Para Natalie Clein, Beethoven era el compositor que más se cuestionaba qué es lo que no ha cambiado del espíritu humano. Ella, junto a la pianista Marianna Shirinyan, presentó un programa de dos días sobre éste en el FIC
Guanajuato (N22/Huemanzin Rodríguez).- Su avión llegó retrasado. En lugar de aterrizar en León la noche del viernes, fue la mañana del sábado, por eso me avisaron que la entrevista pactada a las 9:45, antes del ensayo, se cambiaba hasta después del concierto que comenzaría al mediodía. Eso podría poner de malas a cualquiera pero no a ellas. La violonchelista británica Natalie Clein y la pianista armenia Marianna Shirinyan, venían a México para participar en el Proyecto Beethoven, creado por Jorge Volpi cuando fue director del Festival Cervantino, con el objetivo de hacer sonar en vivo en Guanajuato, toda la obra del genio de Bonn. Este proyecto, que por fortuna la actual directora del FIC, Marcela Diez, abrazó sin dudarlo, ha traído en este lustro a personajes tan importantes como Jos Van Immerseel (FIC, 2014) que con su orquesta Anima Eterna presentó todas las sinfonías, o a los cuartetos de cuerdas Emerson (FIC, 2016) y el American (FCI, 2016), o al pianista Rudolf Buchbinder (2014), entre otras destacadas presencias.
Ahora la revisión nos llevó a las sonatas para violonchelo y piano, que son pocas, pero extensas si consideramos que el lapso entre una y otra de las cinco que compuso, nos lleva por casi la totalidad de la vida creativa de Beethoven. Menuda tarea interpretarlas si consideramos los cambios y diferencias en su composición sin dejar de ser uno de los más grandes compositores.
Al bajar del avión, Clein y Shirinyan fueron llevadas a su hotel en Guanajuato, de ahí al Templo de la Valenciana para poder ensayar antes de su primer concierto el sábado 13 de octubre. Con un público que casi llenó los asientos, ellas se presentaron felices por tocar en un lugar de la belleza del templo barroco de la Valenciana y se entregaron. La primera parte del concierto consideró las sonatas 5, 4 y 1, una programación de atrás para adelante, que dejaba ver lo que sabemos en lo que se convirtió el gran maestro hasta los orígenes que nos remiten a Mozart, especialmente en la presencia del piano sobre el violonchelo y esos trinos maravillosos que cambió para siempre el de Salzburgo. Con pequeños detalles, particularmente de tempo, el concierto fluyó de maravilla, la actitud de ellas tenía que ver más con ser música que interpretarla.
¿Por qué decidieron comenzar el programa de esta manera?
Marianne Shirinyan(MS): Tocamos todo pero queríamos comenzar con la sonata número 5, que es todo un hito de su escritura, y volvimos a la sonata número 1 para escucharlo cómo era su visión de la música en su juventud. La sonata número 1, la escribió en Berlín en 1796, en su catálogo es la opus 5, y está muy influenciado por los estilos de Haydn y Mozart, particularmente en estos instrumentos.
Como particularidad histórica, las sonatas 1 y 2 fueron comisionadas por el rey Federico Guillermo II de Prusia, quien además era un gran violonchelista, a este mismo rey, Mozart y Haydn le dedicaron obras para cuartetos de cuerdas.
Natalie Clein (NC): El programa dos, del domingo, llena los vacíos que deja el programa del sábado. Y es donde tocamos la tercera de las cinco, la Sonata en La mayor, opus 69. Que escribió justo a la mitad de su vida como compositor, escrita a la mitad de las cinco sonatas. La pieza está como escrita por Dios, porque de alguna manera es, como si fuera hecha para proteger. La forma en que guía a los instrumentos, y crea efectos entre ellos. La forma en que explota la técnica del chelo y la técnica del piano. El tema, las ideas y la increíble sensación de generosidad del espíritu, hace que esta sea una de mis más amadas piezas musicales.
Natalie, recientemente presentaste una grabación con las suites completas para chelo de Bach, el año pasado tocaste ese programa en Chile y tu técnica fue diferente, el movimiento de tus hombros no fue tan fluido como ahora, incluso tocaste con otro arco. El chelo que traes a Guanajuato fue fabricado a finales del siglo XVIII. ¿Qué elementos tienes que considerar para interpretar a Beethoven?
NC: Toco a Beethoven con cuerdas de tripa que es lo más cercano a como él escuchó el chelo, porque ahora tocamos con cuerdas de metal. Es muy luminoso porque me brinda la inspiración e ideas. En la vieja escuela se dice que todo viene de la voz, para poder interpretar. Eso ha sido muy inspirador para mí. Regresar a mi chelo con mis cuerdas de metal y pensar en la voz cantante. Hay que encontrar la voz cantante del compositor para poder interpretar mejor su mensaje. Para ello, también debo de tratar de entender a mi instrumento como era antes porque han cambiado desde entonces. Ha sido para nosotras una inspiración increíble ir y escuchar las diferencias sonoras, y buscar en nuestros instrumentos modernos. Pero el piano también ha cambiado mucho.
MS: Es cierto, el piano ha tenido grandes cambios si pensamos que el clavicordio y el clavicémbalo fueron los primeros instrumentos de este tipo que escuchó Beethoven. Después vino el piano forte. Estas sonatas así como las sonatas para piano del primer período, fueron escritas básicamente para el piano forte, lógicamente el instrumento siguió desarrollándose y al final de este período, que tiene que ver con sus obras como la opus 106, conocida como la Hammerklavier, que tiene completamente otro sonido que el que podía dar el piano forte. En cierta medida, con nuestros equipos modernos nosotras intentamos encontrar esa voz, ese mensaje que tiene la obra, porque el mensaje es increíblemente fuerte, en su escritura, en su escritura dinámica, es tan claro lo que se desea escuchar.
¿Cómo funciona la comunicación entre ustedes? Algo que he observado en algunos intérpretes es la forma en que respiran, tengo la impresión de que se comunican con el ritmo de la respiración.
NC: Cuando encuentras a una colega para tocar música, es como encontrar a un amigo querido, o un esposo, o una esposa, alguien a quien realmente amas. Y hay muchas cosas que no se dicen que entiendes sin tener que decir una palabra. Lo que amo de trabajar con Marianna es su profunda integridad como músico, además de ser una de las más fenomenales pianistas.
Creo que nosotras pensamos en la partitura, pensamos en la música de la misma manera. Respetamos cada pequeña marca y discutimos cada detalle en la música. Nos emociona hablar de cada detalle e intentamos construir el sonido, el mundo, como una sola cosa, como un solo aliento. Eso es lo que más amo de este tipo de trabajo. De hecho, en el concierto es muy difícil tener contacto visual pero puedo sentir a la otra persona. Puedo sentir el tempo de Marianna, la escucho muy cuidadosamente, sabemos qué es lo que hace la otra.
MS: Es una confianza musical, es como respirar juntas. Cuando estamos en el escenario realmente nos escuchamos. En los ensayos hablamos de muchas cosas que esperamos salgan luego cuando tocamos es cuando hay una integración total, cuando es recreado. Es un sentimiento gratificante.
Han tocado también tres conjuntos de variaciones sobre obras: Doce variaciones para violonchelo y piano en sol mayor, sobre un tema del oratorio Judas Macabeo, de Händell; y siete variaciones sobre “Bei Männern” de la ópera La flauta Mágica de Mozart, y de la misma ópera doce variaciones sobre Ein Mädchen oder Weibchen.
MS: Como el ciclo es pequeño, queríamos mostrar los otros trabajos que hizo Beethoven para violonchelo y piano, porque muestra muy bien los procesos de su escritura y el desarrollo de las texturas que creó con los sonidos de estos instrumentos. Y me parece que nos ayuda a aproximarnos a esa voz de la que te hablamos.
Hace cuatro años cuando conversé con Rudolf Buchbinder, cuando interpretó las 32 sonatas para piano en el Proyecto Beethoven, él grabó en tres ocasiones todas las sonatas y la primera versión ha decidido sacarla del mercado, entonces me dijo que tomó esa decisión porque ahí tocaba más él que Beethoven. ¿Qué se necesita perder para poder, no tocar música sino ser con ella?
NC: No he llegado al final de este viaje para descubrir cuál es el mejor instrumento para el que Beethoven escribió, cuál es el ideal para expresar belleza, cómo hablar de diferentes frases, cómo interpretar diferentes marcas en la partitura. Estos signos y mensajes nos llegan desde hace 200 años e intentamos interpretarlos en el sentido que sentimos es auténtico para la música. ¿Qué es lo que no ha cambiado del espíritu humano? Y el deseo de belleza, y el deseo por la verdad. Creo que Beethoven se preguntaba fuertemente eso, más que otro compositor. Y este viaje por la verdad musical, por la energía, por la belleza, el humor, el baile, el habla, tantas cosas, eso es universal. Probablemente eso era necesario hace miles de años y seguramente en los siglos por venir seguirá siendo esencial. El espíritu humano es algo para siempre y estoy segura que necesitará de todo esto, si no, no tendría sentido la vida.
Es un viaje sin fin para, por un lado descubrir la parte emocional, como también descubrir las necesidades intelectuales y académicas. Y esa mezcla debe funcionar, esa es la alegría. Si piensas en ti mismo, no estás capacitado para entrar en ese espacio en el que necesitas estar para escuchar la voz de la música.
MS: Estoy totalmente de acuerdo con cada palabra. Tienes que abandonar tu ego para que con la técnica en tu instrumento seas una sola en el momento. Por eso es importante la técnica, porque tienes que hacer tuyo al instrumento.
NC: Es como un triángulo, cuando estás en el escenario, en el otro lado está el público, la música está en algún punto arriba entre nosotros. Con mi técnica, con mi energía y mis deseos busco escalar hasta ese punto y entonces, sentir los efectos que vienen desde el público hasta este mismo punto. Cuando estamos ahí, habitamos el mundo de la música. Creo que la condición apropiada es dejarte llevar por esa corriente donde te olvidas de ti mismo, olvidas tu cuerpo, tienes que practicar mucho para llegar a este punto. Tienes que olvidar todo y vivir en el momento. Tus manos, tu mente, tu cuerpo, tienen que ser una sola cosa con el momento. No es algo sencillo, realmente es un trabajo muy duro poder escalar hasta este punto para dejarte llevar por la corriente de la música.
Carlos Juica / © Festival Internacional Cervantino 2018