- El director de la puesta en escena piensa que esta práctica es arcaica
«A la mamá la considero como fuente primaria de información. El niño, en la mayoría de los casos, no siempre, pero va a recibir las enseñanzas de carácter moral y ética de parte de la madre, quien le va a decir lo correcto, lo incorrecto, lo que es castigable, lo que es loable. Y el niño va a empezar a crear un propio criterio y al mismo tiempo tiene en contraposición la verdadera vida», dijo León.
El pequeño, se tranforma en escena, a veces es un bailarin y otras es una marioneta, y ve a su amorosa madre convertirse en un toro. Las marionetas fueron creadas por Edwin Salas, quien con sus manos transfiere movimiento y voz a un inquieto Pablo.
Edwin Salas: «Pablo es el que hace las preguntas. Pablo, podemos decir, es el niño ‘por qué’. Desde su punto de vista no hay un por qué, no podemos decir por qué maltratan a los toros. Que puede ser una cuestión social, política o económica, no, el niño es un por qué con la limitante de por qué se hace, basta con un sí, con un no. Pero quiere saber y esa misma respuesta causa otro por qué y otro por qué».
«Mi postura no es un secreto, estoy absulutamente en contra de cualquier actividad que torture un animal o cualquier ser viviente. Me parece una práctica arcaica que se insiste en valorar y en darle un fundamento actual y me parece que no hay, no hay ni siquiera argumentos», aseguró León.
El niño y el toro ofrecerán dos últimas funciones el sábado 30 de noviembre y domingo 1 de diciembre, a la una de la tarde, en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque.