Redescubrir a Tamayo

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Silvia Navarrete, directora del MAM, habla sobre Rufino Tamayo, éxtasis del color, exposición recién inaugurada que muestra el camino recorrido por el artista en su quehacer creativo

 

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Rufino Tamayo, Anuncio de corsetería, 1934 /MAM

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Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Desde hace 41 años no había una gran exposición dedicada a la obra de Rufino Tamayo, ahora el Museo de Arte Moderno presenta la exposición Rufino Tamayo, éxtasis del color. La exposición está dividida en cuatro etapas, que muestran a un Tamayo que pasa de la figura a la síntesis de la forma, de los colores, a la gama cromática de un tono.

Silvia Navarrete, directora del Museo de Arte Moderno, señala, en entrevista, que en esta exposición se quiso mostrar todas la vías por las cuales transitó para “llegar al gran Tamayo que conocemos, que es el gran colorista. Este pintor que sabe, dentro de un lenguaje muy experimental recurrir a la tradición, a las tradiciones indígenas y prehispánicas […] Volver a descubrir a Tamayo más allá de esa áurea canónica que tiene. A través de la figura, cómo partiendo del retrato mestizo e indígena, de rasgos toscos, primitivos,  libera de pronto la figura para llegar a un mero espectro, en donde todos los hombres son uno […] No es sólo el contraste, también es es cómo sacar de un solo color todos los matices posibles. Por eso es que es tan refinada su pintura. Y por eso proyecta cierto resplandor espiritual.

El cambio en Tamayo también está en los temas que tocó, en el Museo de Arte Moderno vemos desde los bodegones hasta el infinito, desde el retrato de Madero hasta la pintura El rockanrolero, de 1989.

Es un gran viajero, pasó 25 años fuera de México, pero al mismo tiempo está muy arraigado a su tierra natal. Y por otro lado está muy atento a toda la problemática de su tiempo. Hay que recordar que le tocó vivir la etapa terrible de la postguerra y todos estos miedos de esa época que era la amenaza nuclear y los avances tecnológicos, la conquista del espacio, el alunizaje en 1969. Y todo esto lo refleja en su pintura.”

Tamayo está vinculado de manera íntima con el Museo de Arte Moderno, cuando éste fue inaugurado fue, precisamente, su obra la que ocupó el espacio en 1964. Después, Fernando Gamboa, como director del recinto, compró treinta obras entre ellas la famosa pintura Las músicas dormidas. Su acervo, señala su directora, asciende a 37 obras, para esta exposición complementamos con obras del propio Museo Tamayo, de la familia y con algunas obras de colecciones particulares.”

El hombre radiante de alegría, de 1968, captura el espíritu de la exposición; esta obra que se presentó en la Bienal de Venecia, sintetiza los principios geométricos y de composición que aplicaba Tamayo desde los años 40 y 50.  

“Ese cuadro lo pintó antes del 2 de octubre, pero seguramente lo pintó en los momento de los movimientos estudiantiles en Europa. Es una apuesta a la juventud, es una apuesta al futuro, es un cuadro que está compuesto en radios que simulan el sol, y que simulan una explosión de alegría, y nos pareció que esta imagen está muy acorde con el perfil que queremos dar de Tamayo.”

La exposición Rufino Tamayo, éxtasis de color estará hasta el 27 de agosto en el Museo de Arte Moderno, en la Ciudad de México.

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