Taiyana Pimentel: los museos siguen siendo plazas públicas en las que el debate y la libertad pueden ser el centro

La curadora de arte contemporáneo que desde 2009 estuvo al frente de Proyecto Siqueiros, termina ese ciclo y se integra como la nueva directora del MARCO 

Ciudad de México (N22/Ana León).- Nacida en 1967 La Habana, Taiyana Pimentel vive en la Ciudad de México desde 1992. Entre 1999 y 2001 trabajó en el Museo Tamayo y en 2009 empezó a dirigir la Sala de Arte Público Siqueiros y concibió y desarrolló el Proyecto de La Tallera, en Cuernavaca, que unió a ambos espacios en un diálogo entre modernidad y contemporaneidad. Luego de diez años en este proyecto, Taiyana cierra ese ciclo. En días pasados se dio a conocer que el siguiente punto de llegada de su trayectoria profesional sería el MARCO, en Monterrey. Platicamos con ella en un intercambio vía correo electrónico sobre este nuevo proyecto. 

¿Qué significó el Proyecto Siqueiros y qué significa un proyecto como el MARCO? 

Proyecto Siqueiros fue mi paso de la profesión curatorial y de investigación hacia la conceptualización y dirección de museos. Si pensamos que imaginé y coordiné, junto a un equipo de trabajo muy profesional y de la arquitecta Frida Escobedo, la remodelación de La Tallera como un nuevo espacio para el arte contemporáneo, entonces podemos entender por qué prefiero poner el salto en este orden de cosas.

Cuando una conceptualiza un proyecto desde la única perspectiva que existía, —la remembranza de Siqueiros, los ejercicios muralísticos en mal estado de La Tallera y un edificio muy abandonado—, entonces el proyecto se puede convertir en una gran catapulta institucional. Y eso ocurrió con La Tallera: coincidieron una gran arquitecta y su hermosa propuesta que acentuó cada uno de los requisitos que exigíamos para la remodelación, con la idea de concebir un espacio que recuperase a Siqueiros, pero también la época en la que él concibió y vivió en Cuernavaca. Así es que con ese espacio nacieron la Residencia Internacional para artistas, críticos y curadores, así como la Escuela de Crítica de Arte; dos programas públicos que junto a las exhibiciones y el programa educativo, hacen de La Tallera un espacio experimental y novedoso como modelo institucional.

Proyecto Siqueiros se conformó a partir del nacimiento de La Tallera y su unificación con la Sala de Arte Público Siqueiros en la Ciudad de México; así una pequeña sala en la Ciudad de México, que posee el fantástico archivo del muralista, se ha visto completada por La Tallera y, a su vez, el recinto en Cuernavaca tiene parte del público internacional que llega a la SAPS por su provocador programa de exhibiciones.

Así es que toda esta experiencia me llevó a MARCO junto a la creación de un equipo de trabajo muy ágil, dinámico y horizontal que permitió posicionar internacionalmente a Proyecto Siqueiros en diez años.

¿Qué retos implica la dirección de un espacio como el Museo MARCO? 

Estamos hablando de distintos públicos. En Proyecto Siqueiros trabajaba para espacios de miles de visitantes al año y está inmerso en el sistema de museos del Instituto Nacional de Bellas Artes de México; si nuestras experimentaciones no eran bien recibidas por el público siempre había otro museo que pudiera cubrir esas expectativas. Pero en MARCO hablamos de casi un millón de visitantes al año, entonces la capacidad de riesgo debe disminuir. 

¿Significa eso que no haremos muestras que analicen problemas para conducir al público por nuevos caminos? Por supuesto que no, el tema será cómo solucionarlas y a través de cuáles programas públicos las plantearemos de forma tal que nos hagan más cercanos a quienes nos visitan.

MARCO fue uno de los museos más importantes de América Latina a finales del siglo XX, así es que retomar ese papel es el reto principal que deberé asumir, ello pensando que no se podrá lograr algo por sí solo y que la conexión con los museos más importante del continente es lo que definirá nuestro papel. En otras palabras, hablar hoy “del” museo es innecesario pero sí debemos apostar por formar parte de “la red” de museos del continente.

¿Cuáles consideras que son los retos a los que se enfrentan los espacios museísticos hoy día? 

Efectivamente, el museo está en un proceso complejo de referencias frente a las nuevas instituciones y, sobre todo, a las nuevas tecnologías. Pero también te diría que es una de aquellas instituciones que ha sobrevivido el gran paso de la modernidad y toda su era industria; los museos siguen siendo plazas públicas en las que el debate y la libertad pueden ser el centro de sus problemas. Mientras otras instituciones se adecuan fácilmente a cualquier cambio político, por deleznable que pueda ser, el museo  —en su fidelidad a la creación artística—, mantiene una postura transgresora si se le compara a otros espacios del pensamiento. 

En tu experiencia en la Tallera que es un espacio fuera del centro, y ahora que dirigirás un espacio mucho más alejado del centro  —aunque es una de las ciudades más importantes del país y éste uno de los museos foco—, ¿cómo se transforman o cambian estos retos fuera del centro? 

La Tallera, cómo sabes, está ubicada en Cuernavaca, pero siempre tuvo el reflujo de la Sala de Arte Público, así se veía beneficiada de públicos locales, del profesional de la Ciudad de México y aquel internacional que llega, sobre todo a la feria de arte. MARCO es una perspectiva geográfica muy distinta. Se trata del museo más importante del norte del país y cabecilla de la ciudad de Monterrey, ya sabes, esta urbe que los orgullosos regiomontanos han crecido a pesar de la falta de agua y del clima extremo. 

A Monterrey se le conoce por “su tenacidad” e independencia del centro: si en la Ciudad de México se apuesta por desarrollar el modelo público institucional y de museo, Monterrey hace una combinación de ambos, privado y público donde en algunos casos, como es MARCO, prima el privado. Así es que seré más puntual en mi relación con el patronato del museo y en ubicar las expectativas de la institución en relación a las diversas instituciones, públicas y privadas.

La planeación de un museo es anual, muchas de las exposiciones se preparan por años, sobre todo las internacionales, ¿cómo te integras a estos procesos que ya han arrancado? 

Afortunadamente, MARCO ya tiene un calendario anual de trabajo que será respetado en su totalidad; estoy planeando que el programa de exposiciones bajo mi conceptualización iniciará el último trimestre del año 2020. 

El Museo MARCO nace en 1991 con el ánimo de ser, como institución, un referente del arte contemporáneo en América Latina, ¿crees que lo ha conseguido? 

México vivió un proceso de creación de museos, entre públicos y privados, a finales del siglo XX, el primero de ellos fue el Museo Tamayo, pero no dio resultado bajo ese modelo; así es qué pasó a la iniciativa pública con un fuerte patronato que existe hasta el día de hoy. Posteriormente vimos el Centro Cultural Televisa en la Ciudad de México así como MARCO y la Cervecería en Monterrey; de estos museos el único que sobrevive es MARCO. Así es que, a juzgar por su permanencia, debemos pensar que algo importante se sigue allí produciendo. Prefiero decir que ha tenido excelentes momentos como todas las instituciones y que la ambición será la permanencia.

Se han expuesto artistas tanto nacionales como internacionales, además de su exposición permanente, ¿hacia dónde te interesa que mire en este nuevo periodo que inicia? ¿Qué temas? ¿Qué artistas? 

Mantendremos exactamente la misma línea de trabajo; proyectos específicos prefiero no abordar en esta temprana entrevista, pero ya se están definiendo.

Mucho se habla de que la misión y las necesidades de los espacios museísticos es atraer a nuevos públicos, crear esos nuevos públicos, pero pocas veces se dice a qué se refiere con esos “nuevos públicos”, ¿a qué se hace referencia con este término que es ya casi un lugar común? 

No, qué va, si fuera un lugar común no me lo preguntarías. El problema es serio y está planteado incluso desde la raíz. Por ejemplo, en el caso mexicano, como en casi muchas partes del mundo, las visitas a museos han dejado de formar parte de los programas educativos tanto para colegios públicos como para privados. En el caso mexicano, esa fue parte de la política de la Secretaría de Educación Pública de Vasconcelos, pero hoy está descontinuada y necesitamos recuperarla al 100. 

Los nuevos públicos son también aquellos virtuales que llegan al museo por otras vías tecnológicas, pero también aquellos que encuentran una arena de convivencia y de redes de trabajo y pensamiento. En Monterrey existe una red de universidades muy importantes, el TEC de Monterrey, la UDEM (con su bello edificio de Tadao Ando), la Universidad Autónoma de Nuevo León, por mencionar algunas. Monterrey es también una ciudad de estudiantes, de hecho,  hay toda una nueva urbanización que les pertenece; entonces de esos públicos también hablo, así como de aquellos ubicados en los márgenes de la ciudad y que disfrutan de la música como experiencia artística. Si sumamos estos públicos, un 10% de esa población estaría incrementando nuestro público en 800% pero, lo importante, daríamos servicio a todos esos grupos sociales tan diversos.

Imagen: PinchukArtCentre