Jazz, rock, pop y funk, la efervescencia de Bahidorá

El carnaval multisensorial celebró su edición siete en un ambiente donde se privilegió la música, el arte y la conciencia ambiental

 

Tlaltizapán (N22/Perla Velázquez).- Bahidorá no es el típico festival de música que conocemos. Tiene diversos puntos a su favor que a lo largo de los siete años en que lleva realizándose han sabido mejorar y poner en práctica. El Carnaval como los organizadores decidieron llamarlo empezó el viernes 15 de febrero. Aunque no todo el espacio estaba abierto para el público en general, sólo un escenario llamado El Umbral, que empezó con la música a las 11 de la noche y terminó su presentación a las 5 de la mañana. Esto era el inicio de en una fiesta que terminó hasta el domingo 17.

Para llegar a Las Estacas, en donde se realiza el festival, no es complicado, pues sólo hay un camino para acceder hasta este parque ecológico de Morelos, pero para los que decidieron instalarse desde el viernes en los campamentos que ofrece sí representó un caos dejar la Ciudad de México. Aunque hasta este punto no solo llegan los “chilangos”, también viene gente de Puebla, Guerrero e incluso turistas de Alemania, Francia y otros países.

 

 

El carnaval es una experiencia y hasta que no llegas y lo vives no entiendes cuál es el concepto que los organizadores te presentan. Por sí solo el lugar en donde lo realizan ya tiene su encanto: un río, áreas verdes y albercas, espacios que la producción de Bahidorá aprovecha al máximo, porque en cada rincón hay una adaptación de decoración e iluminación que hace más placentera la estancia.

Como todo carnaval, los desfiles son parte importante de las actividades y para iniciar la jornada del sábado los penachos, las caras pintadas y el baile en los pasillos que conectan el espacio, aparecieron. Era un grupo pequeño que al danzar anunciaba que diferentes sonidos, proyectos y piezas artísticas estaban listos para provocar nuevas sensaciones en los asistentes.

Mientras tanto en el escenario principal “Sonorama”, La Garfield, proyecto de música mexicano, se encargó de los primeros sonidos que inundaron el lugar y es que otro acierto que tiene el carnaval es que conforme pasan las horas del día, los sonidos se van adecuando y así la fusión de jazz, rock, pop y funk combinaban con el calor que se empezaba a sentir.

En una entrevista vía Facebook Live, Lucía Anaya, curadora de la música nos platicó sobre cómo habían distribuido los escenarios: dependiendo el sonido y el género fue que decidieron armar los espacios.

 

 

“El Asoleadero” es un escenario digno de mencionar, porque es la esencia de Bahidorá, el río dividía las tornamesas de la gente que se dio cita el fin de semana.  La música en este espacio solo sonó mientras el sol pegaba con toda su intensidad, el nombre no es en vano. Desde las 14:30 hasta las 18:40, el proyecto Nochenegra dominó el ambiente que se vivía. Tres coleccionistas de vinilos se presentaron en este tiempo, iban cambiándose, pues cada quien tenía la oportunidad de “pinchar” tres canciones y así entre todos generar un solo ritmo.

Hacia la tarde, “Sonorama” fue cambiando de ritmos y los asistentes bailaron con Meridian Brothers, proyecto de música latina que busca mantener vivos los sonidos de Bogotá, de donde son originarios, la cumbia es el principal atractivo, pero ésta tiene el toque latinoamericano con tintes psicodélicos y tropicales que caracterizan a la región.

Muchos de los asistentes aseguran ir a Bahidorá no porque conozcan a todos los artistas invitados, sino porque este encuentro te da la opción de que en esos días te puedas acercar a cualquier escenario y conocer nueva música. La línea está trazada: proyectos “de adentro hacia afuera” y así ir a “La Estación”, para redescubrir grupos que tienen más de veinte años en la escena y que han tocado en escenarios internacionales. Los músicos de José son esa banda que ha sido ecléctica y ha sabido adaptarse a las necesidades que requieren. Pero también aquí se presentaron proyectos de soundsystem de Londres, Nezahualcóyotl y Ecatepec.

 

 

La noche cayó y con ella la música dio otro giro. En los escenarios se percibió más gente, porque en el río ya no se podía estar y el poco frío que se sentía detuvo a muchos en su estancia en las albercas. Así, con aires frescos, proyectos de música electrónica estuvieron en el Búnker, pero también en Sonorama, escenario que cerró sus presentaciones hasta las 4 de la mañana del domingo.

Es una lástima que Bahidorá desplegará un comunicado en sus redes sociales sobre lo acontecido durante estos días: el fallecimiento de un asistente, a pesar de que las razones se dieron a conocer por otros medios, el carnaval dijo haber cumplido con los protocolos de seguridad. Qué lástima que un encuentro de este tipo haya terminado de tal manera, porque tanto la propuesta musical, como artística permiten a los asistentes tener otro acercamiento a estas disciplinas, saliendo de la manera convencional que otros festivales nos han mostrado.

 

Imágenes: © Ireli Vázquez