Manuel Marín hace chocar la iconografía mexica con la mexicana del siglo XXI

  • El libro contiene anotaciones de Eduardo Matos Moctezuma acerca del ritual prehispánico, en relación con las piezas craneales de Marín  

Por Alizbeth Mercado (@alizbeat)

Ciudad de México, México, 01/03/13, (N22).- Tzompantli tiene como motivación buscar la reflexión sobre las manifestaciones culturales
prehispánicas, sobre la vida cultural, y la cosmovisión mexica, para contrastarlo con nuestras formas y pensar cuáles trascienden y cuáles no. Ese es mi interés,
ver al cráneo como un significante, yo diría que es bello, es uno de los
elementos corporales más hermosos que tenemos. Nos representa, cada cráneo es
diferente y mantiene una expresión que nos representó durante la vida”.
La declaración pertenece al
escultor Manuel Marín, quien presentó en abril del año pasado la instalación “Tzompantli mayor” formada por 600 calaveras de madera, papel y
metal. La exposición partió de dibujos de cráneos tridimensionales inspirados
en la gráfica popular de José Guadalupe Posada.

El Tzompantli era una
construcción de cráneos perforados e instalados en hileras, que provenían de
soldados sacrificados que se ofrecían a los dioses. Las osamentas buscaban perpetrar
la fertilidad y las cosechas, así como acompañar al Sol.

La instalación de Marín
provocó al historiador Eduardo Matos Moctezuma, al  crítico de arte Luis Ignacio Sáinz y a Diana
Bastida a escribir el libro Tzompantli,
que analiza la estética de las piezas y la tradición prehispánica del culto
mortuorio.

Matos realizó una revisión
de la apropiación de prácticas religioso-culturales, Sáinz hizo un recorrido de
las diferentes formas de la muerte en el siglo XVI y XVII, desde el punto de
vista ibérico, en contraste con la cosmovisión 
azteca.

“Las representaciones
artísticas son una responsabilidad para escultores y mexicanos, establecer un
paralelismo con las formas. Es decir, en
este caso, el Tzompantli para los mexicas no era una manifestación artística,
era una manifestación ideológica y religiosa que nosotros apropiamos
estéticamente”, declaró Marín.
“Nuestra
forma de ser se refleja hasta en los huesos mismos”


La muerte y los restos
humanos despiertan opiniones encontradas, para Manuel los cráneos significan
individualidad e indican la esencia del ser humano:

“He estado conviviendo con
los huesos por un familiar que se rompió la cadera, vi radiografías y diría -en
una opinión subjetiva- que nuestra forma de ser se refleja hasta en los huesos mismos,
los tamaños y formas son diferentes, hay caderas amplias, pequeñas y eso
conforma tu manera de caminar, de sentarte. Yo creo que lo interesante de la
parte ósea de nuestro ser es lo único que permanece más tiempo y permite reflexionar
sobre el individuo muerto”.

Marín no trabajó con cráneos
reales, dibujó las formas y creó calaveras tridimensionales hechas de papel.
Además de aprovechar las ventajas del papel, como flexibilidad y limpieza, fue
una forma de  encontrar diferentes
soluciones que expresen lo jocoso o lo tétrico de la muerte, “es mi acotación
de las manifestaciones de la muerte en la sociedad contemporánea”.
“Tzompantli
es la notación de un espacio ritual, aunque no haya rito”


El arte contemporáneo, para
Manuel Marín, vive una etapa en donde los conflictos socio-políticos inspiran
provocaciones artísticas. Puntualizó que prefiere acercarse a los hechos de
manera respetuosa, “en mi caso tomo
estructuras tradicionales de la aproximación de la muerte, formas ceremoniales,
religiosas, trascendentes, esto es, un respeto a las víctimas, las personas que
han sucumbido frente a este tipo de fenómenos sociales tan espantosos”.

Agregó que como él, hay
artistas jóvenes que montan exposiciones que incitan a la reflexión a través de
la apropiación inmediata de la muerte y las que rinden homenaje a las pérdidas.
“Asistí a una exposición
sobre descuartizamientos de animales, la respuesta del espectador era de
rechazo o de indisposición. Respeto este tipo de manifestaciones, tratan de
hacerte partícipe y/o consciente del estado de descomposición social en el cual
vivimos; éstos significantes que son los animales y la forma de tratarlos, es
para que haya una respuesta inmediata, una conciencia participante”.

Manuel concluyó: “Tzompantli
es la notación de un espacio ritual, aunque no haya rito, y tenga una presencia
meramente estética. Cada escultura trata de no solucionar un volumen sino
boicotear la presencia del objeto con superficies dobladas, este juego formal
puede dar el mensaje visual”.

Tzompantli
es
una edición de la dirección general de
publicaciones del Conaculta. Se presentará el
jueves 7 de marzo a las 19:00 horas, en el Auditorio Jaime Torres Bodet del
Museo Nacional de Antropología.
Imagen http://bit.ly/YHVCDG
13MAG 

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