Por Airy Nicole y Ángel Soto
Desde hace varios días, el tema recurrente en el cuaderno de quejas y
sugerencias de los mexicanos ha sido la exposición a publicidad
política de toda clase. En cada proceso electoral, los spots partidistas
sostienen la ilusión de que existe una ciudadanía consciente de su capacidad
para ejercer un voto reflexivo. Un poco a la manera de los guionistas de
telenovela, los estrategas propagandísticos escriben melodramas de veinte
segundos en los que “denuncian” las tiranías de sus rivales y fanfarronean
sobre el esplendor —evidente, según ellos— que
acogería al país si los partidos que representan estuviesen en el poder.
Naturalmente, los ciudadanos no han demorado en percatarse de que la
publicidad es la peor herramienta para difundir propuestas políticas.
sugerencias de los mexicanos ha sido la exposición a publicidad
política de toda clase. En cada proceso electoral, los spots partidistas
sostienen la ilusión de que existe una ciudadanía consciente de su capacidad
para ejercer un voto reflexivo. Un poco a la manera de los guionistas de
telenovela, los estrategas propagandísticos escriben melodramas de veinte
segundos en los que “denuncian” las tiranías de sus rivales y fanfarronean
sobre el esplendor —evidente, según ellos— que
acogería al país si los partidos que representan estuviesen en el poder.
Naturalmente, los ciudadanos no han demorado en percatarse de que la
publicidad es la peor herramienta para difundir propuestas políticas.
Ante este escenario surge la iniciativa
Voto informado, promovida por la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se trata de un proyecto
que ofrece información clara y accesible sobre la postura y opinión de quienes
buscan ocupar un cargo como diputados federales. El objetivo fundamental es
involucrar a los ciudadanos en los procesos democráticos y abastecerlos con
conocimientos imprescindibles para ejecutar la labor electoral.
Voto informado, promovida por la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se trata de un proyecto
que ofrece información clara y accesible sobre la postura y opinión de quienes
buscan ocupar un cargo como diputados federales. El objetivo fundamental es
involucrar a los ciudadanos en los procesos democráticos y abastecerlos con
conocimientos imprescindibles para ejecutar la labor electoral.
El mecanismo es sencillo: los
candidatos ingresan al portal y responden un
cuestionario —elaborado por el Comité
Académico del proyecto— que propone temas como transparencia,
rendición de cuentas, evaluación de políticas actuales, agenda legislativa,
entre otros. Los electores, por su parte, tienen la posibilidad de responder el
mismo cuestionario y consultar las respuestas de los aspirantes que han
respondido.
candidatos ingresan al portal y responden un
cuestionario —elaborado por el Comité
Académico del proyecto— que propone temas como transparencia,
rendición de cuentas, evaluación de políticas actuales, agenda legislativa,
entre otros. Los electores, por su parte, tienen la posibilidad de responder el
mismo cuestionario y consultar las respuestas de los aspirantes que han
respondido.
Paralelamente, se realizarán foros de
comunicación directa entre los ciudadanos y los representantes de los partidos
políticos. Serán transmitidos vía internet en el portal www.votoinformado.unam.mx y en televisión con la colaboración de TV UNAM.
comunicación directa entre los ciudadanos y los representantes de los partidos
políticos. Serán transmitidos vía internet en el portal www.votoinformado.unam.mx y en televisión con la colaboración de TV UNAM.
“La claridad —decía Ortega y Gasset— es la cortesía del filósofo”. Si algo
queda claro, es que los políticos —con sus estrategias publicitarias— no pretenden la elocuencia de un filósofo ni, mucho menos,
practicar la cortesía. La única forma de sostener la lucidez democrática es
hacer uso de las herramientas que fomentan el razonamiento de la ciudadanía.
queda claro, es que los políticos —con sus estrategias publicitarias— no pretenden la elocuencia de un filósofo ni, mucho menos,
practicar la cortesía. La única forma de sostener la lucidez democrática es
hacer uso de las herramientas que fomentan el razonamiento de la ciudadanía.