale mejor el que emana del cotidiano o, mejor dicho, de situaciones y personajes reconocibles. Creo que da más miedo porque se acerca más al realismo, que es el género que acostumbramos tomar más en serio.
La música es un referente en tus textos, desde el epígrafe hasta ser el tema de los mismo, como en Éste es el mar en la que asocias la historia de leyendas musicales (Jim Morrison, Kurt Cobain, Sid Vicious, Jimi Hendrix) al ámbito de lo mágico, lo mítico, a las “Las luminosas” encargadas de convertirlos en leyenda.
La música es un referente en mi vida, creo que es la que más me gusta de todas las «artes», digamos. En el caso de Las Luminosas estaba pensando en el fenómeno de las fans, que me interesa mucho, reinventándolas como seres míticos: las fans de hoy existieron siempre, son las que seguían a Pan con su flauta, las que asesinaron a Orfeo, las que bailaban alrededor de hogueras, todas las mujeres en éxtasis por la música y los excesos. Y que en siglo XX se reinventaron desde Elvis hasta hoy.
Tus cuentos y novelas son completamente visuales, pero Éste es el mar bien podría ser una película, además, la narrativa se aleja de lo que has hecho en Las cosas que perdimos en el fuego y Los peligros de fumar en la cama, si bien son cuentos, la explotación de lo extraño en la novela se aleja mucho de lo hecho en tus relatos previos, ¿es éste el inicio de un cambio en tu narrativa?
No sé si es un cambio pero sí sucede que los cuentos de Las cosas… y Los peligros… están en una línea y universo muy parecidos y, mientras los escribía, escribía casi de costado porque yo también soy esa escritora, me gusta el fantástico despojado de marcas reconocibles, más libre, con influencias de mitologías (en este caso clásicas, un poco de ocultismo y otro de la mitología del rock). Creo en realidad que soy bastante ecléctica como escritora, lo que no sé si es bueno o malo, pero me suelo aburrir de mí misma y me gusta cambiar de registros.
A diferencia de obras previas, en Éste es el mar, pasas de situar el escenario de la maldad, de lo grotesco, de lo siniestro, de lo extraño, de lo deforme, de la periferia, lo rural o lo local a un entorno urbano, a grandes ciudades. En los primeros hay referentes sociales e históricos (las diferentes Argentinas) que aunque llenos de ficción, son más crudos; en ésta última entrega la ficción eclipsa, ¿qué peso tiene el entorno en el que construyes tus relatos, qué papel juega?
El entorno tiene muchísimo peso: cuando lo uso, para mi es un personaje. Los barrios, los lugares que se transitan, la ciudad, la selva, todo tiene su personalidad que interactúa e influencia a los personajes. así que cuando aparece en entorno, es muy importante. También lo es en Este es el mar, solo que no son entornos realistas, sino más bien entornos idealizados, algunos incluso tomados de pinturas.
¿Qué tipo de terror acompañó tus años de infancia? ¿Es el mismo que llevas a tus relatos y novelas y que igual acecha o es generado por niños tanto como por adultos?, de hecho los relatos más escalofriantes son los que tienen que ver con niños.
Creo que eso tiene que ver, aunque sea un cliché, con haber pasado la infancia en dictadura. además de los miedos infantiles, que revisito intencionalmente en lo que puedo porque son los miedos más difíciles de erradicar, casi traumas, haber crecido en un clima de miedo me ayuda a agregar una capa extra. Los niños, además, son clásicos de la literatura de horror porque hay pocas cosas que den más miedo que la maldad en alguien que aún no ha podido aprenderla, nos hace creer que es congénita, heredada, inescapable. También creo que con los niños hay un doble discurso: por un lado hablamos de ellos como lo más maravilloso que puede ocurrir, como la maternidad como la cima de la dicha, etc y por otro lado los niños en el mundo están en situaciones de vulnerabilidad extrema, sufriendo los mismos abusos y violencias que todos los demás. Es un discurso psicótico.
¿Qué es y qué significado tiene para ti el terror?
Es uno de los géneros que, paradójicamente, mejor reflejan nuestras realidades. Y, como además es una literatura de las más tradicionales, de las que nos contábamos en cuevas cuando recién empezamos a ser humanos, es también una especie de folklore, de relato que acompaña.
¿Hay nuevas formas de narrar el terror hoy?
Sí. Hay escritores extraordinarios como Kelly Link, Luciano Lamberti, Laird Barron, Richard Gavin, Paul Tremblay, Thomas Ligotti (que es más grande, pero también) que están reinterpretando el género desde el cuento raro, el realismo, el folklore, la reinterpretacipon de los mitos lovecraftianos.
Imagen de © Nora Lezano