Colectiva periodistas mujeres, un espacio de acompañamiento

Sin articularse como un espacio de denuncia, esta colectiva integrada por mujeres periodistas de diferentes ramos, busca reflexionar y accionar mecanismos para erradicar las prácticas de hostigamiento y acoso sexual en las redacciones 

Ciudad de México (N22/Ana León).- Hay cifras que dan miedo: 9 mujeres al día son asesinadas en México, esto de acuerdo a ONU Mujeres. El riesgo de ser víctima de violencia al ejercer el periodismo se duplica si eres mujer, según información de la Organización de Estados Americanos. 3

Era el mes de marzo, casi al final de éste, cuando explotó el #MeToo mexicano, no es que antes no hubiera organizaciones, no hubiera denuncia, no hubiera violencia, simplemente éstas no se habían viralizado. La denuncia contra un escritor mexicano, Herson Barona, previo a la presentación de su libro en la Increíble Librería, detonó todo. Luego vinieron más y más denuncias, la unión, el acompañamiento y la solidaridad. Pero también la resistencia de otro sector de la sociedad, la crítica, más hostigamiento a quienes denunciaban. 

Surgieron el #MeTooEscritoresMexicanos, el #MeTooMúsicosMexicanos, el #MeTooPeriodistasMexicanos y recientemente el #YaEsHora, de las mujeres en la industria del cine. La ola de denuncias se volvió un tsunami que agitó algunas conciencias y que incomodó a otras. Pero los movimientos están ahí, han estado ahí por generaciones y lo que resta a las más jóvenes es no dejar de exigir una igualdad entre géneros, pero también una igualdad entre seres humanos. 

A propósito del #MeTooPeriodistasMexicanos, platicamos con Greta Rico, fotógrafa documentalista y especialista en estudios de la mujer, que es parte de la Colectiva periodistas mujeres. 

¿Con qué realidad se enfrentan como mujeres y como profesionales de los medios para organizar esta colectiva y qué acciones han implementado para empezar a cambiar las cosas? 

Nosotras nos empezamos a organizar un par de días después de que estalló el #MeToo en México. Lo que decidimos hacer fue generar un espacio de confianza, de contención y de diálogo entre mujeres que estaban denunciando, pero también otras colegas que decidíamos acompañar sus denuncias, y decidíamos decirles: “yo estoy contigo y yo te creo. 

En este espacio llamamos a muchísimas mujeres que están dentro del gremio. No solamente somos periodistas que hacemos periodismo escrito, habemos fotógrafas, comunicadoras; llamamos a estudiantes de comunicación, a chicas jóvenes que están haciendo sus prácticas en los medios. 

Una de las cosas que nos parecía importante era recurrir a uno de los principios feministas más importantes que es generar espacios donde compartiéramos nuestras experiencias, nuestras vivencias como mujeres. Es muy común que cuando eres víctima o sobreviviente de algún tipo de violencia te sientas sola y sientes que sólo te pasó a ti. Era muy importante decir: “Yo te creo, a mí también me pasó. Y yo estoy contigo”. 

Además de funcionar como un espacio de reclamo y de escucha, ¿también buscan ser un espacio de denuncia? 

No. La realidad es que nosotras no somos una plataforma de denuncia. Y eso sí me gustaría mencionarlo en aras de reconocer el trabajo de las otras quienes sí estuvieron recabando denuncias, recibiéndolas y haciéndolas públicas, fueron las compañeras de PUM (Periodistas Unidas Mexicanas), quienes comenzaron a recabar más información para poder legitimar la denuncia de las chicas que se estaban acercando a ellas y, sobre todo, hacerlo de manera confidencial, bajo el entendido de que las víctimas probablemente podían ser objeto u objetivo de otro tipo de violencia. 

El periodismo en México es una de las profesiones de mayor riesgo no sólo en México sino en muchas partes del mundo, y de acuerdo con datos de la OEA, siendo mujer el riesgo de ser víctima de violencia se duplica. Pero, ¿qué pasa cuando la violencia está dentro de las mismas redacciones, dentro de los espacios de trabajo? 

Es algo súper grave. Con base en informes recientes de ONU mujeres, en México están matando a nueve mujeres al día, y creo que es importante compartir esta cifra, no para ampliar el miedo sino para seguir legitimando que las denuncias son reales. Y que el acoso y el hostigamiento que estamos sufriendo las mujeres dentro de las salas de redacción son reales y está sucediendo. Y justo bajo esa lógica, de nuevo era muy importante para nosotras juntarnos y platicarlo. 

Me viene a la mente la campaña de las periodistas brasileñas en un mundial que sacaron la campaña “Déjenos trabajar”, denunciando hostigamiento y acoso. Eran molestadas por los espectadores en la calle que se acercaban a darles un beso y era algo que se tomaba como normal, una broma, cuando veíamos en pantalla y en vivo, acoso 

Este tipo de conductas hablan de lo naturalizada que está la violencia y lo naturalizado que es objetivar a una mujer. Algo que parece burdo, pero que sucede todos los días. Esto no le pasa a los hombres y encima, ¿por qué el cuerpo de una mujer se puede transgredir así nada más? Porque es algo que se socializa y se naturaliza, y además viviendo en una sociedad como la mexicana. Lo vimos ayer cuando a una periodista de las más reconocidas en México [Carmen Aristegui], en su noticiero matutino le dijeron “mi reina”. ¿Por qué lo hacen? Porque pueden y porque está naturalizado, lo hacen todos los días y ni siquiera en esos espacios se pueden contener. 

Hay una cosa que ustedes mencionan y que es relevante, y se refiere a crear un periodismo con perspectiva de género. ¿A qué se refieren con eso?, porque todavía, en pleno siglo XXI, hay gente que no lo entiende, y ¿cómo puede ser posible?, ¿a través de qué prácticas, de qué métodos, se puede generar y que esto se convierta en lo normal, la regla, y no la excepción? 

Es algo a lo que le hemos dado muchas vueltas y a raíz que surge este movimiento pudimos dialogarlo en colectivo. Creemos que los medios de comunicación son un pilar importante para generar y seguir construyendo sociedades democráticas en el mundo, pero, ¿qué pasa cuando los medios revictimizan a las mujeres que sufren algún tipo de violencia? ¿Qué pasa cuando en el momento de redactar la nota ella tuvo la culpa por cómo iba vestida o ella tuvo la culpa por salir sola de su casa? 

O el eufemismo se vuelve el enemigo. El no nombrar lo que está pasando es como invisibilizarlo. 

Y lo vimos también con el feminicidio de Lesvy. Era muy indignante como mujeres periodistas leer notas que estaban redactadas sin perspectiva de género. Con el #MeToo recobramos este debate y de nuevo detectamos que una de las necesidades que teníamos era comenzar a formarnos, porque creemos que justo en el momento en que adquirimos y adoptamos esta responsabilidad como mujeres periodistas y comunicadoras, tenemos que también generar un cambio desde cómo estamos contando las historias. 

Yo en lo particular hago fotografía documental y prácticamente todos mis proyectos documentales tratan de mujeres, y he estado reflexionando mucho, ¿cómo estoy haciendo fotos de las mujeres? 

Cuando estalla el #MeToo Mexicano surgen muchos grupos y uno de ellos es justo PUM, ¿por qué ustedes como colectiva se organizan a parte y no piensan en sumar sus voces a ese otro grupo para que en lugar de hacer olas, la suma logre generar un tsunami? 

Nosotras también nos hemos hecho esta pregunta. Y la realidad es que como surgimos como colectiva no fue algo que planeamos y bajo esa misma lógica de querer atender la emergencia y de querer generar un espacio para abrazarnos y para escucharnos, pues más bien es algo que sólo se dio. Lo que me parece importante y bonito del movimiento es que en el momento que contactamos a otras colectivas y otras cuentas de #MeToo, todas estamos abiertas a dialogar y a generar estrategias en colectivo. La realidad es que nosotras también seguimos platicando sobre qué sigue y cómo vamos a alinearnos. No lo descartamos, pero tampoco lo pensamos como uno de nuestros principales objetivos. 

Hace un momento que mencionamos el momento en que estalla el #MeToo mexicano, y es cuando se hace una denuncia en redes sociales contra un escritor mexicano y las redes se inundan de denuncias. Si bien no son un espacio de denuncia, ¿se han planteado hasta dónde es legal, la denuncia es legítima, pero hasta dónde es legal hacer este tipo de denuncias en las redes? Porque no sólo se está hablando de el valor de la denuncia en lo social, sino también de su valor jurídico y del derecho a la reparación del daño tanto para la víctima como para el victimario, en caso de no comprobarse dicha denuncia. 

Esto es algo que justo tenemos que hablar y seguir reflexionando. A mí en lo personal me pareció muy interesante pero no me extrañó la deslegitimación por parte de la sociedad y el rechazo de la denuncia pública justo denostándola porque no es una denuncia legal. Y me parecía bien interesante porque viviendo en un país como México, que hace un año y medio o dos, lo visitó una relatoría de la ONU para personas defensoras y ese relator expresó que México es un país en el que vivimos con el 98% de impunidad. Bajo esa lógica, me parece muy interesante que la gente siga creyendo en el sistema de justicia. Y yo no soy quien para decirles que no lo hagan, pero algo que sí hemos encarnado las mujeres por nuestras propias experiencias, y desafortunadamente también las periodistas y las comunicadoras lo hemos documentado, es que cuando una mujer se acerca a denunciar a las instancias de justicia, es revictimizada. 

Me parece interesante como la sociedad nos está empujando a que nos integremos a ese proceso que además de que es denigrante, es discriminatorio y violatorio de nuestros derechos humanos. 

¿Qué es lo que pasa con el #MeToo? Que las mujeres que hemos sufrido de violencia vemos un espacio en donde podemos hacer la denuncia y justo no se nos va a obligar a pasar por este proceso. 

Nuestra lucha está con las mujeres. Nuestro acompañamiento está con las denunciantes y en eso nos estamos enfocando. 

Cuando esta lucha se suscita en el ámbito de las redes sociales, es decir, esas relaciones de poder pasan de este espacio material a ese espacio inmaterial y se reproducen tal cual. ¿Qué pasa cuando no hay una ley cibernética que de seguimiento a las víctimas de un crimen ya sea que se haya cometido dentro de ese no lugar, como fuera, y se esté denunciando ahí? ¿Ustedes lo han analizado? 

La verdad es que no es algo en lo que hemos entrado como un análisis profundo. Justamente en los estudios feministas que estoy realizando, mi tesis es sobre la violencia digital contra las mujeres, y ha sido muy interesante dentro de mis primeros hallazgos leer algunos estudios académicos al respecto del internet. Hay muchos sociólogos que han establecido que el internet es cultura y que la cultura que vivimos en el mundo off line en el día a día se vuelca al internet tal y como existe, entonces bajo esa lógica, muchas de las académicas feministas que han estudiado este fenómeno de la violencia digital dicen que entonces sí hay leyes. En México, por ejemplo, tenemos una ley que marcó un precedente importante a nivel internacional y sobre todo en latinoamérica, que fue una lucha ganada del movimiento feminista, que es la Ley General de Acceso a las Mujeres de una vida libre de violencia. Nosotras como mujeres nos podemos amparar en esa ley. 

Y fue algo que se tocó en el conversatorio del #MeToo en la Comisión de Derechos Humanos, y una premisa de que sí existen esos mecanismos, fue que ellas redactaron un manifiesto en donde exigían a las autoridades respuesta.