Por Karen Rivera
La poesía es un medio importante para registrar y traducir lo que sucede en el mundo, comentó en entrevista la poeta Claudia Hernández, previó a la presentación de su libro México-Pekín.
Considerado por su autora como un puente entre dos países, México-Pekín es una publicación que muestra, a través de la poesía, la migración, la violencia y la barrera de la lengua. “Mi intensión fue establecer una comunicación entre dos mundos que aparentemente no tienen nada que ver”, puntualizó Hernández.
Una extrajera llegada a la capital china y la memoria de Feng, un campesino que emigra a Pekín, son la voz y la mirada de estos poemas que también reflejan la pobreza, la muerte, la mendicidad y la corrupción que inunda a México.
“Cada vez me interesa más escribir una poesía que mire hacia afuera y hacia los otros, aunque sea a partir de mi mirada y de mi interpretación. La violencia y la corrupción está presente en la poesía como lo está en la crónica, en la novela y en el ensayo.”
A través de 22 poemas, México y Pekín pueden leerse como uno mismo, “mezclo las letras de estos países en un afán mío de coqueteo con el lector, estos dos mundos tan distantes pueden vincularse y hasta difuminarse y relacionarse”, agregó la autora.
La comida, el tráfico y la contaminación son algunos de los puntos de encuentro que menciona la escritora, “realmente son muchísimas las similitudes, los mexicanos vendemos comida en la calle al igual que los chinos; también nos parecemos en el aspecto físico con nuestro pelo lacio, con nuestra morenés que tiende a ser amarilla, nuestros ojos semi rasgados y, sin embargo, nos meten en la cabeza que somos completamente diferentes”.
La poeta mexicana, ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Jaime Sabines por su libro Perros muy azules, comentó que la mayor diferencia entre ambos lugares es la lengua y la distancia geográfica.
De acuerdo con Hernández, “los clichés, los mitos que no se cuestionan y las ideas que repetimos son las principales fronteras que la sociedad genera. Todas las ideas preconcebidas nos limitan. La repetición, como diría Carlos Fuentes, es el infierno”.
Editado por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, el libro pretende ser el registro de un viaje que la escritora realizó a China, donde vivió ocho meses.
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