Parte de la comunidad que integra el cine mexicano habla sobre la austeridad en los presupuestos y la idea de cultura en esta administración

Esta noche se entregan los Premios Ariel que reconocen lo mejor del cine mexicano, pero frente a los recortes en el sector cultura, ¿qué futuro se vislumbra para la disciplina? 

Ciudad de México (N22/Huemanzin Rodríguez).- Algo que caracteriza a buena parte de las películas nominadas a los premios Ariel de los últimos años, tiene que ver con la forma en que el cine se ha desarrollado, en lo que va del siglo XXI ha habido más directoras, guionistas y productoras que cuentan historias protagonizadas por mujeres, que en toda la historia anterior del cine mexicano. Es algo que no solo sucede en México, como lo nota la actriz argentina Agustina Quinci, nominada al Ariel como Revelación actoral por su trabajo en La camarista.

«Hay tantas mujeres talentosas en todos los ámbitos, tanto en dirección como en producción, fotografía, actuación. En todos los ámbitos del cine. En Latinoamérica he visto en festivales a mujeres poderosas, contando historias súper poderosas y cuanto más presencia femenina, es mejor; no hay vuelta a atrás. Parece que es un camino de ida, que van a venir muchos más proyectos protagonizados por mujeres.»

Para Cassandra Ciangherotti, la mayor presencia femenina tiene que ver con lo que está pasando en el mundo, donde se busca una mirada nueva de las cosas. 

«Tiene que ver con un despertar femenino que está empezando a existir alrededor del mundo y que tiene que ver con un sistema en donde la opinión del hombre sobre nosotras y lo que hacíamos, y cómo lo hacíamos era muy importante. Eso nos hacía competir entre nosotras de una manera que nos permitía voltear a vernos entre nosotras, que no nos permitía valorarnos ni felicitarnos. Y al sacar de la ecuación esta observación patriarcal, nos queda una cosa muy sólida. Y empieza a haber un espacio para lideresas. Directoras, fotógrafas, productoras que quieran contar sus propias historias. Creo que cuando las mujeres dejan de criticarse entre ellas, valoran lo que están haciendo y trabajan entre ellas. Empieza a haber una confianza mucho más sólida en donde la opinión sobre si estamos “buenas”, guapas o jóvenes, no nos importa. Y agárrense, porque somos el porcentaje mayor de humanos que hay en la Tierra. Una vez unidas puede haber una cosa maravillosa, sin exclusiones, sin divisiones entre hombres y mujeres.» 

La actriz Gabriela Cartol se siente motivada por esta etapa, pero cree que se debe construir a partir de un respeto mutuo.

«Creo que está bien que se alce la voz. Yo estoy de acuerdo. Pero también nosotras tenemos que aprender a decir no. No debería existir el acoso por trabajo, pero lo hay, y nosotras debemos decir no, si no quieres. Aunque eso implique perder un trabajo, cosa que tampoco debería ocurrir. Estamos en un buen momento para las mujeres porque tenemos voz, porque hay más papeles femeninos. Ya es el tercer papel que a mí me toca protagonizar, eso te habla de lo que hay, se está abriendo el mercado para las mujeres. Estoy muy orgullosa de ser mujer y no deberíamos pelearnos ni con hombres ni mujeres, porque esto es un logro común para todas las personas a las que les interesa un mundo más justo y equilibrado.»

En ese sentido, el actor Noé Hernández, dice sentirse agradecido por los papeles que ha interpretado bajo la dirección de la también actriz, Ángeles Cruz.

«Gracias a los papeles que me ha dado Ángeles es como me cuestiono mi realidad masculina, lo que hice, lo que hago, lo que puedo hacer. Sus películas me permiten entender una realidad diferente, la visión femenina de las cosas. Estoy agradecido de esta experiencia.»

Alejandra Márquez Abella está nominada a Mejor directora y Mejor Guión Original por Las niñas bien, la cinta tiene otras once nominaciones. Su película habla de ese poder femenino gestionado por debajo de la mesa en un mundo masculino, que cuando colapsa, las arrastra.

«Esa es una de las habilidades que tenemos que aprender las mujeres de todas las clases sociales. Que es algo que finalmente nos aleja del control de nuestras vidas, de nuestros cuerpos, de nuestros destinos. Eso es lo que las mujeres estamos buscando romper. Me parece que, de cualquier forma, hacer cine es un privilegio para cualquiera. Y es muy peligroso confundir los privilegios con igualdad. Las mujeres que podemos dirigir películas somos muy privilegiadas, pero no representamos necesariamente lo que está sucediendo afuera, creo que es importante que nuestras voces se alineen con lo que está sucediendo afuera, pero tenemos que reconocer que no necesariamente por estar aquí el problema está resuelto. 

Queda mucho camino por recorrer. Y creo que es indispensable lo que está sucediendo, pero estamos lejos de un mundo ideal.»

Cassandra Ciangherotti piensa que sí estamos muy lejos de la realidad, pero tenemos que ver las cosas desde muchos ángulos.

«Es contraproducente irritarse frente a eso, hay que entender que México es muchos Méxicos. Claramente hay muchas mujeres que no entienden este despertar o que están en contra de lo que estamos haciendo. También nosotras con el arte podemos buscar algunas maneras de llegarles y dar otras soluciones a sus preguntas. La comedia es una gran herramienta, es un género que atrae a mucha gente al cine, que está esperando una cosa y que podemos darle la vuelta. La forma en que nosotras mismas nos retratamos y nos exhibimos tiene mucha repercusión. Y dejar de hablar de ello, y darle más valor a las otras cosas. Siento que es algo que también le pasa mucho al cine mexicano, que es criticado mucho, si una película no gusta la reacción es como: ¡Ay, otra vez ese cine mexicano! Y no ayuda porque esas críticas influyen en personas que bajo una mala película juzgan al resto del cine. Creo que deberíamos prestarle más atención a lo que se dice de una buena película, hacerle difusión a eso. Claro,  importa la crítica, pero creo que tiene que venir del famosísimo ejercicio del criterio.»

A diferencia de otros años, ir a una ceremonia de premios Ariel era para ver a las actrices y actores que trabajan en el teatro y en el cine, pocas veces se veía a alguien de la televisión y casi nunca a alguien del mundo de las telenovelas. Recientemente la industria ha cambiado mucho, desde hace unos pocos años las series en televisión por cable o de contenido bajo demanda, han ofrecido nuevas posibilidades a la industria del cine. Gabriela Cartol lo celebra. 

«Las plataformas me parecen increíbles y también para llegar a más audiencia, porque finalmente el trabajo que nosotros hacemos es para el otro. Y vuelvo a lo mismo, no se trata sólo de mí, también del otro. Tenemos una audiencia a la cual servir y que gracias a ellos estamos aquí y tenemos el privilegio de ser actores, ponemos el rostro. Entre más variedades haya, hay más trabajos para todo el mundo. Para productores, para todos los que están detrás de cámara, es muchísima gente involucrada. Yo aplaudo que haya mucho más espacios.» 

También, las series han permitido integrar a América Latina, como no había sido posible aún, la distribución del cine en habla hispana en todo el continente, como apunta la actriz argentina Agustina Quinci.

«Creo que todo lo que sea trabajo es bienvenido, como una actriz que sigo remando, como decimos en mi país, y sigo buscando proyectos. Yo soy fan del cine, me encantan las series pero soy fan del cine y creo que es necesario, hay que valorarlo, hay que apoyarlo, sobre todo en Latinoamérica, por esto de que no está tan programado tanto el cine en cada país. Tengo la experiencia argentina y la experiencia de aquí, y es bastante similar. Espero que el cambio de camino de la novela a las series beneficie la calidad de contenido.»

Cassandra Ciangherotti considera que las series han ayudado a quitar prejuicios.

«Yo creo que en esta apertura radica la posibilidad de llevar el arte a diversos lugares y que la gente pueda apreciar una buena actuación no solamente en el teatro, sino también en una serie, porque ese actor que hace teatro ya no va a ser “castigado” si aparece en televisión. Antes había mucho castigo, si eras un actor muy serio solamente hacías teatro, a lo mejor cine, pero nunca televisión. Esas divisiones se han empezado a diluir y puedes ver a actores increíbles que puedes ver en la tv, o pasar de ahí al teatro. Porque, creo que eso nos ha dado la posibilidad de quitarnos estas ideas de “vivir por amor al arte” y que “el arte no tiene valor económico”. Lo cual es algo muy equivocado porque vivimos en un mundo material donde las cosas tienen un valor. Yo me pregunto ¿por qué unos aretes valen más que una actuación que me conmueve y que tal vez podría modificarme la visión de la vida? ¿Por qué costaría una cosa más que la otra? 

Los valores los tenemos en un orden muy extraño. Se ha empezado a entender que el actor merece tener una vida donde no tenga que sacrificar una estabilidad incluso de vivienda. Ya no tenemos esa idea de un artista nómada que hace mil cosas para sobrevivir, creo que eso lo hemos logrado todos en comunidad, quitándonos las etiquetas y abriendo posibilidades. Creo que tenemos mucha fortuna en buscar liberarnos de estas ataduras.»

No todos están de acuerdo. Noé Hernández dice que la calidad no es necesariamente igual.

«En Estados Unidos un capítulo se hace en 15 días al menos, y aquí se hace uno a la semana. ¡Yo he tenido jornadas con 17 escenas! No hay tiempo para la discusión, el trabajo en equipo, el trabajo con el director, se trabaja con lo básico que es la memoria. Eso impacta también en los actores pues, si no hay tiempo para crear un personaje entonces se trabaja con los estereotipos. En ese sentido no es muy lejano de las telenovelas.» 

Para Trisha Ziff, las series es Hollywood, otra vez. 

«En México hay una cultura cinematográfica muy fuerte, pero ahora depende de Netflix y Amazon, negocios de afuera. No sé cuáles sean sus implicaciones a largo plazo en el cine independiente mexicano, estoy nerviosa por el futuro.»

El recorte del presupuesto estatal a las actividades culturales, no es cosa nueva, basta buscar noticias viejas en la red para recordar que al menos para los presidentes que han gobernado a México en lo que va del siglo XXI, las actividades artísticas y culturales son un lujo. Salvo el sexenio de Felipe Calderón, donde más se ha invertido en cultura (y donde también fue notorio el malgasto de ese presupuesto con obras inconclusas, onerosas y mal planeadas), el inicio de cada sexenio cumple con el mito de Sísifo, pero cada vez la piedra cae más profundo.

En la actual administración del presidente López Obrador, el año empezó con recortes al Centro de Capacitación Cinematográfica, la Cineteca Nacional, los Estudios Churubusco; estas instituciones en su conjunto ejercerán en 2019 un presupuesto menor a la mitad de lo asignado a los gastos de Comunicación Social de la Secretaría de Cultura. 

Los recortes presupuestales también llegaron al IMCINE y a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, que entre sus actividades, entrega el premio Ariel. Tampoco fue apoyada la Asociación Civil que entregaba los premios Fénix a lo mejor del cine iberoamericano, motivo por el cual este año decidieron cancelarlos. Conforme a lo transcurrido en la primera mitad del año, los recortes no han cesado. 

Para Hoze Meléndez, nominado a mejor coactuación masculina por su trabajo en Mente revólver (Dir. Alejandro Ramírez Corona), película que cuenta la historia de Mario Aburto, la situación es muy triste. 

«Es muy triste, muy triste la situación. Me parece aplaudible la postura de todos los que conforman la Academia, pese al recorte de los presupuestos, es aplaudible que quieran demostrar que el Ariel es importante. No sólo los premios como tal, sino todo lo que generan los premios. Hay películas que aún no tienen una distribución justa, la que se merecen, y el que sea reconocida con una nominación al Ariel le permite otra vuelta, otra oportunidad, no sé cómo decirlo… hasta otro tuit, que vuelva a hacer sonar a la película. La mayoría de las películas en las que he trabajado son independientes. Siempre se ha dicho que la distribución en México está muy difícil para que las películas puedan llegar a las salas y se mantengan en cartelera, que se vean. Yo aplaudo mucho a Ernesto Contreras, director de la AMACC, a su equipo y a todos los que empujan para que estos premios se celebren pese a los recortes.»

Cassandra Ciangherotti tiene este año dos nominaciones en la categoría Mejor coatuación femenina, por sus papeles en las películas Las niñas bien (Dir. Alejandra Márquez Abella) y El club de los insomnes (Dir. José Eduardo Giordano y Sergio Goyri Jr.). Ella dice estar consciente de que vivimos un país roto, pero también sabe que el cine y el arte es importante. 

«Me es muy difícil no pensar en esta baja de recursos sin pensar en el país que hemos dejado, en el país que tenemos y lo roto que está y las necesidades urgentes que tiene. Por ponerte un ejemplo pequeño, si un actor tiene que salir a actuar y se rompe la pierna, necesitamos a alguien que le cure antes de que pueda salir a actuar. Lo comparto como un síntoma del país. En cierta manera siento la que salud y muchos temas son importantes antes que la cultura. Sin embargo, como artista, te puedo decir que yo no me puedo levantar de la cama si viviera en un país en donde no hay arte, o en donde no hay una expresión espiritual y sensible de la vida. Me costaría mucho trabajo habitar este lugar si fuera solamente capitalista y algorítmico, insertado solo en lo económico. No me gustaría despertar ahí. Y en cierta medida tengo la certeza de que la mayoría de la humanidad tampoco podría. Que es algo violento que nos hagan vivir en ese sistema y creo que el arte es importantísimo para nuestro crecimiento espiritual, sensible, amoroso, humano y de identidad.»

En otras latitudes en medio de crisis, países como Italia y Japón, derrotados en la Segunda Guerra Mundial se recuperaron apoyados fuertemente en sus industrias culturales. Lo mismo ocurrió con Reino Unido. Después de la guerra, uno de los primeros acuerdos binacionales que firmaron naciones enemigas en ese momento como Francia y Alemania, fue de educación; hoy es pensar la política europea actual y la economía internacional sin la alianza franco-alemana. Europa tras la guerra apostó por educación, industrias culturales, ciencia y tecnología. En México ocurrió eso en tiempos de José Vasconcelos. El IMSS concibió a la salud pública también con un programa de prevención asociado a la cultura y al deporte, por ello fueron construidos teatros en donde hubo una época de oro en los años 40 hasta los 60 del siglo pasado. Esos teatros abandonados fueron vislumbrados en el sexenio de Vicente Fox (2000-2006) para su venta o como estacionamientos. 

La comunidad cultural enfrentó esa situación, que también buscaba la privatización de los Estudios Churubusco y la desaparición del CCC. Al final, la mayoría de los teatros sobrevivieron. Conforme la economía mexicana ha crecido en torno al petróleo y se ha hecho más dependiente de la economía estadounidense, las industrias culturales han pasado un último plano para quienes han gobernado a México. Gabriela Cartol, nominada en la categoría de Mejor Actriz, por la película La camarista (Dir. Lila Avilés), piensa que el arte es esencial en la educación. 

«Me parece triste que no se apoye. Me parece que es necesario incrementar los apoyos gubernamentales al cine. Creo que un país sin cine es un país sin identidad. Creo que debemos ver si en verdad con estos recortes se está buscando un mejor desarrollo educativo, porque si es así, ¡qué mejor que el arte! Creo que ya debemos prestarle atención a esto y a ver qué significa el arte, y qué significa el cine en nuestro país y en el mundo. 

¿Quiénes somos como mexicanos? ¿Qué queremos y hacia dónde vamos? Estas preguntas nos las podemos hacer a través del cine. Yo sí le pediría al gobierno que empecemos por ahí. Y si no va a haber recursos, entonces usémoslos realmente para educar. Para darles cámaras a los niños, meter una materia donde ellos filmen sus propias historias. Que empiecen a hablar de lo que viven en su entorno, en los pueblos, en las ciudades.»

El 10 de noviembre de 1848, el célebre escritor Víctor Hugo en su faceta política, pronunció el discurso: “Cuestiones del fomento para las letras y las artes”, ahí alerta sobre el peligro de la ignorancia al articular políticas que dejen fuera al arte y solos a los artistas sin el apoyo del Estado, el discurso traducido por primera vez al español en octubre de 2011, por la revista Líneas de fuga, asegura que el Estado se beneficia con la obra artística creada por sus ciudadanos. La cineasta británica, nacionalizada mexicana Trisha Ziff, nominada en la categoría de Mejor documental por Witkin and Witkin, se siente temerosa por el futuro.

«Hace unos días tuve buenas noticias, pues para la próxima película que tengo planeada he recibido el EFICINE (Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional), eso es muy bueno para mí y para mi equipo, para todos. Pero al mismo tiempo pasamos por un momento muy difícil para el cine en México. Y estoy muy preocupada. Yo nací en Inglaterra, pero soy mexicana ahora. Ahora México ha cambiado mucho con este gobierno actual. Y estoy nerviosa por el futuro, porque mi película va al norte, es un diálogo con artistas del norte y yo no sé si esta película durante su rodaje reciba ese apoyo. Yo temo que no será así. Es un momento grave.»

Según informes del Anuario Cinematográfico 2018, el año pasado ha sido uno de los más exitosos para el cine nacional. Sumada a la preocupación por la política económica actual, a la comunidad cinematográfica también le preocupa la violencia que se vive en el país, tema que es imposible no ver en las historias que cuenta el cine. Para Hoze Meléndez, esa experiencia de ciudadano es la que le permitió construir al personaje por el cual está nominado.

«Es uno de los papeles que más me ha costado construir, tiene mucho de mí, tiene mucho de mis experiencias, tiene mucho análisis de texto, tiene mucho trabajo del director. Pero te digo de experiencias porque en el 2008 me mudé a la ciudad de Tijuana para estudiar la licenciatura en actuación y desafortunadamente ese fue uno de los años más violentos (creo que este año lo ha superado). Y me tocó vivir experiencias desagradables que las expuse en la construcción del ambiente de mi personaje. Gracias al director, Alejandro Ramírez Corona, que estuvo muy pendiente del camino por el que quería llevar a “Chicali”, mi personaje. Me pasó varios libros como Confesiones de un sicario, de Juan Carlos Reyna, que me ayudó mucho en la construcción de mi personaje.»

Gabriela Cartol, considera que a través del cine se puede enfrentar los orígenes de la violencia. 

«Yo soy acapulqueña y me tocó vivir esta transición de ser uno de los puertos más concurridos y seguros, donde podías estar a las dos de la mañana sin problema alguno, a vivir de verdad casi un toque de queda. No sé si tenemos la solución o la respuesta a la violencia, pero creo que podemos empezar por hacer comunidad. Mi referencia es el cine porque es donde me desenvuelvo, y en el cine uno no puede llegar solo, uno necesita de la comunidad. Necesitas también del otro. Empecemos por nosotros y por respetar las ideas diferentes. Para mí esa sería una de las soluciones.»

Noé Hernández está nominado a mejor actor por su papel en Ocho de cada diez (Dir. Sergio Umansky), el título de la película se refiere a la estadística de homicidios en México, ocho de cada diez casos denunciados quedan impunes.

«¡Te imaginas! Sólo dos casos de diez denunciados se resuelven. Cuando escuchas las cifras de homicidio, que reducen todo a números, nadie dice nada de las familias, de los que quedan vivos buscando justicia, a su familiar desaparecido, que además de padecer la muerte padecen la burla y el insulto de un sistema judicial corrupto. De esos números nadie nos habla. Somos un país roto.»

En esta entrega de Premios Ariel, temas como la violencia, la equidad de género, el recorte del presupuesto y un futuro en donde las series en plataformas estadounidenses están fortaleciendo a la industria mexicana, detonan la pregunta: ¿Qué logra el cine? Hoze Meléndez dice que nos permite llevar algo más en la sangre.

«Yo creo que sí cambia conciencias, y creo que sí se puede educar a partir del cine, no creo que ese sea su objetivo, ni de todos los directores, pero sí marca a las personas. Sí construye comportamientos, sí construye sociedad. No es aleccionar, pero se convierte en recuerdos, está en la sangre, en familias. Espero yo poder seguir trabajando en películas que sitúen al espectador en el tema del que estamos hablando.»

Y para Ciangherotti, el cine significa esperanza.

«Yo creo que el cine puede ser una esperanza, creo que puede hacer un parteaguas, que amplíe la conciencia y creo que todas esas cosas. Es como una canción de Nina Simone, que dice: No tengo vino, no tengo qué comer, no tengo casa, no tengo ropa, no tengo un perfume caro, pero tengo ojos, tengo brazos, tengo mi cabeza, mi corazón. Y todas esas cosas que uno necesita para hacer arte. Presentarse para hacer una poesía. Frente a la austeridad, poder expresarse creativamente es una cosa súper importante. Es lo que tenemos.»