Distrito Federal, 29/11/12 (N22).-
Se trata de la treceava zona arqueológica que se abre en el país durante este sexenio, luego de dos décadas de investigación, y en cuyo proyecto se invirtieron alrededor de 25 millones de pesos por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
Acompañado del gobernador de Tlaxcala, Mariano González Zarur; el director general del INAH, Alfonso de Maria y Campos; y el presidente municipal de Calpulalpan, Erick Márquez García, el jefe del Ejecutivo hizo un amplio reconocimiento a los investigadores “por recuperar parte de nuestra historia que tiene tiempos superpuestos, es decir, la presencia teotihuacana, acolhua y del encuentro con los españoles”.
El presidente Felipe Calderón anunció que con la apertura de Sultepec-Tecoaque, “son trece las zonas arqueológicas que abrimos en el sexenio, a diferencia de administraciones anteriores, cuando solo se abrían dos o tres”.
En su intervención, el titular del INAH, Alfonso de Maria y Campos, indicó que gracias a las investigaciones arqueológicas en Sultepec-Tecoaque, además de los antiguos templos rescatados y restos óseos humanos que se han hallado, se ha podido dilucidar la participación de las mujeres en la guerra, algunas de las enfermedades que trajeron los españoles y evidencias de los primeros animales que llegaron a México, como cerdos y caballos.
De Maria y Campos también destacó que otros de los trabajos realizados por el INAH en esa entidad, durante este sexenio, fueron la restauración del Museo Regional de Tlaxcala, y la investigación de las zonas arqueológicas de Tepeticpac y Cacaxtla.
Sultepec-Tecoaque, de 32 hectáreas, se integra por aproximadamente 15 estructuras distribuidas en un centro ceremonial con cuatro templos y un área habitacional, misma en la que en los últimos dos años de exploraciones, se han encontrado restos óseos de niños que fueron ofrendados hace 700 años, así como 12 aljibes (depósitos bajo tierra para contener agua de lluvia) con diversos objetos prehispánicos.
En uno de dichos pozos también fue descubierta una ofrenda con seis esculturas en piedra que representan a Tláloc, dios de la lluvia, la figura de un sapo y personificaciones de deidades femeninas aún no identificadas.
El arqueólogo Enrique Martínez Vargas, responsable de la zona arqueológica, informó que simultáneamente a esa ofrenda se encontró otra en un depósito del área habitacional que contenía dos esculturas de deidades (Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento, y Chicomecóatl, del maíz), además de los restos óseos de 12 niños ofrendados, todos estaban en posición fetal y tapados con vasijas de cerámica, que actualmente están bajo análisis.
El especialista del INAH explicó que Sultepec-Tecoaque tuvo dos momentos de ocupación: el primero, por teotihuacanos durante el periodo Clásico (300-500 d.C.); el segundo, por acolhuas que reocuparon el lugar en el Posclásico (1300 a 1520 d.C.).
“Esta antigua ciudad prehispánica —dijo Martínez Vargas — sobresale porque en ella se desarrolló un suceso histórico que hace referencia al contacto con los conquistadores europeos en junio de 1520, cuando una caravana española que se dirigía hacia Tenochtitlan, procedente de la Villa Rica de la Vera Cruz, fue interceptada por los acolhuas, y las personas capturadas fueron ofrecidas en sacrificio a diversas deidades”.
El recorrido por la Zona Arqueológica de Sultepec-Tecoaque comienza en el área habitacional, a la que se accede a través de una antigua avenida que corre de este a oeste. En dicho espacio, además de los aljibes, los visitantes pueden observar pasillos intercomunicados, calzadas, pequeñas plataformas de las que desplantan muros de adobe, patios de tierra, sistemas de canales y de decantación de agua, y varios fogones.
En la Plaza Sur se localizan los templos a Mictlantecuhtli, dios de la muerte, y Tláloc, de la lluvia; en tanto, la Plaza Norte es un área abierta que fungía como un punto de reunión de la población.
De dichas edificaciones destaca el Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, el más grande de todo el sitio arqueológico. “Esta estructura —de 6 m de alto, 30 de frente y 25 de largo—, se integra por una plataforma adosada con cuatro cuerpos circulares hacia arriba, uno sobre otro, y 18 escalones, todo ello con restos de estuco. Su forma es circular, mira hacia el lado Este —por donde sale el Sol—, y en la parte superior tiene una piedra de sacrificio”, describió el arqueólogo Enrique Martínez.
Los expertos consideran que en esos templos fueron sacrificados los españoles, mestizos, sambos, mulatos, macehuales, negros y criollos que integraban la caravana que los acolhua capturaron en 1520, algunos de los cuales fueron comidos por los residentes del lugar en búsqueda de la transmutación de su energía, de acuerdo con lo referido por los cronistas Bernal Díaz del Castillo y Francisco López de Gómara, en sus libros Historia verdadera de la conquista de la Nueva España y La historia general de las Indias, respectivamente, así como las Cartas de Relación que Hernán Cortés envió al rey Carlos I de España, y el Códice Xolotl.
El sitio prehispánico también fue dotado de un Museo de Sitio, que exhibe alrededor de 200 piezas arqueológicas y gráficos que dan cuenta de las ocupaciones teotihuacana y acolhua, así como del contacto con los españoles.
La Zona Arqueológica de Sultepec-Tecoaque se localiza sobre la carretera México-Veracruz, a 20 kilómetros de Texcoco. Entrada gratuita por apertura. Horario: martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas.
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